Renault Clio 1.5 llega mejorado


Ha llegado la segunda ocasión de montarse en el nuevo Clio con una motorización diesel 1.5 dCi, de la misma potencia que la anterior, pero ya asentada desde la tercera generación del modelo y se ha podido apreciar que las mejoras no se han quedado únicamente en lo totalmente novedoso. Esta versión se compagina con otra de la misma cilindrada, pero de 75 unidades de potencia, por lo que esta de números superiores queda configurada como la más alta de la gama en el ciclo diesel.

La marca del rombo dotará, eso es seguro, de nuevas motorizaciones al Clio IV. Y en gasolina ya tiene presentada la deportiva RS, junto a la versión de carrocería familiar o Sport Tourer, con lo que el condensado juego de coincidencias actual en las potencias de 75 y 90 CV, tanto en gasolina como en diesel, quedará muy pronto  superado.

Esta segunda prueba al Clio IV se queda sobre todo en las experiencias con el motor y las mejoras introducidas en el consumo, hasta el punto que se ha hecho con esa categoría eco2, que la marca del rombo concede a sus versiones especialmente eficientes. Porque esta es la característica esencial del Clio 15 dCi de 90 CV, un consumo soberbio, traducido en la prueba, en términos reales, en menos cinco litros a los cien kilómetros y el mantenimiento en registros muy bajos siempre que no se le lleve con acelerones inoportunos. Si se busca economía de consumo, esta variante es un magnífico referente.

La firma gala apunta con argumentos fuertes a este respecto y ha aplicado una especie de prueba del nueve con el envite que ha hecho en la contención del gasto de carburante y no es otro que reducir la capacidad del depósito de 55 a 45 litros.

Para esa concepción ahorradora juegan factores de cierta rotundidad como la reducción del peso en 100 kilogramos, el uso del sistema start and stop, de parada y arranque automáticos (de funcionamiento inmediato en la puesta en marcha, con solo rozar el acelerador). Y el equipamiento de neumáticos de muy baja resistencia a la rodadura. En definitiva, las señas de identidad de esa categoría eco2, propia de la marca.

Este motor mantiene un tono aceptable. Es algo lento en la aceleración inicial, pero en las recuperaciones empuja suavemente y con garantías. La faceta ahorro encuentra otro importante punto de apoyo en la limitación de las emisiones de CO2), que quedan en 93 g/km. Un posible inconveniente de esta versión puede ser la caja manual de cinco velocidades.

En definitiva, es un vehículo  atractivo, muy ponderado en las nuevas cotas, donde la reducción de altura le ha dado una arquitectura coupe muy bonita, que atrae muchas miradas.

Asimismo ocurre con la disposición de elementos curvos, que encuentran su demostración más acusada en la forma de los hombros de la zaga.

Los elementos propios de diseño, como la parrilla frontal larga sobre fondo negro, con el logotipo en el centro, así como la perceptible caída del techo desde el pilar central, junto a unas molduras negras, meramente decorativas, en la parte inferior del lateral, abundan en ese afortunado juego de formas que ha sabido imprimirle Laurens Van den Acker y su equipo; muy ajustado al concepto Dezir.

Por dentro, en la unidad de prueba, se ha jugado con un elemento llamativo como la tapicería y el salpicadero en la doble tonalidad roja y negra.

La habitabilidad se conjuga mejor que en la anterior generación del modelo, por la ganancia en longitud y anchura. Sobre todo en lo que respecta a la separación entre filas de asientos, pero la segunda hilera sigue siendo preferentemente cosa de dos pasajeros, porque tres -sin recurrir al tópico- son multitud.

El maletero se ha convertido en uno de los más capaces del segmento, con una ganancia de doce litros en relación al anterior modelo.

Ángel Alonso