Efecto óptico del Toyota Verso 1


No es un nuevo vehículo, sino un lavado de cara que deja sentir cambios radicales en el monovolumen compacto de la marca japonesa, el Verso. Lo suficiente como para que el efecto óptico inducido lleve a una modernidad de diseño que sobrevuela sobre el indiferente aspecto del modelo anterior. Inteligente estrategia de conquista, pues las formas de un coche son un factor determinante en la elección. El elemento visual predomina en este auto remodelado; 470 componentes son distintos, repartidos 60% en el exterior y 40% en el interior.

Ciertamente, el Toyota Verso rejuvenece con un impacto visual más deportivo y dinámico que tiene sus referencias en una parrilla más estrecha, con línea cromada en el centro, un logotipo agrandado y dando continuidad con los faros de un dibujo felino y más agresivo.

Por la parte inferior domina por completo la toma de aire poderosa en dimensiones y arriba un capó inclinado, que confirma una optimización del coeficiente aerodinámico.

Desde el perfil deportivo, con retrovisores más pequeños y de estética más actual, llantas multirradio en tono mate y una línea en relieve que sube lentamente desde el primer pilar hasta la mitad del segundo para -desde allí- confluir con el alerón trasero.

Dentro, también ha rejuvenecido notable. Para empezar con unas esferas cilíndricas llamativas situadas en la parte central del salpicadero mirando al puesto de conducción, lo que facilita el control visual del auto. La consola central dispone de una pantalla multimedia y de los dispositivos de la climatización bien distribuidos. Se añade una óptima calidad de los elementos y la limpieza del salpicadero en la zona del copiloto, donde se ubican tomas de aire y una guantera grande.

Aparte de concesiones como el forro del volante en cuero, el remodelado Verso se adapta con precisión a la morfología del conductor. Hay buena panorámica, se entra con suficiencia; los asientos son cómodos y recogen bien. Un elemento agregado es la palanca de cambios, elevada y cercana al volante, lo que hace su manejo sumamente intuitivo.

Se ha hecho referencia a la panorámica y el ambiente luminoso del interior, pero esa luz natural se incrementa con el techo de cristal longitudinal (2,430 mt), opcional, pero un recurso interesante. Se aumenta la longitud en 2 cm, esto da para mejorar la habitabilidad, y un punto de partida son los 97 cm entre la primera y segunda fila de asientos.

Tratándose de un monovolumen, los elementos prácticos están en todo lo alto con el sistema propio de Toyota, Easy Flat, de modulación de los asientos hasta en 32 combinaciones diferentes, y se pueden abatir. Son dos versiones de habitáculo con cinco o siete plazas y capacidades de maletero de 440 y 145 litros, respectivamente.

Si se requiere para carga de objetos longitudinalmente largos, quedan libres 982 litros, con solo dos plazas y un suelo completamente plano.

La gama motriz no ha variado, pero la marca japonesa ha modificado algunos rendimientos de sus motores para adecuarlos a la corriente de ahorro de consumos y de limitación de emisiones. El punto neurálgico de las modificaciones ha sido el propulsor diesel D-4D de 2.0 litros y 120 CV, al que se ha optimizado también el silencio de marcha.

La faceta de silencio en ruta cumple en todo lo alto, lo que supone una conducción confortable en todo momento, incluso, cuando se apura la subida de revoluciones.

Este Verso combina una conducción muy placentera sobre firmes regulares y las típicas rectas de autopistas, con una gran nobleza y ajuste en los apoyos cuando se trata de tomar curvas, incluso a altos registros de velocidad. Este coche, tiene que resaltarse, anda muy bien.

Ángel Alonso