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MAUI DE LAS MIL ESTRATAGEMAS




Prestad atención, porque esto es cierto:

Son muchas las historias que se cuentan de Maui, al que llaman el de las mil estratagemas, que pescaba las islas en el fondo de los Mares del Sur.

De Maui se dice que nació débil y enclenque, por lo que su madre Taranga lo arrojó a los mares, pero sobrevivió.

En una ocasión bajo a los infiernos y trajo el fuego para los hombres. Lo tenía la diosa Mahuika, abuela de Maui, en las incandescentes yemas de sus dedos. Maui logró que le diera uno de sus dedos pero cuando regresaba lo perdió y tuvo que volver para pedir otro.

Mahuika, furiosa, arrojó uno de sus dedos sobre un bosque, incendiándolo.

Maui pidió ayuda a los dioses de la lluvia y el incendio se apagó pero muchas semillas de fuego habían quedado en los árboles que desde ese momento sirvieron a los hombres para hacerlo a su voluntad.

-Los días son demasiado cortos -dijo Maui un día-. ¡No da tiempo para hacer nada!

Así que Maui preparó una treta para hacer que el sol fuera más despacio. Preparó una cuerda hecha de fibra de coco y una maza, partió hacia el Este, hasta el borde del mar, y allí esperó a que el sol apareciera, como cada mañana. Cuando este asomó su cabeza, le arrojó el lazo, pero el sol quemó la cuerda.

Maui decidió entonces fabricar una cuerda mucho más resistente. Para eso cortó las sagradas trenzas de su esposa Hina y tejió una cuerda con un lazo corredizo. Luego cogió la mandíbula de su antepasada ciega Murirangawhenua y se llevó a sus cinco hermanos para que le ayudaran.

Una vez más cuando el sol salió, Maui le tiró su nueva cuerda, que no se quemó. Entre los seis hermanos detuvieron al sol.

Seguidamente Maui le golpeó con la mandíbula y el sol se quedó tan débil que no podía sino arrastrarse por el firmamento.

Pero Maui solo aceptó liberarle cuando el sol se comprometió a viajar mas despacio, a lo cual aceptó. De este modo Maui dio a los hombres más horas de luz.

Fuente:
http://biblion-thekes.blogspot.com


Imagen
juntoalbosque.wordpress.com

EL CAMARUCO



MUSICA MAPUCHE - Mi abuelo Painén - Festival en la Patagonia
Canción pehuenche de CECIL GONZALEZ premiada en XXII Festival en la Patagonia, Punta Arenas 1999, interpretada por Susana Angélica y los Peñis.



Camarricún

Pillán Lelfön, la sagrada pampa de Pillán, con su cortejo de cerros erguidos, y su seno ralo y alucinante barrido por los vientos legendarios de la Patagonia... se estremece bajo el abrazo solar. Ya ha sentido el galope de caballadas sobre su inmenso cultrún terroso y ha visto reunirse al cacique de ojos agudos y a sus capitanejos...

Pero: ¿por qué?, ¿para qué?... antü, el sol, el que todo lo ve desde su altura celeste, acaba de contarle con su caricia de fuego que volverá a ser centro del camaruco ritual, de la máxima rogativa indígena al divino Nguenechén…

La tribu arde en preparativos. Pillán Lelfön aguarda... Su corazón mineral empieza a cantar los taieles que una y otra vez repitieron las voces de los hijos de la tierra en los nguillatunes (rogativas)

Y llegan las vísperas, y la pampa mítica aprisiona con fuerza el gran mástil donde ondeará la bandera celeste y blanca, la que copia el cielo... y suenan las trutrucas, y empiezan a acercarse las familias de otras tribus vecinas e invitados y armar sus toldos…

¡Será una gran fiesta, a no dudarlo!

¡La fiesta de las razas australes! Empieza a despuntar la aurora del primer día del camaruco... ¿que siente ahora la Pillán Lelfön?

Sonidos de tempraneras trutrucas, rumores propios del ensillado de caballos, voces todavía adormiladas.

Se preparan con emoción inquieta las clafú malén, las de colores sagrados y sus hermosos trampú (prendedor) de plata…

Y también los pihuichenes, los niños santos cuya pureza será el mejor camino para la rogativa del Padre Grande. Por eso, para sus servicios estarán las clafú malén, y para ellos se prepararán los caballos ceremoniales.

Un pihuichén montará sobre el magnífico alazán pintado con rayas blancas en representación de las nubes y otro pihuichén jineteará el blanco con rayas azules, como reflejo del cielo ¿se mimetizarán así con las alturas?

¿Correrán de este modo los espíritus de los animales por las pampas de Futa Chao para llevar el ruego y la ofrenda de los pueblos del sur?

Tal vez... porque los colores sagrados: el azul, blanco, el amarillo del sol..., y a veces también el rojo estarán en los rostros y cuerpos de los cuatro niños santos y los bailarines ceremoniales, y el azul y el amarillo distinguirán las banderas que portarán en sus astas de caña los pihuechenes…

De pronto la pampa tensa su superfice terrosa porque principia el ritual: suena grave el cultrún en manos de machi sagrada, y el taiel brota de los labios como un lamento aborígen hecho ayer en palabras.. Los jinetes encabezados por los niños santos llevan lo necesario para armar el rehue o altar junto al mastil: el palo santo, las veinte cañas colíhue, las ramas del manzano y pino…, e incluso los dos corderos para el sacrificio…

Al pié del altar, las tinajas con el muday para Dios y los platos de madera para las ofrendas…

Y los jinetes ya girarán a su ahúin cuatro vueltas sagradas en la Pillán Lelfön, y marchan al oriente para invocar el sagrado silencio a futa chao y también para espantar con gritos el maléfico gualichú que siempre ronda, esperando…

Por tres veces se repetirá el movimiento… mientras las mujeres en torno al mástil cantan su taiel al ritmo sonoro del cultrún chamánico…

Por el oriente viene el día, por el oriente sale el sol... Quizás porque allí viene la vida tocada por la gracia de Dios, a oriente miran el camaruco, y hacia el oriente elevan sus ofrendas y rogativas. Por eso, con el oriente en sus rostros, los mapuches oran arrodillados ante el altar por un "buen cielo, buena cosecha, fuerza, hacienda, trabajo, buena y larga vida"… y luego, de pié y con las manos hacia arriba, gritan por cuatro veces empujando la oración hacia los cielos, la oración que regala el sagrado muday…

Y harán otra vez igual…

Y la tercera, y la ofrenda ya no será de muday sino de tabaco, para que el humo lleve en su vuelo alto a nguenechén y la inquietud de las plegarias…

Cuando el primero de los hombres y despues las mujeres se harán completado el mismo triple ofertorio… la pampa de Pillán suspira hondo, porque es la hora del sacrificio de la vida, el momento culminante, el del ofrecimiento…

La sangre se derramará entre rezos sobre la madre tierra y el altar… porque la vida se alimenta de la vida, y los corazones penderán de las ramas del manzano sacralizado el entorno.

En tanto la pampa bebe… y acuna sueños para el mañana que convoca la Araucanía.

Poco a poco se entrelazan los sonidos de la pifïlcas, las trutrucas y cultún, y también los cascabeles de los pihuichenes, (niños santos), para alegrar en lo alto al Padre Celeste, y para guiar el pürrún (danzas) y los taieles de hombres y mujeres.

Y porque la danza descifra laberintos mágicos y porque los pies y el desplazamiento cadencioso son otro modo de oración, no faltero, con sus purrufes bailarines ataviados con plumas y sus movimientos imitando del andar y cabeceo del tero, ni el choique purrún (danza del chiqué o avestruz), en que los bailarines emplumados son expresión de esta ave desde que rompe el huevo hasta que corre libre por los campos.

Es más: no pueden faltar, porque, sin los totémicos tero y choiques ¿cómo harían los hijos de la patagonia para vivir?

Desde el principio de los tiempos que recuerdan, tero y avestruz han sido la fuerza de la razas del sur… saben que imitando sus ritmos llevan consigo esa fuerza, y son gratos al Gran Padre Creador… Y se vuelven tero y choique míticos a traves del baile.

Todos bailan sobre la pampa sacral de pillán, porque el nguempín hace de maestro de ceremonia y anima a la partición de hombres y mujeres y los pies marcan los antiguos ritmos a una y otra vez.

Así, ahuín y pürrún se repetirán desde la salida del sol hasta el ocaso…

Y la última danza como la oscuridad vuelva fantástico los sonidos de las pifïlcas, el cultrún, los cascabeles y las trutrucas harán mover a los bailarines y a las mismas llamas de los fogones una estraña y poderosa danza del fuego.

Depués el nguempín se volverá dueño de la palabra y sus parlamentos agitarán mentes y corazones bajo las estrellas… y cuando vengan los breves sueños de las fiestas seguramente los mapuches sonarán con danzas y espíritus y taielles y sacrificios…

Sol y Luna caminarán otra vuelta sobre el Pillán Lelfön y habrá renovado ahuines, runes y ofertorios… y la fé sencilla de las tribus repitirá sus ritos añejos consagrados por la tradición.

Y al andar otra vuelta el Sol del tercer día de rogativas, en la ofrenda dos corderos y un carnero... pero luego la bendición del muday sobre los animales el carnero será dejado en libertad para que segure la fecundidad en el ganado, y la carne y los huesos de los mansos corderos alimentarán el pillán quitral (fuegos sagrados)… mientras las clafú malén con un paño azul empujan el fuego y el humo hacia las alturas para que el cielo conozca el fervor de este holocausto, y el canto religioso pide a futa chao acepte el sacrificio de sus criaturas, y todos deben del muday del nguillantún que ha robustecido la relación Hombre-Dios…

Ahora la pampa sagrada se abre, dos sendas invisibles pero certeras para guiar a un grupo detrás de pihuichén de la bandera amarilla, y a otro, detrás del niño santo de la bandera azul. Los unos plantarán en el cerro alto los palos como brazos implorando a Dios su bendición sobre la tierra y sus ganados… Los otros, junto al cacique y con los corazones del sacrificio, entregarán a las aguas del menuco que copia el cielo la ofrenda de la vida y milla kalkín, el espiritu del agua, recibirá en su seno y asegurará la vida y la fecundidad para los pueblos del sur bravío.

Cuando se levanten los toldos y se quiten las cañas y bajen el mástil la bandera azul y blanca, que es como, el corazón del camaruco como los hombres retornarán a sus rucas y encenderán la esperanza de nuevos nguillantunes…

Caerán las sobras y pillan de lelfön volverá a su sueño de los muchos soles y muchas lunas, pero sus arenas guardarán el latido del gran camaruco, aborígen, y acunarán los ecos de los taieles y de la antigua oración por el "buen cielo, buena cosecha, fuerza, hacienda, trabajo, buena y larga vida…" Sabe que un buen día las nuevas jineteadas y rumores se instalarán sobre ellas… y todo recomenzará…

Porque en el oscuro rincón de la patagonia los mitos y leyendas no son tales: son la Vida misma… y son fervor y fé de los hombres que no han obligado las remotas sendas sagradas del misterio. Porque allí que en el camaruco estan nguechen y el gualicho, la legendaria machi intersesora, los frutos de la tierra y el trabajo del hombre, las mágicas piedras, las plantas y animales de secreto poder, los fuegos del pillán quitral y el agua que es cielo, la muerte para la vida, la fiesta y sus rumores humanos y divinos…

Mientras se celebren los ritos la mítica tierra del sur de América y sus aborígenes seguirán de pie. Serán invencibles como la Vida… aquella que brotó de las manos creadoras del divino Futa Chao en la noche de los tiempos…

¡¡No dejemos que se apaguen sus claras antorchas!!

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/11/mutisia.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/03/walichu.html
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http://www.youtube.com/watch?v=apr1hW1nSWk

Alineación al centro

SANTA INÉS, VIRGEN Y MÁRTIR





Su nombre aparece en el Canon Romano

Desde el siglo VI la iconografía la representa como una joven con un cordero, bien a los pies o en los brazos, símbolo de la pureza y alusivo a su nombre.

En su fiesta se bendicen dos corderos blancos tras la misa que se celebra en la basílica de la Nomentana.

De la lana de estos corderos se confeccionan los palios que usan los papas, patriarcas y arzobispos en las ceremonias litúrgicas más solemnes.

Su fiesta se celebra el 22 de enero

Célebre y popular mártir de la Iglesia de Roma. Su nombre, Agnes, es la transcripción latina del adjetivo griego agne que significa pura, casta. También podría derivar del latín agnus, cordero.
Sufrió el martirio siendo muy joven, quizá a los 13 años, y fue sepultada en la vía Nomentana, donde hoy se levanta la basílica de su nombre.

VIDA

Martirio de santa Inés, de Ercole Ferrata


Los escritos que refieren noticia de la pequeña mártir son: el De Virginibus, 1,2, y el De Officiis, 1,41, de San Ambrosio; el poema 14 del Peristephanon de Prudencio (siglo V) y el himno, quizá ambrosiano, “Agnes beatae virginis” (PL 17,1210-11).

El papa San Dámaso (366-384) le dedicó, como a otros tantos mártires, un bello poema que se conserva aún en su mármol original, en la basílica de la vía Nomentana.

En el siglo V todos estos detalles de la vida de Inés que recogen las fuentes señaladas fueron fundidos y ampliados en una relación legendaria por un tal pseudo Ambrosio.

No tenemos noticia alguna de su nacimiento ni de su familia, que debió de ser cristiana.

Igualmente carecemos de noticias acerca de la fecha de su martirio, aunque la mayoría de los historiadores creen que fue una de las víctimas de la persecución de Diocleciano (304). Otros afirman que murió en la persecución de Valeriano (258-260).

Sobre el motivo del martirio la leyenda habla de su voto de virginidad y de cómo el hijo del prefecto de Roma llegó a enamorarse de ella.

Al pretenderla éste en matrimonio, Inés le rechazó. Ante la negativa, el joven recurrió a su padre, que, en calidad de prefecto de la ciudad, averiguó que Inés era cristiana, por lo que fue llevada ante el tribunal.

No están de acuerdo las fuentes arriba señaladas en cuanto al género de martirio que sufrió, pues si para San Ambrosio y Prudencio murió decapitada, y para el autor del himno Agnes beatae virginis degollada, para San Dámaso, en cambio, murió quemada.Hay que hacer notar que este papa se preocupaba de dar en sus epitafios la verdad histórica, que antes averiguaba con cuidado.

Aunque las distintas narraciones difieren en los detalles, coinciden, sin embargo, en cuanto al hecho de su martirio, que hay que admitir históricamente como cierto, así como su proclamación como mártir de la virginidad. El cuerpo de Inés fue sepultado en un campo de su propiedad: in praediolo suo, situado en la vía Nomentana.

CULTO

Interior de la basílica de santa Inés en la vía Nomentana


El nombre de Inés figura el 21 de enero en la Depositio Martyrum de 336, del que pasó luego al Martyrologium Hieronymianum y al canon de la misa romana y ambrosiana.

En el s. VI también se lee en el calendario de la Iglesia de Cartago, así como en otras liturgias occidentales.

La liturgia romana celebra una segunda fiesta de Santa Inés el 28 de enero, llamada en el Martyrologium Hieronimianum Agne genuinum.

Esta segunda conmemoración tiene todos los aspectos de ser una octava y por tal la tienen algunos Sacramentarios de los s. IX y X. Sin embargo, bien puede ser otra nueva festividad creada como contraposición al natali de passione.

El monumento más importante del culto es la basílica que sobre la tumba de la vía Nomentana mandó edificar Constanza, hija de Constantino, y en la que reposaron luego sus restos, juntamente con los de Elena, mujer de Juliano el Apóstata.

Esta basílica fue restaurada por el papa Símaco (498-514) y totalmente reedificada por el papa Honorio I (625-638), que mandó colocar en el ábside de la nueva basílica un bello mosaico, representando a Inés entre los pontífices Símaco y Honorio, vestida a la usanza bizantina.

En el s. XVII volvió a ser restaurada por iniciativa de los cardenales Medici y Sfondrati. El papa Honorio III (1216-27) trasladó la cabeza de la mártir al Sancta Sanctorum de la basílica lateranense, de donde en tiempos recientes pasó a la basílica dedicada a la santa en la plaza Navona.

El resto de sus reliquias, cuya autenticidad no es ciertamente segura, se conservan en la basílica de la vía Nomentana dentro de la arqueta de plata mandada hacer por el papa Paulo V (1605-21) y colocada en un pequeño nicho sepulcral, bajo el rico altar que también fue construido por orden del mismo papa.

La basílica fue elevada a título cardenalicio por el papa Inocencio X en 1654. En 1708 se erigió en ella una parroquia.

ICONOGRAFÍA

Santa Inés, de Giovanni Antonio Burrini


La figura de Inés es representada en el s. IV bajo la forma de una joven orante, como en el vidrio dorado del cementerio de Pánfilo.

Desde el s. VI la iconografía se fija representando una joven con un cordero, bien a los pies o en los brazos, símbolo de la pureza y alusivo a su nombre.

De esta forma se halla representada entre las vírgenes de la parte izquierda de la basílica de S. Apollinare Nuovo, en Rávena.

Bajo el mismo tipo es representada en la pintura prerrenacentista del Giotto o de fray Angélico. Los artistas del Renacimiento también se ocupan de Inés, siempre bajo el mismo tipo iconográfico: así Andrea del Sarto, Tintoretto, Domenichino.

Su fiesta se celebra el 21 de enero y en ella se bendicen dos corderos blancos tras la misa que se celebra en la basílica de la Nomentana, de cuya lana se confeccionan los palios que usan los papas, patriarcas y arzobispos en las ceremonias litúrgicas más solemnes.
FIDEL G. CUÉLLAR. (G.E.R.)


Fuente
http://forocristiano.iglesia.net/showthread.php/50260-SANTA-INÉS-(-291-304-)
http://www.primeroscristianos.com/quien_era/santa_ines.html

LA EPOPEYA DE ERRA



Lamassu's at Persepolis



La epopeya empieza con la fórmula que se encuentra también en la Epopeya de Anzu: "Canto acerca del hijo del rey de todas las tierras pobladas...", un prólogo dirigido a Erra e Ishum.

Erra, "guerrero de los dioses, estaba inquieto en casa", instándole su corazón a hacer la guerra.

Erra (también conocido como Nergal) es el dios de la peste y señor de los infiernos. Tal era su reputación que en las tablillas de arcilla en forma de amuletos aparecían textos de la epopeya que se colgaban sobre los muros de las casas para evitar las enfermedades y proteger a sus moradores.

A pesar de su temperamento guerrero, Erra está preso de la fatiga y no es capaz de ponerse en acción. Les dice a sus armas "¡que sigan en el armario!". Pero estas armas -de las cuales los Sebitti, siete guerreros que marchan a su lado, son las de mayor importancia- lo hacen ponerse a la labor:

"¿Por qué permaneces en la ciudad como un débil anciano?
¿Cómo puedes estar en casa como un crío que cecea?
¿Vamos a comer el pan de las mujeres, como quien nunca ha ido al campo de batalla?
¡Ir a la batalla es tan bueno como lo es para los jóvenes una fiesta!"
Se quejan de que pronto no servirán para ir a la guerra:
"¡Y nosotros, que conocemos los pasos de montaña, ya casi hemos olvidado el camino!
Los vientres de las arañas han tejido sobre nuestra panoplia militar,
nuestros fieles arcos se han rebelado y vuelto demasiado duros para nuestra fuerza.
Las puntas afiladas de nuestras flechas se han vuelto romas.
Nuestras espadas están corroídas por el cardenillo por falta de carne."

Erra el guerrero se anima con sus palabras cuando lo halagan llamándole "el mejor óleo". Le dice a su visir Ishum que encabece la marche. Ishum hace un gesto de disconformidad, pero Erra está decidido, y se propone enfrentarse a Marduk.

Al entrar en Esagila, el templo de Marduk en Babilonia, le espeta a éste que sus adornos están sucios y su corona deslucida. Este es un ardid para irritar a Marduk.

Marduk explica que los artesanos que necesita para que le den a sus insignias su primitivo lustre están ahora en el reino de las aguas dulces bajo la tierra y que no podrán regresar.

Erra lo convence de que baje junto de ellos, prometiendo que en el ínterin gobernará y tendrá bajo su control la tierra y el cielo. Marduk, entonces, parte.

A lamassu from Khorsabad (Louvre)


En ausencia de Marduk, Erra trama devastar Babilonia, haciendo de sus ciudades un desierto, profanando sus santuarios sagrados, dejando en ruinas sus palacios reales, y sembrando conflictos entre familias.

Ishum interviene y en dos ocasiones intenta, en vano, hacer que Erra cambie de idea. En su tercer intento describe apasionadamente el efecto perverso de la asolación de Babilonia.

"El que desconoce las armas desenvaina su espada,
el que desconoce la batalla hace la guerra,
el que desconoce las alas vuela como un pájaro, el débil protege al que tiene fuerza,
el gordo sobrepasa al corredor."

Ishum informa de que el propio Marduk ha gritado "¡oh!", sobrecogiéndosele el corazón. Por toda Babilonia, en Sippar, Uruk y Der, la gente está en guerra y el país asolado.

Concluye:

"Oh, guerrero Erra, has puesto al justo ante la muerte,
has puesto al injusto ante la muerte.
Has puesto ante la muerte al hombre que te había ofendido,
has puesto ante la muerte al hombre que no te había ofendido,
has puesto ante la muerte al en que hacía ofrendas taklimu puntualmente,
has puesto ante la muerte al cortesano que servía al rey,
has puesto ante la muerte a los ancianos del pórtico,
has puesto ante la muerte a las muchachas en sus habitaciones,
sin embargo, no descansas..."

Erra está desafiante y se dirige a todos los dioses:

"¡Callaos todos y escuchad lo que tengo que decir!
¿Qué si pretendía el daño que acabo de hacer?
¡Cuando estoy furioso devasto al pueblo!"

Ishum lo tranquiliza:

"¡Guerrero, cálmate y escucha mis palabras!

¿Qué tal si fueras ahora a descansar y nos ocupáramos de ti?

¡Todos sabemos que no hay quien pueda hacerte frente en un día de ira!"

Apaciguado, Erra se retira a su templo en Kutha.

Ishum reúne a la gente dispersa de Acad, profetizándoles la victoria y la prosperidad y un momento en el que mirarán hacia atrás y recordarán la destrucción que se abatió sobre ellos.

"Durante innumerables años se cantarán las alabanzas del gran señor Nergal y del guerrero Ishum; cómo Erra se enfadó y se enfrentó con los países victoriosos y destruyó a los pueblos, pero su consejero Ishum lo apaciguó de forma que dejó un remanente"

Y Erra concluye:

"¡Que este canto se mantenga por siempre, que dure por la eternidad!
¡Que todas las naciones lo escuchen y alaben mi valor!
¡Que los pueblos vean y magnifiquen mi nombre!"

Extraído de: "Mitos mesopotámicos" de Henrietta McCall
Fotografías:
(1) Lamassu's at Persepolis
(2) A lamassu from Khorsabad (Louvre)
http://toranosisen.blogspot.com/2010/02/la-epopeya-de-erra.html

NALLADIGUA




Nalladigua es un árbol imaginario. Según la creencia de los mocovíes, las almas subían por sus ramas hasta el piguem —el cielo—, donde se encontraba su dios Cotaá. Esta leyenda cuenta cómo perdieron ese privilegio.

Dicen que, un día, una anciana iba caminando por el monte. Estaba cansada, débil, tenía hambre y sed. Caminó y caminó hasta que encontró la toldería mocoví, se acercó y les pidió ayuda.

El cacique de la tribu se la negó porque ella pertenecía a una tribu enemiga y, sin compasión, le dijo que se fuera.

La anciana volvió otra vez al monte, lamentándose.

El dios Cotaá observaba todo desde las alturas y no le gustó nada la cruel actitud del cacique. Entonces, decidió convertir a la anciana en un capibara, un carpincho con grandes y fuertes dientes. Luego, le dijo que volviera al monte cercano a la toldería, en donde había un nalladigua, un árbol muy alto y robusto, y royera su base.

Durante toda la noche, los dientes filosos del capibara royeron y gastaron el tronco, capa por capa, hasta quebrarlo. Por la mañana, los mocovíes encontraron el árbol caído.

Desde entonces, las almas de los mocovíes no pueden utilizar el árbol para llegar al cielo, al lado de su dios Cotaá.


Recopilación: Laura Roldán
Imagen: María Ximena Carreira
El relato pertenece al libro “El árbol de sal. Leyendas mocovíes”, en preparación.

LA LEYENDA DE LOS VOLCANES...

Popocatépetl – Altitud: 5,452 m (México, Morelos y Puebla).
Aún activo, se alza en la cordillera Neovolcánica, al sureste de la ciudad de México. Constituye la segunda mayor elevación del país.
En una de sus laderas, pobladas por bosques de coníferas, se encuentra un cráter adventicio, conocido como el pico del Ventorrillo.
Su cima, cubierta por nieves perpetuas, fue coronada por primera vez en 1520, por una expedición al mando de Diego de Ordás.

POPOCATÉPETL E IZTACCÍHUATL


Al morir Citlali, los sacerdotes deciden: “debe ser enterrada en las faldas del Iztaccíhuatl”.

“¿Por qué abuela?” Pregunta Xóchitl, la más pequeña de las hermanas de Citlali.

Brota la cascada respuesta; “Únicamente las doncellas que mueren de amor pueden aspirar a descansar en las orillas de la mujer dormida. Tu hermana al enterarse de la muerte de su prometido en la guerra, no soportó la vida, se marchitó ansiando reunirse con él, los dioses se apiadaron de ella. Es una honra a su fidelidad. Esta costumbre viene de una historia que sucedió hace muchos años”.

“Cuéntamela, en lo que preparan las exequias”.

Ya se sabe que las abuelas no se pueden resistir al pedimento de una nieta. Para no interrumpir la solemnidad de las ceremonias fúnebres, la anciana sale de la casa, en una banca desde donde se divisan los volcanes que custodian la laguna, comienza su historia.

Xochiquetzal juró amor eterno al guerrero más apuesto y orgulloso, flor del ejército mexica que partía rumbo a la guerra contra los zapotecas. Guerra sin tiempo ni final que los mexicanos debían enfrentar para el engrandecimiento del imperio. Xochiquetzal hermosa y desconsolada quedó en espera de la victoria y del regreso de su hombre.

No hubo noticia de la anhelada aniquilación del enemigo. La lejanía del señorío zapoteca. La fiereza de la defensa y la bravura de sus hombres sumían en gran mortificación a Xochiquétzal, que no obstante, recibía la adulación y el cortejo de aquéllos que no habían partido a luchar. Sobre todo de un tlaxcalteca que se había avecindado en la Ciudad cuando hicieron falta brazos masculinos para el trabajo cotidiano.

Fue este mismo pretendiente quien llevó la noticia de la muerte de su amado. Rotos los vínculos de amor que la ataban de por vida a su juramento. Xochiquétzal se sumió en desconsoladora tristeza que nada podía apaciguar. La indolencia se apoderó de ella. Todo le daba igual. La distraían de vez en cuando los floridos halagos, los continuos regalos de que era objeto por parte de su pretendido enamorado. Ante el pedimento de boda que frente a sus padres hizo el suplicante tlaxcalteca, aceptó a sabiendas de que era como enterrarse en vida. Después del anudamiento de las tilmas empezó su melancólica existencia al lado de su marido. No volvió a sonreír.

Los guerreros aztecas regresaron derrotados, avergonzados, tristes, vencidos. Excepto uno, que a pesar del fracaso conservaba la dignidad de su raza.

Las mujeres escondían a sus hijos para llorar, menos Xochiquétzal que miraba sin inmutarse al ejército rendido. Sin embargo, cuando la mirada del único guerrero que marchaba con orgullo por las calles de la Ciudad se posó sobre ella, sintió morir. Él era el hombre al que había jurado amor eterno.

Furiosa y llena de odio insultó al Tlaxcalteca con el que se había casado, lo acusó de vil y mentiroso por inventar la muerte del hombre al que amaba. Huyó por el borde del lago de Texcoco con su marido tras ella. El guerrero los siguió y enfrentó a su rival. Después de luchar, el tlaxcalteca herido se evadió a su país.

Después del enfrentamiento buscó a su amada, la halló muerta. No quiso seguir viva después de ser mujer de otro a quien no le había jurado fidelidad eterna. Él lloró, cortó flores, cubrió con ellas el cuerpo de Xochiquétzal, trajo un incensario en el que quemó copal. Lloró el Zenzontle (pájaro de cuatrocientas voces). Apareció Tlahuelpoch, mensajero de la muerte. La tierra se sacudió en temblores, las nubes llenaron de penumbra a los cielos, el miedo se apoderó de los habitantes del Anáhuac.

Al amanecer habían surgido en el valle dos montañas nevadas. Una, con la forma de una mujer recostada, cubierta de flores blancas. Otra, alta e impresionante, como un guerrero azteca hincado a sus pies.

Se dice que el Tlaxcalteca murió cerca de su tierra. Convertido en volcán le llamaron Poyautecatl, que quiere decir señor crepuscular, y después Citlatepetl o cerro de la estrella. Su obligación y penitencia es observar de lejos a los amantes, que nunca podrá separar.

“¿Abuela, si muero de amor, me enterrarán en las faldas de Iztaccíhuatl?”

La anciana recarga a la niña en su regazo pronunciando un conjuro que la aleje de la desgracia del amor que no se consuma.

Imagen
planetacurioso.com

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/05/popocatepetl-e-iztaccihuatl.html

SEKHMET

Estatuas de la diosa leona Sekhmet sentada o de pie, inv. 22656-22666

El gran complejo religioso de Karnak abarcaba, además del Templo de Amón, un recinto sagrado en la parte meridional, en el que se hallaba el Templo de la diosa Mut, rodeado por un lago en forma de medialuna dedicado a las actividades cultuales y algunos santuarios secundarios. En el Templo de Mut, erigido por Amenofis III, dicho faraón dedicó dos series de 365 estatuas de granito gris de la diosa leona Sekhmet (equivalente a la misma Mut), dos de las cuales, que la representan sentada en el trono, se hallan expuestas en el Hemiciclo (inv. 22657, 22664), mientras que ocho de pie y sentadas, se ubican en la terraza adyacente al Nicho de la Piña (inv. 22656, 22658-22663, 22666).


La diosa leona Sekhmet era hija del dios Ra. Su esposo era Ptah y su hijo, Nefertum.

Su ira era temible pero, si se conseguía apaciguarla, otorgaba a sus adoradores el dominio sobre sus enemigos y el vigor y la energía para vencer la debilidad y la enfermedad.

En algunos casos fue considerada aliada y protectora de Ra, dado que daba muerte a quienes osaran enfrentarse o atacar a la monarquía divina o terrenal.

Mito sobre la destrucción de la humanidad

El mito sobre Sejmet, que tiene más fuerza en la mitología egipcia, es el que se encontró en las paredes de la tumba de Seti y trata sobre la destrucción de la humanidad.

Este mito narra la conspiración que llevaron a cabo los hombres, en época del Antiguo Egipto, para derrocar a los dioses utilizando los poderes y habilidades que estos les habían brindado para crecer y prosperar sobre el planeta; poderes que los hombres utilizaron para idear artimañas con la intención de la destrucción final de los dioses.

Este hecho provocó que Ra convocase un concilio con las deidades más poderosas que tomaron la decisión de que Sejmet, la más poderosa y de fuerza inigualable, se manifestase sobre la tierra con el fin de aplacar la revuelta. De esta manera, cada noche, Sejmet se manifestaba asesinando y bebiendo la sangre de los humanos que tenían perversos planes en contra de los dioses.

Los Dioses se volvieron a reunir y determinaron que el castigo ya había sido suficiente, pero no pudieron controlar la voraz sed de sangre de Sejmet, quien hizo caso omiso de la voluntad de los otros dioses y continuó manifestándose noche tras noche asesinando a los humanos.

El dios Ra se percató entonces de que Sejmet no finalizaría su matanza hasta haber extinguido en su totalidad la raza humana, e ideó un plan para acabar con los asesinatos. Consiguió unas plantas elefantinas, una especia de droga con capacidad para alterar la mente, y junto con hojas de opio las envió al dios Sekti, en Heliopolis.

Sekti llenó de cerveza un pantano por el que sabía que pasaría Sejmet y añadió las plantas. Posteriormente, tiñó la cerveza con una arenisca característica de la zona que dio al pantano un color rojizo, idéntico al de la sangre.

Esa misma noche, Sejmet pasó por la zona, y cuando vio el pantano rebosando de lo que ella imaginó que era sangre, se regocijó y bebió hasta la última gota de cerveza, embargando así su corazón de una profunda alegría y olvidando de esta manera sus ideas de destruir la humanidad.


Sincretismo

En varios textos estaba relacionada con la diosa Bastet, siendo Sejmet la forma encolerizada de Bastet, que se transforma en gata cuando se apacigua como leona.

Epítetos

Fue conocida como "La más poderosa", "La terrible" por su carácter violento. La "Señora del oeste", la "Dama de las montañas de poniente", "La que frena la oscuridad" en su aspecto funerario.

Era llamada "experta en magia", como sanadora. La "Diosa del amor", pues provocaba pasiones. La "Soberana del desierto".

Culto

Fue venerada como "Señora del Asheru", en el templo de Mut, en Karnak. También en Luxor, Menfis, Letópolis y la región del Delta. En algunos templos se le ofrecía sangre de animales sacrificados con el fin de evitar su cólera. Para conmemorar la salvación de la humanidad se celebraban, en su honor, fiestas de la embriaguez.


Fuente: http://religiondelantiguoegipto.blogspot.com/2010_05_01_archive.html

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http://mv.vatican.va/4_ES/pages/x-Schede/MEZs/MEZs_Sala05_03_018.html

EL TERRIBLE CHERUFE



Esta historia comienza con la desgracia de una joven mapuche, que fue vendida como esposa a un brujo viejo y sucio, cuya barba maloliente le colgaba sobre su vientre enorme. La muchacha lloraba desesperada, maldecía su suerte y rogaba a su familia que no la obligara a irse. Pero el trato estaba hecho, no había mas remedio que despedirse y seguir a tan repugnante marido por el camino que llevaba a las montañas.

Ya habían dejado atrás su ruca cuando la muchacha hizo el último intento por salvarse. Como caminaba detrás del brujo y era ágil como un huemul, no le fue difícil correr hasta un cañadón cercano y esconderse entre los matorrales. Temblando, oía las furiosas amenazas de su dueño, que gritaba buscándola por todas partes. Ella hubiera querido encogerse, hacerse chiquita como un escarabajo y desaparecer debajo de la tierra. Entonces se acurruco rodeándose las piernas con las manos, apoyo la cabeza sobre sus rodillas y se envolvió en su pobre mantón. Así la descubrió uno de sus hermanos, que en secreto la había seguido.

- No llores mas, hermanita, mira lo que te traje – le dijo en un susurro mientras le acariciaba la cabeza. Le entrego dieciocho plumas blancas de piuquén y agrego -: No son solo un recuerdo. Cuando me necesites, mándame una de estas plumas. Yo sabré reunirme con vos.

- Pero yo no quiero irme – contesto llorando la muchacha.

- A casa no podes volver – dijo el hermano- anda ahora con el brujo, llévate a Trewul y ten confianza en mí, no voy a abandonarte.

Y así fue como el brujo, la joven y el perro retomaron el camino hacia el oeste.

El brujo iba montado en una cabra y la muchacha lo seguía como podía, por una senda que se volvía cada vez mas empinada.

- ¿A donde vamos? – pregunto ella.

- A cazar un guanaco – contesto el brujo.

Pero la muchacha no sabia que estaban subiendo por la ladera de un volcán, en cuyo cráter vivía el espantoso Cherufe.

Tan cruel como poderoso, el Cherufe era el Señor de esa montaña.

Desde arriba dominaba cielo y tierra: amenazaba con relámpagos y truenos, lanzaba rayos que incendiaban los bosques o enviaba destructoras oleadas de lava. Había una sola y atroz manera de tenerlo conforme: entregarle periódicamente una muchacha, para que se comiera su carne tierna. Después se entretenía con un juego macabro: incendiaba las cabezas y las arrojaba por la pendiente. Así llegaban al pie de la montaña, donde la gente del valle recibía espantada esa confirmación terrible.

Cuando ya estaban muy alto, el brujo dijo a su esposa:

- Descansa un poco que ya vuelvo – y fue a entrevistarse con el Cherufe. Pero la muchacha lo siguió, silenciosa, y los escucho tramitar el nuevo acuerdo: el brujo recibiría enormes poderes a cambio de su joven y hermosa mujer.

Entonces la muchacha llamo a Trewul y le entrego una de las dieciocho plumas de piequén.

- ¡¡Rápido, rápido!! – le dijo susurrando – ¡¡que no sé si me salvo!!

Y el perro tomo delicadamente la pluma entre los dientes y se fue corriendo montaña abajo, como una pequeña piedra que rodara, como una mancha más en el paisaje.

Más rápido de lo que puede creerse, el hermano estuvo junto a la prisionera. Ella le contó precipitadamente lo que había oído y el joven decidió seguir al brujo.

Cuando se encaminaba seguido de su perro hacia la que supuso la cueva del Cherufe, vio que la custodiaba un nahuel, alerta. Pero Trewul supo tomar al puma por sorpresa y lo dejo fuera de combate.
Libre el paso, el muchacho pudo acercarse al lugar de la entrevista. Escondido detrás de unas rocas se asomo a la gruta, en donde negociaban los dos monstruos, sentados entre los restos de las muchachas muertas. Entonces el muchacho se retiro rápidamente, para sorprender al brujo, que ya se despedía. Dejó que, montado en su cabra, bajara unos metros en dirección a donde había dejado a su hermana, y cuando paso bajo su escondite empujo sobre el, enormes rocas que lo sepultaron.

Enseguida retrocedió para buscar al Cherufe y lo enfrento con su cuchillo.

Entonces el Señor del volcán ataco con sus armas: los relámpagos iluminaron el cielo, la montaña tembló y se partió en enormes grietas. Al borde de una de ellas gesticulaba enfurecido el Cherufe, cuando, en un instante, perdió el equilibrio y su cuerpo de gigante cayo al precipicio, hundiéndose para siempre entre las rocas.

Buscando un camino entre las grietas, las rocas partidas y el polvo, bajaron la montaña los dos hermanos y una corte de muchachas liberadas. Todos los mapuches del valle los esperaban y no hubo quien no vivara al salvador de las muchachas, al pacificador de la montaña, que llevaba en su vincha, como una corona nevada, las dieciocho plumas blancas de piuquén.

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CARAGABÍ Y TUTRUICÁ



Los Catíos, que habitan actualmente el occidente de Antioquia, pertenece a la comunidad de los Chocó, y el hecho de que sean conocidos con el nombre de la antigua tribu Catía se debe probablemente a que vinieron en siglos posteriores a ocupar su región.

Sobre el mundo terrestre reinaba feliz Caragabí, después que se hizo independiente de Tatzitzetze, que lo había creado. Muy ajeno estaba Caragabí de creer que existiese en uno de los cuatro mundos inferiores al suyo otro dios no inferior a él en excelencia y poder.

Tutruicá era el dios del mundo que hay, no dentro de la tierra sino debajo de ella. Tutruicá no recibió de nadie la existencia. En eso es semejante a Tatzitzetze pero Caragabí no se considera inferior a ninguna divinidad pues recibió todo el poder y toda la sabiduría de Tatzitzetze y hasta llegó a prevalecer sobre él.

Caragabí y Tutruicá vivieron mucho tiempo sin conocerse uno al otro.

Cierto día, el dios de arriba divisó desde la región del aire un globo envuelto en sombras, suspendido en otra región por debajo de la tierra, y descendió a ver lo que era. Entonces Caragabí se encontró con un personaje yábea, es decir, contemporáneo, el cual era dueño de Armucurá, que era el mundo inferior y próximo a la tierra.

- ¿Quién eres tú?- preguntó Caragabí.

- Yo soy Tutruicá- contestó el yábea, el dios de abajo.

- ¿Eres nacido?

- No, resulté solo, nadie me hizo. Y tú ¿cómo naciste?

- Yo nací de la saliva de Tatzitzetze. Por eso me honro de tener a tan soberano progenitor.

- Pues lo que es yo no tengo ningún antepasado y en eso cifro mi honra y mi superioridad a ti.

Entonces Caragabí habló así al yábea:

- Vamos a probarnos mutuamente si somos dioses.

- Convenido. Yo trabajaré el barro, dijo Tutruicá.

- Pues yo labraré la dura piedra – repuso Caragabí.

Acabado este diálogo, cada cual se fue a su mundo como dos artistas a su taller.

Pasado como un año, Caragabí dio comienzo a su obra, esculpiendo en la dura piedra mompahuará dos estatuas, con intención de darles vida y convertirlas en personas. Tan pronto como las acabó, les sopló en las extremidades de los pies y manos, y en la frente, con lo que les entró la vida. Las efigies abrieron los ojos y sonrieron pero no pudieron levantarse ni tampoco hablaban.

Mucho mayor éxito tuvo Tutruicá, el cual hizo de barro dos grandes muñecos, les sopló en la frente e hizo de ellos al primer hombre y a la primera mujer que habitaron en el Armucurá, donde todos los moradores son inmortales.

Supo Caragabí que su contemporáneo había hecho de barro dos muñecos, que, no sólo miraban y sonreían sino que se movían, andaban y hablaban. Con gran avidez mandó Caragabí un mensajero a Tutruicá, preguntándole cómo se las había arreglado para hacer una creación tan perfecta.

Tutruicá dio respuesta desdeñosa e insultante a Caragabí. Le trató de idiota y le motejó de dios creado.

Caragabí, vencido por Tutruicá en la obra de sus manos, se encolerizó en extremo, cuando oyó los insultos del yábea y corrió contra él, provisto de un largo lazo, con ánimo de ahorcarle. Desde lejos le enlazó con arte magistral, pero Tutruicá sujetó con tal fuerza el lazo escurridizo que enojado Caragabí hubo que reconocer mal de su agrado, que tampoco por la fuerza podría vencer a su contrincante. Con esta prueba quedaron ambos convencidos de su igualdad de fuerza.

Si en esta ocasión hubiera vencido Tutruicá, habría quedado dueño de ambos mundos, y todos los moradores de la tierra habríamos gozado de inmortalidad como los habitantes de Armucurá.

Otro día, Caragabí, calmado de su enojo, consideró que debía mandar otro mensaje a Tutruicá, rogándole que le enseñara cómo había él formado tan perfectas criaturas.

Tutruicá se negó por segunda vez.

De allí a algunos días, se compadeció Tutruicá de Caragabí por que no podía crear al hombre con la debida perfección y le mandó a decir que no hiciera al hombre de piedra sino de barro. Caragabí se humilló a obedecer esta insinuación de Tutruicá y mandó un tercer mensajero a pedir al yábea un pedacito de su barro, siquiera como la lengua de una paloma.

El dios de abajo complació esta vez al dios de arriba, enviándole lo que pedía, y aquel minúsculo pedacito de barro creció tanto en manos de Caragabí, que bastó para formar la efigie de un hombre.

Se sacó Caragabí un pedacito de costilla y con ella sopló al gran muñeco en las extremidades y en la frente, y en seguida la introdujo dentro de la efigie, la cual, al punto se transformó en un hombre, que se puso de pie y veía, sonreía, andaba y hablaba con perfección. Caragabí se alegró mucho de su obra y le mandó que se arrodillara para darle la bendición.

Hecho esto, Caragabí se fue a recorrer el mundo. Pasados diez años pensó en darle compañera al hombre que había formado. Para ello mandó nuevo mensajero a Tutruicá pidiéndole otro poco de barro, por que la primera cantidad se le había perdido.

Tutruicá creyó en este engaño y le mandó una cantidad semejante a la primera.

Con ese barro hizo Caragabí una figura de mujer, por semejante procedimiento que siguió al formar al hombre. Para darle vida, quitó al hombre la primera costilla del lado derecho y con ella sopló a la efigie, introduciéndosela cuidadosamente, y he aquí que la efigie se animó, el barro cobró aspecto humano, y resultó una encantadora mujer. Al verla con vida e inteligencia perfectas, se alegró sobre manera el corazón de Caragabí.

Por virtud de las sendas costillas introducidas en ambas efigies, se les quitó la pesantez propia del barro.

Tutruicá que no despreciaba oportunidad para buscar reparos en todas las obras de Caragabí, viéndole tan alegre y satisfecho por la creación del primer hombre y la primera mujer, quiso zaherirle que, al fin y al cabo, los hombres que había hecho eran mortales.

A lo cual repuso Caragabí: “no importa, después de la muerte, yo recogeré sus almas y las llevaré al cielo, donde serán inmortales.”


Colombia - Mito Catío - Origen dioses Caragabí y Tutruicá

Este mito sobre los dioses Caragabí y Tutruicá fue tomado y adaptado de la obra Mitología Americana, del R.P. Mariano Izquierdo, C.M.F.

Por Juan Carlos Alonso
http://mitosla.blogspot.com/2009/03/colombia-mito-catio-origen-dioses.html

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NIU-KUA

En algunas interpretaciones de la leyenda, Niu-kua aparece al mismo tiempo como la hermana y la esposa de Fu-hi, el legendario gobernante que enseñó al ser humano a domesticar a los animales y el que le mostró el matrimonio. Niu-kua y Fu-hi fueron pintados como con colas de serpiente entrelazadas y con un niño entre ellos, en un mural de la Dinastía Han del Este (25-220 d. C.) en el templo de Wu-liang en el pueblo de Jiaxiang (provincia de Shadong).



En la mitología china Niu-kua (a veces Nv-Kua) es una de las divinidades femeninas más antiguas. Niu-kua es definida en el más antiguo diccionario chino por el filólogo Xu Shen como “la encargada de la reproducción de todos los seres vivos”, por lo cual, muy posiblemente su origen está asociado con la fertilidad. Hay varios relatos que nos hablan de esta diosa y según cuenta una leyenda ella es quien creó al ser humano

Según se relata la tierra era muy bonita, en ella crecían las flores, los árboles y estaba llena de animales, pájaros, peces y muchas otras criaturas. Pero, a pesar de ello Niu-kua sentía soledad. Ella descendió y cogió un pedazo de tierra, la mezcló con agua y la moldeó hasta formar una figura a su semejanza. A medida que la iba amasando, la figura cobraba vida, hasta que se convirtió en el primer ser humano. Niu-kua estaba tan complacida con su creación que continuó elaborando más figuras, tanto de hombres, como de mujeres. Ellos danzaron alrededor de Niu-kua llenos de gozo y agradecimiento y dejó de sentir soledad.




Bibliografía
MIRCEA ELIADE
Historia de las creencias y de las ideas religiosas/ Mircea Eliade.-1978.- Madrid, Ediciones Cristiandad. (4 vol.)
http://www.cervantesvirtual.com/historia/th/cosmogonia_china.shtml
Cosmogonía China

Sitio de la imagen
bromero161162.blogspot.com

TRASLACION DE SANTIAGO APOSTOL

Codex Calixtinus Libro III, La traslación de Santiago

De hecho, por los breves apostólicos de dos papas, Gregorio XIII y Sixto V, se celebra en Santiago y en España la fiesta de la Traslación.

El rey Herodes mandó decapitar a Santiago Apóstol. Fue el protomártir de los Apóstoles; luego le seguirían todos los demás y sucedió en la ciudad Santa de Jerusalén. Este es el dato histórico y punto de partida de una leyenda que parece ser un inverosímil juego imaginativo pero, como tantas veces sucede, la fantasía mejor intencionada cubre los espacios en blanco que la historia no puede rellenar con datos comprobables.

Y la leyenda se expone así resumiendo:

Una vez muerto Santiago, los siete discípulos que había llevado consigo cuando estuvo en España robaron por la noche el cuerpo que Herodes prohibió enterrar y dejó expuesto a las aves, perros y alimañas.

Ocultamente lo llevaron hasta el puerto de Jaffa donde milagrosamente encontraron una nave sin remeros ni piloto, pero con todo lo necesario para una larga travesía. Ayudados por un viento favorable y sin escollos ni tempestad arriban a Iria Flavia —hoy Padrón— cerca de Finisterre. Con esto cumplen el deseo que les había encargado el propio Santiago previendo el acontecimiento de su muerte.

Tierra adentro encuentran una gruta. Les parece sitio apto para depositar los restos mortales. Manos a la obra, destruyen un ídolo de piedra de los paganos del país y excavan en la piedra un sepulcro donde depositan el cuerpo con su cabeza que habían transportado. Luego levantan una casa que será capilla. Teodoro y Atanasio se quedarán custodiando la reliquia, mientras que los otros cinco compañeros saldrán por los campos y poblados a predicar el Evangelio. Cuando mueren los dos custodios reciben sepultura junto a los restos de Santiago.

Las invasiones y guerras que se suceden en el lugar son factores determinantes para que, junto con el mismo paso de los años, se relegue al olvido transitoriamente tanto el lugar ya tapado por los matorrales como el tesoro que contiene.

Cuando reina Alfonso el Casto se descubren los antiguos sepulcros y el rey manda edificar un templo. Y otros monarcas le siguen. Es Compostela.

Los papas conceden privilegios, Urbano II desliga el obispado de la jurisdicción de Braga y con Calixto II comienza a ser arzobispado.

Los milagros y las maravillas se producen en el tiempo para españoles y extranjeros. Se señala de modo muy especial la protección en la larga lucha de reconquista llegando a aplicársele el alias de "Matamoros" por haberlo visto con todas las armas precediendo al ejército cristiano.

Las rutas del peregrinaje de Europa comienzan a tener otro camino para culminar el perdón de los pecados con arrepentimiento.

Fuente: archimadrid.es
Santopedia

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Codex Calixtinus Libro III, La traslación de Santiago




Se trata del libro más breve de todos los que componen el Codex.

Pese a su brevedad, está integrado por dos textos de suma importancia en la tradición jacobea. Uno del siglo XII, en el que combina la tradición compostelana recogida en la Epístola del papa León con la leyenda de los siglos VII y VIII relativa a los Siete Varones Apostólicos, cómo éstos trasladan el cuerpo martirizado del Apóstol desde las playas palestinas hasta el “puerto de Iria, que está en Galicia”.

El otro texto es una narración en forma de epístola, atribuida a un papa León y dirigida a los reyes de Francos, Romanos, Godos y Vándalos, en un intento de expresar los países de los cuatro puntos cardinales. En él se narra el traslado del Apóstol desde Jafa hasta el puerto de Iria, en una barca de vela, guiada “por un ángel del Señor”.

Además de estas dos narraciones, el libro contiene una descripción de las tres solemnidades en honor a Santiago en la basílica compostelana.

Nota a la edición a cargo del Dr. Isidro García Tato, Secretario de Publicaciones del Instituto de Estudios Gallegos “Padre Sarmiento” del CSIC de Santiago de Compostela.

El libro termina con un breve capítulo dedicado a cantar las virtudes de las caracolas marinas, que suelen llevar consigo de recuerdo los peregrinos en su viaje de regreso, y cuya melodía aumenta la devoción de la fe, es un antídoto contra las asechanzas del enemigo y protege de las granizadas, borrascas, tempestades y vientos.

EL SACRIFICIO QUE APAGO EL LANIN

El Lanín es un Estratovolcán. De una altura de 3.776 metros sobre el nivel del mar, no registra actividad desde el siglo XVIII, no obstante este Estratovolcán se encuentra incluido en el cinturón de fuego del Pacífico.
Se encuentra en el límite entre Argentina y Chile.
Vista desde el Lago Huechulafquen (Argentina).



Dicen los mapuches que cada montaña tiene su dueño, su Pillan, un espíritu que guarda sus tesoros y la protege de los grandes abusos.

El Pillan vive en la cumbre desierta hasta donde nadie se aventura, pero baja para recorrer sus caminos, cuidar los animales del bosque y asomarse a la orilla de los lagos o a la puerta de los valles, donde termina su reino. Cuando el Pillan se enoja, un viento amenazante comienza a agitar las copas de los arboles, expulsando el silencio y reuniendo las nubes. Cuando castiga, provoca tormentas, derrumbes, erupciones... Y, calmar la ira de un Pillan a veces exige sacrificios inolvidables.

La tribu del cacique Huanquimil vivía hace mucho tiempo en el valle de Mamuil Malal, contra la ladera norte del Lanin, donde los pehuelches se levantan enhiestos y oscuros como centinelas, donde crecen los amankays como una sorpresa repetida y corren las maras entre la espesura.

Una vez, un grupo de muchachos recorría el bosque buscando caza, siguiendo las huellas de un huemul. Decididos, con el carcaj y el cuchillo bajo el manto de lana y seguidos por los perros, iban subiendo la ladera.

- Seguro que se fue para el torrente – dijo uno – allí lo atraparemos–
Y sin mas palabras marcharon, optimistas, siempre hacia arriba, siguiendo la rastrillada que circunda la montaña.

Sus pasos se hicieron sigilosos al acercarse a la cascada. Era un arroyito, apenas un hilo de agua que bajaba desde la cumbre, donde piedras o ramas caídas formaban aquí y allá pequeños estanques, donde el bosque perdía toda rudeza, tapizado de musgo y adornado de flores.

Ocultos y en silencio, esperaron al huemul. Después de un rato que pareció muy largo, el animal llego al claro y se puso a beber delicadamente el agua transparente. Los muchachos apuntaron sus flechas, pero los perros, inquietos se les adelantaron y espantaron al ciervo, que se escapo rápidamente ladera arriba, buscando el refugio de los arboles.

Y comenzó la persecución. Los perros olfateaban la huella y corrían, erizados, mientras los cazadores se separaban, subiendo por distintas sendas, para acorralar a la presa. A veces el huemul se detenía y luego, asustado, volvía a escaparse, siempre trepando montaña arriba, su única vía libre.

Ya estaban muy alto cuando lo atraparon, cuando arrinconaron contra las grandes peñas al animal ya sin resuello. Así pudieron clavarle sus cuchillos, temblando ellos también, sin aliento para gritar el triunfo, con el corazón batiendo como el parche de un Kultrun y las pantorrillas dolorosas.

Una vez recuperados, miraron a su alrededor antes de comenzar el descenso. No conocían ese sitio, nunca habían subido tan alto por las laderas del Lanin, y el paisaje había perdido su aspecto familiar. Ya no había árboles, con hongos sembrados a sus pies; ya no se veían mas pájaros ni flores; aquí y allá se encontraban los huesos blancos de algún animal muerto; el suelo rocoso no se escondía bajo la alfombra de hojas, de frutos, de ramitas... se desnudaba, barrido por un viento helado que no tenia ya donde enredarse. La montaña entera parecía depurarse en silencio y blancura.

Cierto desasosiego los hizo interrumpir el descanso y desear estar de vuelta en su ruca, con el fuego encendido y el olor del asado deshaciéndose en humo... Entonces se levantaron y comenzaron el descenso, arrastrando el cadáver montaña abajo.

Antes de que el cuerpo del huemul fuera desollado y su carne deshuesada y salada, el volcán empezó a humear, amenazante. Y esa misma noche, acostados, todos sintieron en sus cuerpos el temblor de la montaña y escucharon el retumbar se sus entrañas.

Así comenzaron días de angustia para la gente de Huanquimil.

El humo nubló el cielo y no se vio mas la luz del sol, la tierra caliente temblaba bajo los pies de los mapuches, una lluvia de cenizas caía sobre los sembrados. De nada sirvieron las rogativas, las ofrendas...

¿Como podría aplacarse la furia del Pillan?

La machi recurrió a las cortezas de Coihue, pero las escrituras resultaron ambiguas. Entonces se recluyo dos días para meditar, aislada en una grieta, envuelta en su grueso manto y alimentándose solo de tallos de niolkin.

Volvió de su retiro ensombrecida por la revelación: solo una ofrenda calmaría al Pillan, y pedía el mayor tesoro de Huanquimil, su hija Huilefún.

- Debe llevarla arriba el más joven y valiente de los Koná - agrego la machi.

¡Cómo lloraron los huanquimiles! Pobre Huilefún, ¡tan hermosa, que no terminaría de crecer!

- ¡No puede ser, no puede ser!! – gritaba su madre, desesperada.

Pero el feroz sacrificio debía cumplirse.

Hermanas y primas vistieron y arreglaron a Huilefún, que, callada, las dejaba hacer.

Ellas le trenzaron el pelo, la arroparon en un manto nuevo y se lo sujetaron con un broche de Llanka. Así se presento ante todos los que se habían reunido para despedirla, mirando con ojos tristes a los muchachos, pensando si seria este o aquel el encargado de acompañarla arriba.

Se adelanto Quechuán y dijo:

- Yo te llevo, Huilefún. Y llego el momento de la despedida.

El sonar de los Kultrunes ahogo el sollozo de Huanquimil; su mujer, con el cabello cortado, corrió hasta Huilefún para darle el último abrazo y prenderle en el pecho su mechón de duelo.

Después Quechuán le dio la mano a la muchacha y se los vio desaparecer y aparecer alternativamente, camino arriba, hasta que sus siluetas se perdieron en la montaña encapotada de humo y de cenizas.

Quechuán y Huilefún subieron sin hablar la cuesta del Lanin. Les faltaba el aliento por el esfuerzo y de a ratos se sentaban a descansar sobre las rocas. A medida que subían el calor se hacia insoportable, y tenían que taparse la cara con el manto para no respirar el aire cargado de ceniza.

Cuando Huilefún no pudo más, Quechuán la sentó sobre sus hombros. Así llegaron hasta el borde del cráter.

- Ya podes volverte, Quechuán – dijo muy bajito Huilefún.

Quechuán bajo a la muchacha pero no la soltó. La rodeo con sus brazos y le dijo:

- Yo me quedo con vos – y beso los labios calientes de Huilefún.

Se sentaron juntos, abrazados debajo de sus mantos, que habían unido. Hasta que algo los cubrió de improviso, una sombra en medio de las sombras. Eran las alas de un cóndor, que, poderoso, se abalanzo sobre la pareja y arranco a Huilefún de los brazos de Quechuán. Aprisionándola con sus garras la levanto en el aire, sobrevoló la cima y la dejo caer en la boca humeante del cráter.

Mientras Quechuán corría cuesta abajo, un aire húmedo y frío invadió la montaña, al tiempo que caían los primeros copos. Fue la nevada más grande de que se tenga memoria, duro tantos días que ya nadie recuerda cuantos. Constante, blanca, mansamente, la nieve cayó sobre el cráter sepultando para siempre su fuego milenario, enfrío la montaña para salvarla del incendio y cubrió la tierra mapuche con su blanco mantel protector.

Cubierto de nubes o reluciendo al sol, el viejo Lanin es la montaña más importante de Neuquén. Su cúpula asimétrica, siempre brillante de nieve, atrae de inmediato la mirada y nadie la deja atrás sin darse vuelta para verlo por última vez. Sereno, inconmovible, se yergue por sobre el esplendor de bosques de suelo ceniciento y lagos de playas oscuras, vagos recuerdos de antiguos incendios.

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mundonahuilen.blogspot.com

Fuente:
http://es.wikipedia.org/wiki/Volc%C3%A1n_Lan%C3%ADn

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/11/mutisia.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/12/calcura.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/11/el-pehuen-errante.html

LA CAMPANA DE RERE


Rere localidad ubicada en Yumbel - Bio Bío, Octava Región de Chile.


Quien no conozca la campana de oro de Rere, no conoce el tesoro más preciado de este histórico pueblo de la región del Biobío. Por allí dicen que no vale la pena visitar el pintoresco poblado, a 70 kilómetros al sur de Concepción, si no se contempla la majestuosidad y hermosura de la forma y tañido de dicha reliquia.

En ella está resumido el orgullo de los rerinos que no olvidan la antigua grandeza que le dio origen cuando en esas tierras se encontraba la próspera Estancia del Rey y se producía oro en abundancia.

La campana data de comienzos del siglo XVIII, concretamente del año 1721. Fue construida por iniciativa de los jesuitas con el propósito de anunciar con mayor belleza el llamado a las múltiples ceremonias religiosas que se celebraban en la misión de Buena Esperanza de Rere.

No se tiene certeza acerca del lugar en donde fue construida pero, según la leyenda, tal obra fue posible gracias al generoso donativo de joyas de oro, plata y otros nobles metales que los vecinos entregaron a los misioneros.

Cuentan también que ante tanta belleza y tan extraordinarias cualidades, las autoridades eclesiásticas de Concepción quisieron llevarse la campana. Sin embargo, con más de 40 yuntas de bueyes fue imposible sacarla siquiera fuera de la villa. Pero, para devolverla a su legítimo lugar bastó sólo una.

Hoy, la legendaria campana está ubicada en lo alto de un bello campanario construido en 1921. Desde allí, cada domingo, lanza sus melodías a rodar por los suaves lomajes de la comarca.


Por Luis Espinoza F.
http://yumbelbiobio.blogspot.com/

http://www.icarito.cl/enciclopedia/articulo/primer-ciclo-basico/lenguaje-y-comunicacion/lectura/2009/12/53-7055-9-3-mitos-y-leyendas-chilenas.shtml

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radiobiobio.cl

KINTARO



Hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar nació un niño llamado Kintaro.

Kintaro creció muy fuerte y robusto y nadie podía rivalizar con el.

El siempre andaba con unos animales de montaña. Ellos eran sus amigos y con ellos practicaba el sumo todos los días.

Un día, Kintaro y sus amigos fueron a la montaña de enfrente para recoger unas castañas. Allí habían muchos castaños.

De repente apareció un oso muy grande que se dirigió a ellos: -¡Esta montaña es mía! ¡Y también lo son esas castañas! pero si me vencen en una batalla de sumo, ¡Se las daré!

Los animales se horripilaron pero Kintaro contesto... ¡Yo seré tu contrincante! y empezaron a luchar.

Al poco rato, Kintaro con todas sus fuerzas echo al oso al suelo.

Los animales se alegraron mucho y Kintaro se dirigió al oso: ¡Ahora tú eres nuestro amigo!

El oso contesto ¡Gracias! ¡Que persona mas estupenda eres!

Con el tiempo Kintaro se convirtió en un valiente samurai llamado "Sakatano Kintoki"

JUAN DIEGO




Después de la conquista espiritual que se inició en la Conquista y continuó en la Colonia, aparecieron pronto las primeras familias indígenas cristianas en las cercanías de la ciudad de la Nueva España. Juan Diego pertenecía a una de estas familias y nació en Tolpetlac, aldea al norte de la Villa de Guadalupe en 1548.

Su nombre indígena era Cuauhtlatóhuac, "el que habla como águila". Su oficio era la manufactura de petates que vendía en Tlatelolco.

Según la leyenda, a los 53 años de edad tuvo la aparición milagrosa que daría inicio a la adoración de la Virgen de Guadalupe en México.

La historia fue así: Juan Diego vivía con su mujer y su tío Juan Bernardino en Tulpetac, lugar donde no había iglesias por lo cual tenían que ir a misa hasta Santa Cruz de Tlatelolco.

El sábado 9 de diciembre de 1531 Juan Diego se encaminaba hacia ahí y al pasar por el cerro del Tepeyac oyó un canto que no era de esta tierra. Se detuvo a gozar de él y cuando miró arriba vio un sol resplandeciente y en medio a una señora en actitud de oración, él fue a saludarla y ella le dijo que era su deseo que le labrase un templo en ese llano y le encomendó también que le comunicara ese deseo al señor obispo.

El obispo no lo tomó en serio y le pidió que volviese otra vez al lugar a ver si sus ojos no lo habían traicionado. Regresó desconsolado Juan Diego y la Santísima Virgen se le apareció otra vez para decirle que volviera el domingo a ver al señor obispo.

Así lo hizo Juan Diego, pero el obispo le pidió una señal comprobatoria de la voluntad de la Virgen.

La señora se le apareció de nuevo y le pidió que volviera al día siguiente.

El lunes, día de la cita, se enfermó de cuidado el tío Juan Bernardino y recién el martes pudo salir Juan Diego que se dirigió la ciudad a buscar a un sacerdote para que le administrara los últimos sacramentos.

Iba por ahí, ese día 12 de diciembre, cuando al pasar de nuevo por el Tepeyac se le volvió a parecer la Virgen y le preguntó qué le pasaba.

El le contó lo de la enfermedad de su tío y ella le dijo que no se preocupara porque su tío ya estaba sano, después le pidió que subiera al cerro a recoger unas flores.

Fue Juan Diego y en efecto encontró muy bellas rosas de las que no era temporada y que nunca se habían dado allí. Ya con ellas en su ayate, la Santísima Virgen dijo que las llevara donde el señor obispo pero que no desplegase su ayate ni lo mostrara a nadie más. Así lo hizo Juan Diego.

Después de conseguir entrar en el obispado, le dijo a Zumárraga, el obispo, que ahí le llevaba la prueba que le había pedido. En ese momento soltó su ayate y apareció en él pintada como por los ángeles, la imagen de la Virgen de Guadalupe.

Juan Diego ha sido propuesto como santo a la iglesia católica y durante mucho tiempo su templo fue venerado por los indígenas.

La leyenda al pie de la estatua con su imagen que se encuentra en la plaza de la Basílica dice lo siguiente: "Personificación de nuestro pueblo, a quien la excelsa Madre de Dios tituló: hijo predilecto de su corazón y le mandó pedir al obispo un templo donde mostrar su misericordia. Al entregar las flores recibidas como señal, apareció estampada en su tilma la maravillosa imagen de la Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre de 1531, añometlactli omey actal, 13 caña, fecha inmortal para todos los mexicanos."

Nota:

Petate: La palabra petate se utiliza en América Central y México para referirse a un tipo de alfombra tejida, y cuyo nombre proviene del vocablo náhuatl petatl. El petate se elabora a base de fibras de la planta llamada Palma de Petate Thrinax Morrissi. La RAE lo define como estera. Generalmente son tejidos en forma rectangular y pueden encontrarse en diferentes tamaños.

Ayate: En México, el ayate era una como capa o cobija con la que se cubrían en tiempo de frío y era hecha de algodón o de fibras vegetales trenzadas artesanalmente.

Imagen: mensajerosdemaria.blogspot.com

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SANTA BÁRBARA


La leyenda más conocida es la que dice que el siglo III una joven llamada Bárbara, hija de un tal Dióscoro, fue encerrada en una especie de torre de su casa, con todas las comodidades posibles, para alejarla del mundo y darle buenos estudios. La torre tenía dos ventanas y fue reformada por petición de la Santa, con una tercera que recordara la Santísima Trinidad. Allí vivió dedicada a la oración, en una época de persecuciones y martirios, hasta que un día el padre encontró en el baño de su hija una cruz inscrita.

Indignado le denunció y la entregó al Pretor Martiniano, que al no poder convencerla de que renuncie a su fe y se case, la condena a muerte.

Dióscoro cumple el mandato del Pretor, de buena gana y decapitándola personalmente. Cuando Dióscoro vuelve a casa, después de la ejecución, un rayo cae sobre él, produciéndole la muerte.

Fuente:

De Wikipedia, la enciclopedia libre
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LA CULEBRA


Vivia en el pueblo de Tepanyaco una doncella llamada Quiahualoxóchitl. Era tan linda que muchos príncipes y guerreros aspiraban a su amor, sin embargo, la joven, orgullosa y altiva, despreciaba y humillaba a todos sus adoradores.

Un día Quiahualoxóchitl, quien también era cruel y vanidosa, pensó que su hermosura bien merecía el homenaje del sacrificio sangriento de sus muchos admiradores, por lo que pregonó que sería muy de su agrado que muchos enamorados lucharan entre sí, para poder decidir a quien le otorgaría su corazón.

No tardaron en presentarse frente al palacio de la bella varios contendientes como el rey Aztecalli, señor de Tepeticpan; Papalotl, señor de Ocuetulco, así como Aztlahua, señor de Atizatlán. A todos ellos les faltó poco para perder la vida en los siniestros combates provocados por la coqueta Quiahualoxóchitl.

El pueblo presenciaba horrorizado cómo sus más valientes guerreros estaban expuestos a morir por los caprichos de la princesa, de tal modo que se encaminaron hacia el palacio del señor de Tlaxcala para pedirle que evitara que aquella mala mujer prosiguiera ejecutando sus maldades.

El señor Timalli escuchó atentamente sus peticiones y prometió castigar enérgicamente a la cruel princesa. No tardó el rey de Tlaxcala en ordenar que Quiahualoxóchitl quedara prisionera en el palacio de su padre, el venerable anciano Magicatzin, bajo la advertencia de que si osaba desobedecer el mandato real recibiría un cruel castigo.

En todo Tepanyaco causó gran agrado la orden real, pero a pesar del encierro de la princesa, los jóvenes guerreros y nobles seguían rondando sin descanso el palacio del anciano Magizcatzin, ansiosos de contemplar, aunque fuera a distancia, el bello rostro de la malvada Quiahualoxóchitl.

Al principio la princesa pareció resignarse a su encierro, pero no tardó en cansarse y sobornar a sus custodios, logrando llegar secretamente al palacio de Chechimical, señor de Zocotlán, a quien pidió que la vengara del supuesto ultraje recibido por su parte de su enamorado, el guerrero Azayactzin, quien según la había calumniado frente al rey.

Chechimical creyó todo lo dicho y retó a muerte al joven Azayactzin, hijo predilecto del sacerdote Iyac, quien aceptó valientemente el reto.

Días después tuvo lugar el encuentro, en donde murió Azayactzin; al enterarse Iyac de la muerte de su hijo, pidió justicia divina y el dios, convencido de que era justo castigo para la princesa, convirtió a Quiahualoxóchitl en culebra chirrionera.

Aún así los jóvenes seguían sin poder evitar la crueldad de la princesa, ya que en caminos y bosques les salía al paso para atormentarlos. El asustado pueblo pidió a su dios que descubriera el modo de defenderse de la princesa, y este les aconsejó que usaran contra ella un látigo y con pasos de danza la abatieran a golpes.

Y desde aquellos tiempos hasta nuestros días, se baila la danza de La Culebra, que conforma un bello exponente del folklore Tlaxcalteca.

Vocabulario

Quiahualoxóchitl: flor de lluvia.
Tepeticpan: sobre el cerro.
Papalotl: mariposa.
Ocotelulco: colina de los pinos.

Leyenda Tlaxcalteca

Fuente: Museo Nacional de Antropología

FILOCTETES

Filoctetes de Jean-Germain Drouais (1802-1813).


Filoctetes es uno de los muchos héroes de la mitología griega.

Era el hijo del rey Peante de Melibea, en Tesalia, y de Metone.

Filoctetes era famoso por su arco y flechas, objetos que le habían sido entregados por Heracles.

Filoctetes fue uno de los pretendientes de Helena de Troya antes de su matrimonio con Menelao.

Aunque partió con los buques griegos para participar en la guerra de Troya, la mordedura de una serpiente impediría que desempeñara esta misión.

Cuando Filoctetes se recuperó y acudió a la guerra, su arco mitológico disparó la flecha que acabaría con la vida de Paris.


Imagen
es.wikipedia.org

HUNAB KU

Hunab Ku, el dios único, el dios de dioses.



Hunab Ku, «dios uno», el dios creador, que no tiene representación.

Su hijo es Itzamná, dios del cielo, protector de los reyes y primer sacerdote. Se le representa en forma de dragón. Puede manifestarse como el Sol, tomando entonces el nombre de Kinich Ahau, «señor ojo solar».

Esta deidad suprema era el responsable de la creación del mundo y del ser humano.

Hunab construyó el mundo en tres ocasiones consecutivas.

El primer mundo que creó fue habitado por genios, los constructores de las ciudades; el segundo fue dominado por los dzolob, una raza oscura y siniestra; y el tercero y definitivo fue el que habitaron los mayas.

LA NOCHE DEL TATU





Los indios tejieron tupidos techos de paja y bajo ellos colgaron sus hamacas. Pero no pudieron dormir.

El Padre Primero no había creado aún la noche. El sol alumbraba todo el tiempo. El brillo y el calor caían sobre las criaturas de la tierra sin descanso.

Cazar y pescar era la ocupación de los hombres. Cocinar y cuidar los niños, el trabajo de las mujeres.

Los indios se quejaban:

-Nunca podemos sentarnos a fumar junto al fuego, antes de dormir.

-¿Para qué nos sirven las hamacas? Sólo podemos echar una pequeña siesta.

Las mujeres reclamaban:

-Tenemos que cocinar sin descanso. Como no hay noche, los hombres y los niños tienen hambre a cada rato.

Un día, Niva, la mamá de Cochipil, descubrió que el ratón tenía una pequeña noche en su cueva.

-El ratón tiene noche y nosotros no -contó al pequeño Cochipil.
El niño sintió curiosidad y se tendió en el suelo a mirar la noche del ratón.

El animalito robaba algún pedazo de carne o se comía unas cucarachas y corría a esconderse en su cueva. Se ponía a dormir envuelto en su larga cola.

-¡Qué buena es la noche del ratón! -dijo Cochipil a su padre, el jefe Nahua.

-¿La noche del ratón? ¿Dónde la viste? -preguntó Nahua, sobresaltado.

-Allá, cerca del fogón, donde cocina mamá -contestó el niño.
-¡El ratón tiene noche y nosotros no!

-Mi mamá dijo lo mismo -observó el chiquillo.

-Ya que tú conoces dónde guarda el ratón su noche, ¿por qué no se la pides prestada?

-Lo intentaré -contestó Cochipil entusiasmado.

Cuando su madre le dio una de las numerosas comidas del día, guardó los pedacitos de carne más sabrosos. Mientras sus padres dormían una corta siesta en las hamacas, Cochipil se acercó a la cueva del ratón.

Con gran cuidado puso delante de la entrada los trozos de carne. Y apenas el ratón asomó su hocico puntiagudo, el niño le dijo con suave voz:

-Si me prestas tu noche, te traeré más carne.

Al ratón le brillaron los negros ojillos y aceptó.

Luego de roer los trozos de carne, salió de sus ojos y de sus orejas un aire negro; subió al cielo y empezó a cubrir rápidamente la luz del sol. Y el sol, huyendo de la noche del ratón, bajó por el cielo y se escondió en el horizonte.

Y fue la primera noche.

Los indios vieron caer la dulzura de la oscuridad y se alegraron.

Corrieron a sus cabañas a encender una buena fogata para sentarse a fumar y conversar. Luego se tendieron en las hamacas y sintieron que las sombras eran como otro párpado sobre sus ojos. Pero, ¡qué poco les duró el descanso! Casi de inmediato empezó a amanecer y el cielo no tardó en llenarse de una luz fuerte que les quitó las ganas de dormir.

-La noche del ratón es muy corta -exclamó Nahua.

-Hay que conseguir una noche que dure varias horas para dormir a gusto -contestó Ruma, uno de los cazadores.

En medio de la selva encontraron al tapir comiendo hojas tiernas.
-Te perdonamos la vida si nos prestas tu noche -dijeron los cazadores.

El tapir no quería morirse todavía y prestó a los indios su noche.

De su cuerpo grande y gordo, de sus orejas y de su pequeña trompa, empezó a salir una noche espesa que cubrió rápidamente el cielo. El sol se puso casi de inmediato y fue la segunda noche.

Los indios corrieron felices a sus aldeas de paja. Por el camino, vieron las estrellas por primera vez y se llenaron de admiración.

-La noche es una gruta llena de ojos -dijo Ruma.

-Sí, de ojos de tigre -añadió Nahua.

Encendieron sus fogatas, fumaron y conversaron hasta que les dio sueño. Luego, todos, hombres, mujeres y niños se tendieron en las hamacas sintiendo la pesada noche del tapir sobre sus párpados.
Durmieron y durmieron durante horas y horas. Y soñaron mil sueños, desde el principio del mundo.

Después de mucho tiempo, amaneció lentamente. Cuando los indios despertaron, vieron que las malezas y matorrales del monte habían cubierto sus sembrados y destruido sus aldeas. Las enredaderas habían trepado hasta sus hamacas y techos.

-La noche del tapir es demasiado larga -dijo Nahua.

-Tendremos que hacer todo de todo de nuevo, las siembras y las casas -se quejó Ruma.

Y Niva lloró:

-Mi cocina desapareció bajo la maleza; no encuentro mis vasijas de cuero y paja.

La noche del tapir fue un desastre. Sin embargo, los indios no perdían la esperanza de encontrar una noche convincente.

Después de limpiar su cocina y sus cacharros, Niva anunció:
-Cochipil, como niño, encontró una noche muy corta; los cazadores, como hombres, otra demasiado larga. Yo, mujer, buscaré la noche que conviene.

Y se fue por los montes hasta que encontró al Peludo (quirquincho) en su madriguera.

-Tatú, despierta -gritó Niva.

El Peludo, protegido por su armadura, por lo que también se le llama armadillo, ni se movió; Niva le hizo cosquillas entre los anillos de su coraza y Tatú asomó su afilada cabecita.

-¿Qué quieres mujer?

-Quiero que me prestes tu noche -rogó Niva.

El Tatú guardó silencio, pensando.

-Te daré las sobras de la comida -prometió la mujer.

Al oír lo de comida, el Tatú despertó por completo.

-Te presto una sola noche -ofreció.

La mujer aceptó feliz y regresó a su cabaña.

Del fondo de la madriguera del Peludo salió lentamente su noche.

El sol bajó por el cielo poco a poco. Los hombres tuvieron tiempo de terminar sus trabajos y las mujeres prepararon una buena comida antes de que oscureciera.

Y llegó la tercera noche.

En todas las aldeas encendieron fogatas y la gente conversó y fumó alegremente. Cuando brillaron todas las estrellas, se acostaron en sus hamacas. Y la dulzura de la noche les cerró sus ojos.

Amaneció a las pocas horas, luego de un buen sueño. Los indios estuvieron de acuerdo en que la noche del Tatú era la más conveniente.

Por eso, los hombres no quisieron devolvérsela nunca más.

Y esta es la razón por la cual el Tatú duerme durante el día y corretea sin descanso en la oscuridad, porque no tiene noche.


Autor anónimo
Fuente: http://www.logoslibrary.eu
Mito Aymará de la selva peruana
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