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EL NEGRO MANUEL Y LA VIRGEN DE LUJÁN



Manuel dedicó toda su vida, desde que llegó a la Argentina, a cuidar a la Virgen de Luján.

Fue traído de Africa y vendido como esclavo en Brasil. Llego al Río de la Plata a los 20 años de edad, en la embarcación en donde venia la bendita imagen, presenció el milagro en la estancia de don Rosendo.

Se desconoce quien era su dueño, pero Manuel permaneció en la estancia al cuidado de la imagen, consagrando su vida al atención de la santísima Virgen.

La tradición nos dice que Manuel, realizaba curas milagrosas con el sebo de las velas de la capilla y relataba a los peregrinos los viajes de la Santa Virgen, que salía de noche para dar consuelo a los afligidos.

Manuel guardaba de los viajes de la Señora los abrojos se desprendían del vestido de la Virgen. Con los años, don Rosendo falleció y el lugar quedo casi abandonado, pero éste hombre fue siempre fiel y continuó al servicio de la Virgen.

Hacia el año 1638 contrae matrimonio con una mujer criolla, llamada Beatriz, esclava de la familia González Filiano. El matrimonio fue celebrado en la humilde Ermita de la Concepción del río Luján. Beatriz fue una fiel compañera del negro Manuel y lo secundó plenamente en el empeño por mantener vivo el culto a la Santísima Virgen en la apartada Ermita de Rosendo. Beatriz falleció antes de 1670.

Del Negro Manuel, dicen las crónicas hacia el año 1648, que era de “una rara calidez y simplicidad” y que cumplió fielmente el encargo que recibiera de su primitivo amo, el conductor de las Santas Imágenes, al decirle “que era de la Virgen y que no tenía otro amo a quien servir que a la Virgen Santísima”. Por su fe en Dios el negro Manuel “con el sebo de las velas que ardían en presencia de la Santa Imagen de María Santísima obraba prodigiosas curaciones en varios enfermos que de partes diferentes concurrían a la Capilla”: Tales curaciones las cumplía el negro esclavo sin llamar la atención de nadie, más que de la gente sencilla y devota de la Santa Virgen.

Hacia 1681, cuando todavía la Santa Imagen de la Virgen se hallaba en el Oratorio de Doña Matos y se estaba levantando la Capilla, ocurren hechos milagrosos sobre el negro Manuel que hallaba a la Virgen Santísima llena de rocío muchas mañanas, y con abrojos en el vestuario, y que empezaba él a decirle que qué necesidad tenía de salirse de su nicho, siendo poderosa para obrar cualquier maravilla, sin salirse de él. Y también esta otra frase que se le apropia “¿Cómo es que sos tan amiga de los pecadores, que salís en busca de ellos, cuando ves que te tratan tan mal?

Su muerte acaeció probablemente en 1686. “Murió el Negro Manuel en santidad, por cuyo mérito es tradición que logró su cuerpo sepultura detrás del Altar Mayor del Santuario, descansando a los pies de su bien amada Imagen de Nuestra Señora de Luján”

“El negro Manuel vestido de un costal a raíz de las carnes, y criando barba larga a manera de ermitaño, ayudó no poco a la prosecución de la obra de la Capilla, y después continuó en servicio de la gran Señora hasta la ancianidad decrépita. Hallándose en la última enfermedad dijo un día que su Ama le había revelado que había de Morir en viernes y que el sábado siguiente lo llevaría a la gloria. En efecto, su muerte aconteció el día mismo que había dicho.”


(Fuente: www.basilicadelujan.org.ar; www.ewtn.com)

Imagen
obispadozaratecampana.org

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/05/la-virgen-de-lujan.html

NUESTRA SEÑORA DE MONTSERRAT

Virgen de Montserrat
Patrona de Cataluña



En 1881 el Papa León XIII concedió el privilegio de que la Virgen de Montserrat fuera coronada canónicamente.

Fue la primera imagen de la Virgen María que recibió tal privilegio en la geografía española.

Este mismo Papa concedió que la Virgen de Montserrat fuera la celestial Patrona de todas las diócesis catalanas.

La montaña de Montserrat, en Cataluña, famosa entre las montañas por su rara configuración, ha sido desde tiempos remotos uno de los lugares escogidos por la Santísima Virgen para manifestar su maternal presencia entre los hombres.

La fiesta en su honor es el 27 de Abril

Lugar: Montserrat, España


La Virgen de Montserrat, Cataluña
Canción Virolai de Montserrat (Emili Vendrell)


Cuenta la leyenda que unos pastores estaban pastando sus ovejas cerca de Montserrat y descubrieron la imagen de madera en una cueva, en medio de un misterioso resplandor y cantos angelicales. Por órdenes del obispo de llevarla a la catedral, comenzó la procesión, pero no llegó a su destino, ya que la estatua se empezó a poner increíblemente pesada y difícil de manejar.

Entonces fue depositada en una ermita cercana, y permaneció allí hasta que se construyó el actual monasterio benedictino.

La virgen es de talla románica.

El color oscuro de Nuestra Señora de Montserrat se atribuye al humo de innumerables velas y lámparas que por siglos se han encendido ante la imagen día y noche. Por esto la llaman por cariño LA MORENETA

Descripción de la Imagen

La santa imagen, tallada en madera, es un buen ejemplo del arte románico.

La estatua está sentada y mide 95 cm., un poco más de tres pies de altura.

De acuerdo con el estilo románico, la figura es delgada, de cara alargada y delicada expresión.

Una corona descansa sobre la cabeza de la Virgen y otra adorna la cabeza del Niño Jesús, que está sentado en sus piernas. Tiene un cojín que le sirve de banquillo o taburete para los pies y ella está sentada en un banquillo de patas grandes, con adornos en forma de cono.

El vestido consiste en una túnica y un manto de diseño dorado y sencillo. La cabeza de la Virgen la cubre un velo que va debajo de la corona y cae ligeramente sobre los hombros. Este velo también es dorado, pero lo realzan diseños geométricos de estrellas, cuadrados y rayas, acentuadas con sombras tenues.

La mano derecha de la Virgen sostiene una esfera, mientras la izquierda se extiende hacia adelante con un gesto gracioso.

El Niño Jesús está vestido de modo similar, por su puesto, con excepción del velo. Tiene la mano derecha levantada, dando la bendición, y la izquierda sostiene un objeto descrito como un cono de pino.

Casi toda la estatua es dorada, excepto la cara y las manos de la Virgen, y la cara, las manos y los pies del Niño. Estas partes tienen un color entre negro y castaño.

A diferencia de muchas estatuas antiguas que son negras, debido a la naturaleza de la madera o a los efectos de la pintura original, el color oscuro de Ntra. Sra. de Montserrat se le atribuye a las innumerables velas y lámparas que se han encendido ante la imagen día y noche.

Con el transcurso del tiempo el humo se ha ido introduciendo en la figura, ennegreciéndola gradualmente. Por esto la llaman por cariño La Morenita. En virtud de esta coloración, la Virgen está catalogada entre las Vírgenes Negras, y la estatua goza de gran estima como un tesoro religioso y por su valor artístico.

Origen

No se sabe nada acerca del origen de la estatua, aunque cuenta la leyenda que unos pastores estaban pastando sus ovejas cerca de Montserrat y descubrieron la imagen de madera en una cueva, en medio de un misterioso resplandor y cantos angelicales. Por órdenes del obispo de llevarla a la catedral, comenzó la procesión, pero no llegó a su destino, ya que la estatua se empezó a poner increíblemente pesada y difícil de manejar. Entonces fue depositada en una ermita cercana, y permaneció allí hasta que se construyó el monasterio de hoy en día.

Esta leyenda no se ha podido confirmar.

También se cree que los primeros monjes del lugar consiguieron una estatua que fuera de acuerdo con la iglesia románica original. Se cree que dicha estatua es la misma que ahora se venera y que fue puesta cerca del retablo o contra una pared, ya que lo negro de la estatua no está cuidadosamente distribuido.

La estatua está ubicada en lo alto de la pared de una alcoba que queda detrás del altar principal. Directamente detrás de esta alcoba y de la estatua se encuentra un cuarto grande, llamado el Camarín de la Virgen. Este camarín puede acomodar a un grupo grande de personas, y desde ahí se puede rezar junto al trono de la Stma. Madre. A este cuarto se llega subiendo una monumental escalera de mármol, decorada con entalladuras y mosaicos.

Visitada por los santos.

Entre los santos que visitaron el lugar venerado se encuentran S. Pedro Nolasco, S. Raymundo de Peñafort, S. Vicente Ferrer, S. Francisco de Borja, S. Luis Gonzaga, S. José de Calasanz, S. Antonio María Claret y S. Ignacio de Loyola, que, siendo aún caballero, se confesó con uno de los monjes y pasó una noche orando ante la imagen de la Virgen.

A unas cuantas millas queda Manresa, un santuario de peregrinación para la Compañía de Jesús, la orden Jesuita fundada por San Ignacio, pues encierra la cueva en donde el Santo se retiró del mundo y escribió sus Ejercicios Espirituales.

Fuente
http://www.mariavirgen.com.ar/apariciones/virgen_montserrat.htm
http://www.familiario.com/santoral/Ntra.Sra.deMontserrat.htm

Imagen
ciberia.es


GRANADILLA

Granadilla, Cáceres, España


Esta leyenda transcurre en la Edad Media en un pueblo cacereño llamado Granadilla.

En este pueblo vivía la duquesa de Alba, Margarita. Se dice que uno de sus vasallos, Albar, se enamoró cuando era niño de Margarita.

Creció enamorado de ella y sufriendo en silencio.

Cuando llegó a adulto, partió a luchar contra los moros y se hizo respetar en las filas del ejército. Entonces Margarita pidió ayuda a Albar, pues Granadilla estaba sitiada por los moros. Albar salió del pueblo por una puerta secreta a observar el panorama y le comunicó a la duquesa que no había posibilidad alguna de vencer, pues los moros superaban a sus tropas varias veces. Tras esto le confesó su amor, pero no era correspondido por ella. Él quiso salvarla de la invasión sacándola de Granadilla pero ella se negaba, por lo que Albar decidió salvarla por la fuerza.

Mientras intentaba escapar con ella a cuestas por la salida secreta, Margarita le arrebató una daga y se la clavó a Albar en la espalda.

Albar, desangrándose, montó en su caballo que tenía en la salida y fue recogido varios días después por un monje que ya nada pudo hacer por él.

Albar lo único que podía decir es que estaba arrepentido.

Ahora dicen que este caballero sigue vagando por las calles de Granadilla montado en su caballo y atormentando a sus habitantes sin dejar de repetir algo que aún se puede oír en las noches de Granadilla: ¡¡¡Perdón!!!

Nota:

Actualmente, Granadilla es un pueblo abandonado y sólo permanece habitado por un guarda y por monitores y jóvenes que actuarán como habitantes medievales durante unos días, ya que es un campamento de trabajo en los veranos.

Imagen
valdesangil.com

SOBRE LA CREACIÓN TEHUELCHE

Región Araucanía
Chile-Argentina


En la antiquísima cosmogonía tehuelche se cuenta que "El que siempre existió" vivía rodeado por densas y oscuras neblinas allí donde se juntan el cielo y el mar, hasta que un día, pensando en su terrible soledad, lloró y lloró por un tiempo incontable... y así sus lagrimas formaron a Arrok, el mar primitivo...

El eterno Kóoch al advertirlo dejó de llorar, y suspiró...

Y su suspiro fue el principio del viento...

Entonces Kóoch quiso contemplar la creación: se alejó en el espacio, alzó su mano y de ella brotó una enorme chispa luminosa que rasgó las tinieblas. Había nacido el Sol.

Con él la sagrada creación tuvo la primera luz y el primer fuego, y con él nacieron las nubes...

Y los tres elementos del espacio armonizaron entonces sus fuerzas para admirar y proteger a la tierra de la vida perecedera que Kóoch había hecho surgir de las aguas primeras.

Andando el tiempo Elal, el héroe-dios, el nacido de la Nube cautiva y el cruel gigante Nóshtex, creó a los Chónek (hombres) de la raza tehuelche en las tierras del Chaltén... y fue su organizador, protector y guía.

Y entre otras muchas cosas, como Elal viera que sus criaturas tenían frío y oscuridad, cuando el Sol no estaba en el Cielo, les enseño a hacer fuego, el mismo que les permitiera vencer a la nieve y al frío en las laderas del Chaltén, el que brota cuando golpean ciertas piedras...

Dicen que a partir de entonces los tehuelches ya no temieron a la oscuridad ni a las heladas porque eran dueños del secreto del fuego, y el fuego era sagrado para ellos porque se los había dado su padre creador...

Este es un hermoso mito del ciclo de Elal, el progenitor de los tehuelches... Claro que las otras razas del cono sur de América han explicado a su modo el origen del fuego, el preciado elemento que aseguró la vida de las culturas aborígenes patagonienses...

Una antigua leyenda cuenta que los mapuches no conocían el fuego, pero que lo aprendieron de los niños, más exactamente de dos hermanitos que se desafiaron para quien hacías girar más rápidamente un palito en un nido de pasto seco...

¡Y el resultado fue que casi queman todo con su juego inocente!

Parece ser que el gran incendio devoró los bosques y corrió los animales hasta atraparlos...

De este modo los indios se quedaron sin caza.

¿Cómo harías para sobrevivir sin un alimento tan importante?... Pero los ancianos de la tribu dijeron que la carne de esos animales quemados no podía ser impura porque el fuego venía del Dios Padre... Y comieron así carne asada y la hallaron sabrosa... Tanto que, a partir de entonces, también los mapuches quisieron hacer fuego y conservarlo... porque les permitía no sólo cocinar sus alimentos sino disfrutar de su luz y su calor, todos reunidos en torno de la llama que era como el Sol.

Como todos los pueblos primitivos, los que habitaban las mágicas tierras de la Araucanía lograron encender el fuego por fricción de un palo sobre un lecho de yesca, o por percusión de piedras de pedernal hasta que el saltar de la chispa hace arder la hierba seca...

Y si resultaba laborioso encenderlo, aún más difícil era conservarlo...

¿Cómo lograr que no lo apagaran los vientos que trae y lleva Elëngansen?

¿Cómo protegerlo de enviado de Gualichú que intentaría robarlo?

¿Cómo entretenerlo para que no se cansara de arder y se fuera de nuevo...?

Por eso los tehuelches lo encerraban en vasijas de barro, y le prodigaron alimento y cuidados. Las mujeres eran las que se ocupaban del fuego, y cuando lo necesitaban secaban brasitas y con ellas encendían nuevos fuegos...

Pero, ¡ay si se apagaba el fuego! Muchos relatos cuentan de los terribles castigos para la mujer que se dormía o se olvidaba...

Es que fueron tiempos muy duros y los hombres no podían permitirse perder el sagrado tesoro.

Porque era un don de Dios, el fuego volvía a Dios a través de ceremonias donde ofrendaban al Supremo, en el pillan quitral, animales o frutos de la tierra, o bien objetos culturales de manufactura indígena.

También celebraron con homenajes y regalos el fuego de Pillán, el fuego de lo más hondo de la tierra que escupen las bocas enojadas o dolientes volcanes.

¿Acaso Pillán, el que vive arriba de las montañas, no comanda las terribles tormentas de fuego del Cielo y de la Tierra? ¿Sus rayos no destruyen y queman el corazón de la vida? Por eso lo respetan y veneran, para que no se enoje y traiga el fuego que devora...

Y sacralizaron el cherufe, el fuego celeste de los aerolitos que caen y que misteriosamente se vuelven piedra colorada y ya nunca más arden... Aunque: ¿qué habrá pasado con el fuego?, ¿estará sólo dormido o se habrá ido como los innombrables al más allá?

Y hasta honran mudamente a los fuegos fríos de las lejanas estrellas, porque los viejos de los loncos dicen que allí viven los espíritus de los antepasados, las almas de los que se fueron, y desde arriba contemplan sus parientes con el permiso del Elal...

Es creencia aborigen del Sur de América, que viven desde hace incontables lunas, entidades mágicas en relación con fuegos malditos... como los de Anchimallén araucano, el duende enano que sirve a los brujos del diablo, el que roba para "el daño", el que ciega con su presencia por que la lucen la que se transforma es maligna... cuando su radiación brillante y fugaz aparece en los campos o en las montañas o en las ramas de los árboles o en los techos de las rucas... el indio tiembla porque significa la muerte para alguien: ¿a quién se llevará esta vez la luz mala?

Dicen en voz baja que los anchimallenes son criaturas que los brujos alimentan con las míticas leche, sangre y miel, y que quién posea uno multiplicará su hacienda y tendrá protegidos sus ganados...

Hay quién paga mucho al brujo para tener un niño anchimallén, y también quien lo roba, y hasta quien lo seduce para sus propios huertos, observando bien cuál es el alimento que le gusta más y poniéndola su alcance en abundancia en determinados lugares del campo... y es fama entonces que "por goloso pierde la vida" el anchimallen, pues los astutos hechiceros, sus verdaderos dueños, siempre se enteran, ¡y lo castigan con la muerte por su negligencia!...

Claro que la memoria de los mapuches siempre ha tenido un lugar para el ideal luminoso de la mítica Antú Malguén. Es la joven, y bella amada de Antü (el sol), la que parece flotar, delicada y frágil, junto al estanque de las totoras, allá en la cumbre del Domuyo. Dicen que cantan melodías que son como suspiros de la brisa mientras peina sus largos cabellos rubios con peine de oro reluciente... ¿Por qué a veces su canto es un lamento y otra una risa feliz?

Nadie lo sabe, pero la fina voz que parece agua y que parece viento rueda ladera abajo por las rocas del volcán divino.

Sólo unos pocos osados que burlaron al toro y al potro del Domuyo han logrado ver Antü Malguén en la cima sagrada. Para unos huye disuelta en llama de cherufe al sentirse sorprendida, para otros se sumerge veloz en las aguas porque es la sirena Coñi Lafquén (hija del lago)... pero ni unos ni otros han podido olvidar el hechizo fascinador de la doncella de oro luz. Tal vez se deba a que Antü Malguén se funden el fuego de la creación: el Sol.

Por eso mientras viva en el gran volcán andino y peine sus fantásticos cabellos los fuegos de las tribus milenarias no se apagarán, y los viejos continuarán contando y recordando su historia y las historias de todos los mitos, nacidos al calor de la llama que un día les regalara Elal...

VOCABULARIO

ANCHIMALLÈN: Duende de la mitología mapuche. Es enano, no tiene tripas y exhibe una cola luminosa.
CHALTEN: Montaña azul.
CHERUFE: Nombre de un monstruo gigantesco y antropófago que habita en las montañas y es capaz de provocar terremotos y erupciones.
DOMUYO: El que rezonga y tiembla.
ELAL: Personaje central de la mitología tehuelche. Hijo del gigante Nóshtex y de una Nube, es el héroe creador y educador de los tehuelches.
KÒOCH: El creador, en la mitología tehuelche.
NÒSHTEX: En la mitología tehuelche, uno de los gigantes que habitaban en la isla creado por KÔOCH. Rapto a una Nube, en quien engendro a ELAL, luego la asesino y persiguió a ELAL hasta la Patagonia.
PILLÀN: Según los mapuches, espíritu protector o vengador que habita generalmente en un volcán.

Fuente:

LA LEYENDA
Editora/Redactora: Cintia Vanesa Días.
Revista de cultura y humanidades
Editada en Buenos Aires, Argentina Diseño web Zen|Soluciones - ©2001-2004
Todos los derechos reservados - Se agradece la difusión del material, citando la fuente

Imagen
temuco.olx.cl

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/03/kooch-el-creador-de-la-patagonia.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/02/elal-y-sus-inventos.html
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http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/01/el-terrible-cherufe.html

LA DAMA DEL LAGO





Había una vez una viuda que, habiendo perdido a su esposo en la guerra, vivía en unión de su único hijo. Ambos eran tan trabajadores que, en pocos años, se habían asegurado una existencia holgada, sin que nada les faltase.

Tenían una casita con un huerto, y el establo lleno de animales. La madre cuidaba la casa, y el hijo tenía a su cargo el cuidado de los animales, los que llevaba a pastar al prado que se hallaba en las cercanías de un lago.

Un día, el joven, sentado junto a la orilla, contemplaba las transparentes aguas del lago, cuando descubrió de repente una muchacha que se paseaba sobre la superficie de las aguas.

Era más bella que un rayo de sol; una espléndida cascada de dorados cabellos caía sobre su espalda de alabastro y sus ojos de turquesa contemplaban la superficie del lago, donde se reflejaba, como en un espejo, su extraordinaria belleza.

El joven, que estaba comiendo un trozo de pan y queso, quedó como en éxtasis, creyendo que soñaba.

De pronto, la hermosa muchacha pareció verle, y se aproximó lentamente a la orilla.

El hijo de la viuda le ofreció el trozo de pan que tenía en su mano derecha.

Ella lo rechazó, diciendo.

- Mano dura, pan duro, no procuran sino angustias y miserias.

Sin añadir más, zambullóse en el agua y desapareció.

El joven quedó largo rato en la orilla, escrutando las aguas, esperando ver aparecer de nuevo a la encantadora muchacha, cuya armoniosa voz le pareció estar oyendo aún. Mas aguardó en vano y, al caer la tarde, volvióse a su casa tras de sus vacas.

Cenó tan poco y estuvo tan absorto en sus pensamientos que su madre no pudo por menos que preguntarle si se sentía enfermo.

Él le contó cuanto había visto, añadiendo que jamás podría olvidar a aquella hermosa muchacha que había aparecido en la superficie de las aguas del lago.

La madre quedó pensativa unos instantes; luego, dijo a su hijo:

- No ha aceptado tu pan porque era demasiado duro. Mañana te llevarás pan tierno y no lo rehusará.

- Tienes razón, madre. Así lo haré.

Durante toda aquella noche no pudo conciliar el sueño, pensando en la joven de los cabellos de oro, de la que se había enamorado perdidamente.

Y, no hubo bien amanecido, tomó prestamente el camino del lago, llevando en su morral un trozo de pan blanco, recién salido del horno.
Sentado junto a la orilla, con el corazón palpitante de emoción, aguardó la aparición de la encantadora criatura.

Mas pasó el tiempo y la superficie del lago permaneció desierta y silenciosa. De repente, levantóse un poco de viento que hizo encresparse las aguas, al tiempo que una nube blanca ocultaba el sol.

- ¡Tal vez no viene porque hace mal tiempo! - pensó el joven, con tristeza.

En efecto, transcurrieron muchas horas sin que la fascinadora muchacha de los cabellos de oro se dejara ver. Finalmente, las nubes se desvanecieron y el sol volvió a lucir victorioso, reflejándose en la superficie del lago.

Advirtiendo que algunas de sus vacas se habían acercado a abrevar a la orilla, corrió hacia ellas, por temor de que cayeran al agua. Pero no había avanzado sino unos cuantos pasos, cuando la extraordinaria aparición se alzó ante él, envolviéndole en una mirada fascinadora.

El joven quedó, como encantado unos segundos; mas, rehaciéndose al fin, dijo:

- Toma, éste no es duro como el de ayer. Acéptalo, porque te quiero y desearía hacerte mi esposa.

Ella no respondió, pero no dejó de mirarle con sus ojos color de cielo.

Entonces el joven se arrodilló, prosiguiendo con voz trémula:

- Si consientes en ser mi esposa, te haré feliz y no viviré más que para ti.

Respondió la joven:
- No. Pan tierno y corazón sensible, dan a menudo grandes dolores.

Y, como el día anterior, desapareció en las aguas del lago.

El hijo de la viuda había observado que, mientras hablaba la encantadora muchacha de cabellos de oro sonreía y sus ojos relucían maravillosamente. Esto le hizo abrigar alguna esperanza y, cuando llegó a su casita, estaba menos triste que la noche anterior.

Su madre quiso saber lo que le había sucedido y, cuando el joven hubo terminado su relato, dijo:

- El pan de ayer era demasiado duro y el de hoy demasiado blando. Es menester que le ofrezcas un trozo de pan que no esté demasiado seco ni demasiado fresco.

Y preparó en la artesa el pan que su hijo debía llevar el día siguiente.

Extendíase el lago al pie de la verde montaña y refulgía el sol en el firmamento azul, rodeado de nubes blancas como la nieve.

Sentado junto a la orilla, el hijo de la viuda no apartaba su mirada de la superficie del lago.

Más cuando llegó la hora de ponerse el sol sin que la fascinadora muchacha de los cabellos de oro y ojos color de cielo hubiera aparecido, el pobre joven sintió que una gran amargura invadía su corazón.

Había de volver a su casita, triste y desilusionado.

Ya llamaba a su rebaño para alejarse de allí, cuando, al dirigir una última mirada al lago, vio algo que le llenó de estupor: las vacas, paseaban tranquilamente por la superficie de las aguas y la joven de los cabellos de oro y ojos de color de cielo le contemplaba, sonriendo.

Al ver al pastor le salió al encuentro y saltó a la orilla, tendiéndole una mano.

Preso de una felicidad indescriptible, él le ofreció el pan amasado por su madre. La muchacha lo aceptó, mientras en su rostro se reflejaba una expresión de ternura.

Sentados uno junto al otro, el pastor tomó en las suyas una de las delicadas manecitas de la muchacha, diciendo:

- Te quiero. ¿Me harás dichoso, siendo mi esposa?

- ¡Imposible! - respondió ella.

- ¿Por qué? ¿Quieres que me muera de pena?

- No puedo aceptar, porque tú eres un ser mortal, mientras que yo pertenezca al reino de las hadas.

- No importa. No, es por cierto, la primera vez que un mortal se casa con un hada.

La muchacha dudó unos momentos y luego contestó:

- Bien, estoy dispuesta a ser tu esposa; pero con una condición.

- Habla amor mío. Por ti, estoy dispuesto a todo.

- Me casaré contigo; mas si me pegas tres veces sin motivo, nos separaremos.

- ¿Yo pegarte? - exclamó el pastor, enajenado de felicidad. - Mis manos no se posarán en ti más que para prodigarte caricias.

No bien hubo él terminado de decir esto, cuando la encantadora joven dio un salto poderoso y se sumergió en las aguas, desapareciendo en el fondo del lago.

La desesperación del pastor no es para ser descrita.

Y como en verdad no podía vivir sin aquella hermosa muchacha, se habría echado al agua tras ella, de no haberle contenido el pensamiento de que su madre se quedaría sola en el mundo.

Ya iba a alejarse de allí lleno de tristeza, cuando vio dos jovencitas que le salían al encuentro, acompañadas de un anciano que llevaba los cabellos extendidos sobre los hombros.

- Hijo de los hombres - dijo al pastor - Soy el padre de la muchacha con quien quieres casarte. Estas son mis dos hijas, y si puedes decirme a cuál de ellas has elegido, consentiré en tu casamiento.

El pastor contempló a aquellas dos encantadoras muchachas y quedó perplejo.

Eran idénticas, como dos gotas de agua.

Si no acertaba a indicar cual de ellas era la que había visto sobre las aguas, ninguna de las dos sería su esposa.

Y quedó mirándolas con fijeza, profundamente sorprendido, mientras el viejo aguardaba su respuesta.

Ya estaba a punto de desesperarse, cuando una de las jóvenes sacó un diminuto pie por debajo del vestido.

El pastor comprendió el significado de aquella seña y, acercándose a la muchacha, le cogió, de la mano, profundamente emocionado.

Dijo el anciano:

- Muy bien. Te confío la felicidad de mi hija.

- Aseguro a usted que la haré dichosa - dijo el pastor.

- Poco a poco, jovencito. Hemos de hablar de cosas prácticas. Mi hija tiene una dote.

- No quiero nada - replicó, el pastor. - Mi madre tiene una casa, un huerto y mucho ganado. Como soy su único heredero, puedo asegurarle que su hija será rica.

- Pero yo no puedo casarla sin darle su dote - insistió el anciano.

- Es usted muy generoso, pero yo estoy dispuesto a casarme con ella, aun sin dote, porque la amo.

- No importa. Recuerda, sin embargo, que si le pegas por tres veces sin motivo, el matrimonio quedará anulado y mi hija volverá conmigo.

Dicho esto, se volvió a la muchacha y le preguntó qué quería como dote.

Ella pidió cinco caballos, diez vacas y tres bueyes.

Apenas hubo terminado de manifestar sus deseos, los animales aparecieron como por arte de magia, relinchando y mugiendo alegremente.

El viejo bendijo a los dos jóvenes y desapareció en el lago con su otra hija.

El pastor ofreció su brazo a la joven esposa y se dirigió a su casa, seguido de los animales.

La madre los acogió muy contenta y, pocos días más tarde, se celebró la boda.

Los recién casados se habían establecido en una casita cercana a la de la viuda y vivían contentos y tranquilos, en unión de tres niñas que completaban su felicidad.

Un día recibieron la invitación de asistir a un bautizo, pero la joven esposa no se encontraba en disposición de ponerse en camino.

- Iremos a caballo - propuso el marido.

- Prefiero quedarme en casa.

- No, querida, no quiero dejarte sola. Ve a preparar tu caballo, mientras yo preparo el mío.

Y se fue a la cuadra para ponerse la silla a su cabalgadura.

Mas, cuando volvió y notó que su mujer no se había movido, apoderóse de él tal rabia que le dio un ligero golpe con la mano, exclamando:

- ¿Por qué no has hecho lo que te he dicho?

Por toda respuesta, ella rompió a llorar, gimiendo:

- ¡Ah, malo, malo! ¡Me has pegado sin ningún motivo! ¡Acuérdate del trato hecho y no me pegues más, pues te quedarás sin mí!

- Lo he hecho en broma - respondió el marido, mesándose los cabellos con desesperación.

Y se arrodilló ante su adorada esposa, prometiéndole que no lo haría más.

Al cabo de algún tiempo, el incidente fue olvidado.

Un día fueron invitados a una boda y asistieron, participando de la alegría de los convidados. Pero, en cierto momento, sin ningún motivo, la esposa del pastor rompió de pronto en amargo llanto.

- ¿Por qué lloras? - le preguntó su esposo afectuosamente, dándole un ligero golpe en la mejilla. - ¿Estás enferma?

- ¡Ah! - gimió ella, retorciéndose las manos y llorando aún más amargamente. - ¡Me has pegado por segunda vez, sin motivo alguno!

Preso de loca desesperación, el marido vio que había olvidado que, según la ley de las hadas, el golpe más leve equivalía a una paliza.

También este segundo incidente quedó olvidado pronto, y los dos esposos continuaron gozando de su felicidad, rodeados de sus tres hijas, que crecían sanos y robustos.

De cuando en cuando, la esposa recordaba al marido el pacto hecho antes de casarse; si le pegaba por tercera vez, su felicidad quedaría truncada para siempre.

Más, un mal día, el pastor olvidó su promesa.

Habían ido a unos funerales, y, mientras los parientes y amigos del difunto lloraban su muerte, la mujer del pastor prorrumpió de pronto en una carcajada.

Sorprendido, su marido le dio un golpe en el brazo, diciéndole:

- ¿Estás loca? ¿Qué haces?

- Río porque los muertos están más contentos que los vivos, porque están libres de toda angustia y dolor.

Y, dirigiendo una triste mirada a su marido, añadió:

- Ahora nuestro matrimonio se ha roto. Me has pegado por tercera vez y tenemos que separamos para siempre.

Sin escuchar las súplicas del pastor, la mujer volvió a la casita donde habían vivido felices tantos años.

Y dijo a los animales:

- ¡Volved a la corte de vuestro rey!

Los animales abandonaron la cuadra y, con la esposa del pastor, se dirigieron al lago, en cuyas aguas desaparecieron inmediatamente.

Después de haberlos seguido en vano, el desgraciado pastor volvió a su casita, y, pocos días después, murió de tristeza.

Las tres hijas continuaron durante muchos años yendo a la orilla del lago, con la esperanza de volver a ver a su mamá, pero la hermosa dama de cabellos de oro y ojos color de cielo no apareció nunca más en las aguas.

Quizá, en las claras, noches de luna, un débil y triste lamento se eleva de las tranquilas aguas, como el llanto de una madre que invoca en vano a sus queridos hijos, perdidos para siempre jamás.

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HARPÍAS




En la mitología griega, las Harpías o Arpías (en griego antiguo Άρπυια Harpyia, ‘que vuela y saquea’) eran hermosas mujeres aladas conocidas principalmente por robar constantemente la comida de Fineo antes de que éste pudiera comerla, haciendo cumplir así un castigo impuesto por Zeus.

Esto las llevó a pelear con los Argonautas. En tradiciones posteriores fueron transformadas en genios maléficos alados de afiladas garras, que es como se les conoce popularmente.

Raptoras de almas y de niños.

Hijas de Taumante y de la Oceánide Electra. Pertenecen a la generación preolímpica, por lo que no están sujetas a los dictados de los doce dioses del panteón helénico.

Las Harpías suelen ser dos: Aelo (borrasca) y Ocípete (vuelo veloz), a veces se nombra a otras como Celeno, Nicótoe y Podarge.

Son aves con cabeza de mujer y garras afiladas o mujeres aladas.

En un principio los autores sitúan su morada en las islas Estrofíales, en el mar Egeo, más tarde la sitúan en el vestíbulo de los Infiernos, junto a los demás monstruos.

La Harpías uniéndose al dios viento Céfiro engendraron a los caballos Janto y Balio, corceles divinos de Aquiles, y a Flógeo y Hárpago, las monturas de los Dioscuros.

En la leyenda del rey Fineo representan su papel más destacado, aunque aparecen con cierta frecuencia en uno u otro mito.

Wikipedia


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albherto.wordpress.com

EL TIGRE Y SU HERMANO HOMBRE



Un mito de los Loba

Hace mucho, mucho tiempo, el mundo era todo negro. No existía absolutamente nada. Después, el cielo y la tierra se separaron, y el hombre desde el cielo bajó a la tierra.

Después pasaron muchos años, y la tierra sufrió un gran terremoto. Hubo algunos hombres que no pudieron bajar a la tierra y se quedaron en el cielo, y otros que sólo volaron a mitad del espacio, de donde luego cayeron al suelo. (1)

En aquellos años, sobre la tierra había una mujer (2) que vivía con su tío. Cada uno dependía del otro para vivir, pero sólo llevaban una vida pobre y sencilla. Cuando la chica llegó a la edad de poderse casar, no había nadie que fuera a buscarla. Entonces pasó un lama y dijo que la chica debía casarse con su tío (3). Pero ella no estaba de acuerdo, y subió a un árbol a esconderse. Apenas había subido al árbol, se quedó preñada (4), y empezó a dolerle la tripa como si la estuvieran cortando. Entonces bajó del árbol, y en el momento en que tocó tierra dio a luz a un tigre (5) primero, y acto seguido a un hombre. El tigre, apenas nacido ya podía saltar, pero el hombre no podía ni moverse todavía.

Cuando los hermanos crecieron hubo un día en que salieron al bosque a cazar. El tigre, sin apenas esfuerzo atrapó un ciervo, y el hombre, por más que se esforzó, no consiguió capturar ni un conejo. El tigre se enfadó mucho, corrió junto a su hermano, y tomándole por el cuello, le insultó por ser tan torpe (6).

Pasados varios días, el tigre volvió a decir a su hermano hombre que salieran de caza. Tras haber capturado algunas fieras, el hombre tomó dos palos, y frotándolos hizo un fuego. Tomó la carne y la puso al fuego para asarla, cuando el delicioso aroma del asado se esparcía por todas partes, el tigre con su garra afilada tomó toda la carne, y mientras masticaba ansioso la carne que no le cabía en la boca, decía a su hermano: "Eres un bobo. En cuanto acabe de comer esta carne, me comeré la tuya."

El hombre al escucharle, corrió a casa asustado. Aún jadeando dijo a su madre: "Madre, mi hermano tigre me quiere comer." La madre al escucharle se asustó: "Tu hermano es un malvado, hay que acabar con él."

Y la madre pensó una forma de acabar con su hijo tigre, que a escondidas comunicó a su hijo hombre. Al día siguiente, el hombre fingió ante el tigre tener ganas de ir a cazar al río. Esta vez llevó su arco, y buscó también un pequeño insecto, que colocó sobre la espalda del tigre sin que este se diera cuenta. Al llegar junto al río, el hombre cruzó primero, escondiéndose tras un gran árbol. El tigre le siguió cruzando las aguas, el insecto le empezó a morder en su espalda produciéndole un gran picor, entonces el tigre se rascó con sus garras. El hombre, al ver que el tigre estaba en mitad de la corriente rascándose, aprovechó para colocar una flecha en su arco, y dispararle clavándosela en el cuerpo. El tigre ahora tenía dolor y picor, y no podía vencer la corriente. Así cayó al fondo del río siendo arrastrado por las aguas.

El hombre volvió a casa muy contento, donde se lo contó a su madre, que también se sintió muy contenta. Desde que no hubo tigres que se comieran a los hombres (7), éstos se multiplicaron una generación tras otra.

Notas:

(1) El primer párrafo parece pasar casi volando por numerosas tradiciones antiguas. Se ve que no es el objetivo de este mito profundizar en el origen del mundo y de la gente, no obstante muestra algunos lugares comunes en la literatura mitológica: un origen del mundo vacío, la separación de cielo y tierra, bajada del hombre desde el cielo, catástrofe, separación de las estirpes humanas que dan lugar posteriormente a los seres celestiales, los terrenales y otras estirpes.

(2) Aunque cronológicamente se debería de pensar que el tío es anterior a la mujer, en el relato la mujer es anterior al tío. No es aceptado por todos los estudiosos que la sociedad primitiva de los Lopa fuera matriarcal, aunque entre ellos y otros pueblos lingüísticamente relacionados con ellos, los vestigios de las sociedades matriarcales, son abundantes. En este propio párrafo, el protagonismo de la mujer es evidente. En el resto del mito también. Parece corresponder a la época descrita desde las fuentes antiguas en China: "conocen a su madre, no a su padre."

(3) La aparición del lama ayuda a pensar que tanto él, como el tío, son adiciones posteriores a un mito muy antiguo. No obstante, el tabú del incesto, que no se llega a realizar aquí, sucede con más frecuencia entre hermanos, en otros mitos semejantes.

(4) Este embarazo, en el que el tío no juega ningún papel, está descrito de forma semejante a mitos que conocemos sobre el origen de los clanes entre las minorías de China (e incluso algunas dinastías). Su sucinta descripción parece seguir un modelo general.

(5) El tigre tiene un tremendo significado simbólico entre los pueblos que hablan lenguajes de la rama Yi de la familia tibeto-birmana. Estos pueblos han estado relacionados históricamente con los Lopa. Los Yi se considera el "pueblo del tigre". Entre los Bai, Naxi, Moso, Pumi, Lahu y Lisu, también tiene gran importancia. Algunas publicaciones recientes sugieren que el tigre es en realidad una tigresa, y que el culto al tigre entre estos pueblos es una herencia del culto a la madre.

(6) A la vista del significado simbólico que los elementos anteriores pueden tener para los Lopa, el enfrentamiento entre el tigre y el hombre que constituye la mayor parte del mito, puede referirse tanto a enfrentamientos con los llamados "pueblos del tigre" en épocas remotas; como a una guerra de sexos entre los elementos femeninos representados por el tigre, y los masculinos, por el hombre.

(7) Aunque la victoria no tiene por que corresponder con la realidad, y ha podido ser una derrota ante los pueblos del tigre que les ha forzado a alejarse más y más de sus tierras originales, no cabe duda que sólo con la desaparición de sus enemigos los hombres de multiplican una generación tras otra.

Fuente:
http://www.chinaviva.com/Loba/lobamitotigre.htm

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ventanaachina.8m.com

RAGNARÖK, EL DESTINO DE LOS DIOSES



Fragmento final de Mitos Nórdicos, de Mitos Raíces Universales. Silo

"... La humanidad estará lista para aprender y por ello empezará a caminar entre los dioses. Pero nada más hay que agregar porque estas cosas todavía no se han cumplido. Con esto se cerró el ciclo del último vikingo."

De Haki se escuchó la voz, mientras su larga serpiente enfilaba hacia el mar.

De Haki se escucharon las frases que a su hijo dirigía, mientras la bruma en denso manto cerraba sus espaldas.

Un rojo resplandor quemó la niebla y el rugir de las olas besó el rumor de sus palabras.

Así dijo Haki:

“No te confundan esas fábulas con las que hacemos inocente el saber que hemos recibido."

Por ahora les tocará avanzar a extrañas gentes, intolerantes gentes que borran la memoria de otros pueblos.

A ellos les gustará escuchar que el Yggdrasil va quedando mustio porque Odín cortó una de las ramas para hacer su lanza.

Ellos chasquearán su lengua con deleite porque Odín perdió un ojo.

Ellos se regocijarán porque nuestro cielo cae en espantoso crujido y les parecerá que eso predice su alborada. Así hemos contado nuestras cosas, pero ellos nada saben...

El Yggdrasil se levanta inmenso y en las noches refulge; todo el cielo gira en torno al eje de su Gran Norte mientras su ápice conecta con la estrella fija y el sol rueda mortecino en los horizontes helados.

Ellos celebrarán su más importante día con nuestro árbol nevado y en su cúspide estará la estrella fija, y esa noche les enviaremos regalos bajando desde el cielo en un trineo dorado tirado por renos.

En sus sueños y cuentos habitarán nuestros trasgos, trolls, gigantes y anillos encantados.

Nuestros bosques los llamarán y cuando giren la cabeza muy rápidamente alcanzarán a ver un elfo; escucharán el canto de la ondina en los arroyos rumorosos y buscarán la vasija de oro que dejan los gnomos tras el arco iris...

Pero ¡vamos ya! En nuestros ventisqueros y glaciares irrumpe el volcán y el géiser proyecta su calor. Ajusta la mano en el timón, ¡hijo y amigo! Ya dejamos los fiordos conocidos. En las auroras boreales los dioses danzando cambian de color, mientras nosotros aquí abajo cabalgamos las olas del mar furioso”..."

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/08/el-fresno-yggdrasil.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/07/el-guardian-del-arco-iris.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/08/odin.html

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aurorabitzine.com

Zamba de Vargas

La batalla de Pozo de Vargas, del 9 de abril de 1867, fue un enfrentamiento de las guerras civiles argentinas, entre las fuerzas federales del caudillo Felipe Varela y las del gobierno nacional argentino, dirigidas por el general Antonino Taboada, en las afueras de la ciudad de La Rioja (Argentina).

La victoria de Taboada significó el final de la última y mayor rebelión del norte contra la presidencia de Bartolomé Mitre.

La conocida canción popular anónima "Zamba de Vargas" trata sobre éste acontecimiento.



Zamba de Vargas

(zamba)

Forman los riojanos
en Pozo 'e Vargas;
los manda Varela,
firme en batallas.
Contra los santiagueños,
con gran denuedo, van a pelear;
ya Don Manuel Taboada
alza su espada: se ve brillar.

Atacó Varela,
con gran pujanza:
tocando a degüello,
a sable y lanza.
Se oyen los alaridos,
en el estruendo de la carga
y ya pierden terreno
los santiagueños de Taboada

"Bravos santiagueños
-dijo Taboada-
vencer o la muerte
vuelvan su cara.
Por la tierra querida,
demos la vida para triunfar"
Y ahí no más a la banda
la vieja zamba mandó a tocar.

En el entrevero
se alzó esta zamba,
llevando en sus notas
bríos al alba.
Y el triunfo consiguieron
los santiagueños y este cantar
para eterna memoria,
Zamba de Vargas siempre será.



Nota:

'e: (Contracción) de, he de.

riojano: natural de o relativo a la Rioja, capital y provincia de la zona andina

santiagüeño: natural de o relativo a Santiago del Estero

entrevero: (arg) confusión, desorden

Fuente
http://letras.terra.com.br/
http://es.wikipedia.org/


http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/07/capilla-la-montonera.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/12/la-rubia-moreno.html

http://youtu.be/5KVkvL2SPCo

EL ALGARROBO

Estudiantes de primaria bajo la sombra de un viejo Algarrobo
(Prosopis alba)
Tacko


La leyenda cuenta que en épocas remotas los quechuas vivían felices, cultivando sus tierras, las cuales daban abundantes riquezas. Ellos estaban sanos y vigorosos.

Un día, los hombres fueron dejando de trabajar la tierra y de cuidar los árboles; habían olvidado las tareas cotidianas, mareados con las excesivas riquezas. Ya no rendían honores a sus dioses ni levantaban altares para recordarlos siquiera. Se dedicaban a los festejos y diversiones permanentemente.

El cacique entendió lo que sucedería y les habló a los hombres, pero nadie lo escuchó. Pasaba el tiempo y nada cambiaba hasta que un día el dios Inti, enojado, arrojó sus rayos quemando la tierra, deshojando los árboles y convirtiendo las reservas de granos en polvo.

La desolación amenazaba con extinguir al pueblo que había olvidado sus deberes.

Tuca, hija del cacique, que había pasado los días junto a su padre ya enfermo y tratando de que la gente entendiera que debía volver al trabajo, desesperada, rezó a la Pachamama (Madre Tierra) para pedirle que no permitiera la muerte de su gente, que la ayudara a salvarlos. Luego se quedó dormida de tanto llorar. Soñó entonces que la gran diosa le decía que recogiera los frutos del árbol que la cobijaba, que eran la salvación de su pueblo. Tuca despertó y vio que un árbol enorme le hacía sombra. De sus ramas pendían vainas marrones.

Sin perder un momento, la muchacha recogió los frutos y corrió a llevárselos a su gente. Y así fue que se salvó la tribu.

El árbol, venerado como sagrado, los alimentó y llevó el nombre de la indiecita que, con su perseverancia, lo había merecido.

Tacko, vocablo quechua del que deriva Tuca, es algarrobo para nosotros y con ese nombre recordamos la salvación de un pueblo que se equivocó hace mucho pero mucho tiempo.

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estanciayucat.org.ar

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/11/el-algarrobo.html

COMETAS CHINAS

Dragón cometa chino de más de 20 metros de largo
Expuesto en Rosario, Santa Fe, Argentina

"La cometa china simple, original, es un vehículo que tiene como propósito unir lo espiritual y lo material.

Las cometas chinas son entonces unas herramientas, unos medios de expresión en el espacio, de meditación en el espacio, superficies y estructuras, colores y formas mezclándose sobre bases interactivas, visuales, orales o táctiles.

La línea de retención de las cometas chinas pone en conexión la mano humana y el espíritu con los elementos.

Las cometas chinas ofrecen a los artistas una oportunidad inigual de jugar, componer, explorar, experimentar, manipular las escalas y las distancias presentando un inmenso espacio visible, desnudando las imaginaciones.

"Manifiesto del Arte Volante Firmado en Palma de Mallorca en junio de 1995".

El arte de las cometas (kite, en inglés; aquilone, en italiano; papagaio, en portugués; cerf-volant, en francés; drachen, en alemán; vozdushnyi smei, en ruso), es un antiguo arte chino que, según algunos, nació antes del siglo V a.C. En sus orígenes, se le asoció con fines militares.

Volar cometas chinas es hoy en día una de las actividades lúdicas más populares, como continuación de una fascinación que surgió en China hace más de dos mil año.

Una vieja leyenda narra el origen de las cometas chinas refiriéndose a una repentina ráfaga de viento que arrastró el sombrero de la cabeza de un campesino, quien pudo atraparlo por su banda antes de que volara definitivamente.

Aquel tou-li (nombre del sombrero de los campesinos) fue según la leyenda la primera cometa china.

El emperador Kaoyang, de la dinastía Chi del norte (550-557) vivía profundamente obsesionado con la idea de imitar a las aves en su majestuoso vuelo. Esta fascinación tuvo, en cualquier caso, resultados de lo más grotescos; cuentan las crónicas que amarraba a sus enemigos a cometas con forma de búho y los arrojaba al vacío desde lo más alto del muro de palacio a la espera de que alguno consiguiera remontar el vuelo.

Obviamente, la mayoría se estrellaba perdiendo la vida. Pero la paciencia del emperador tuvo su premio y uno de ellos consiguió elevarse gracias al viento y desplazarse dos millas antes de aterrizar. Poco después, el "afortunado cometero" murió de hambre.

Las formas de animales han fascinado a los constructores de cometas de todo el mundo.

Una variante de estas formas es el dragón chino, que no es otra cosa que un largo tren de cometas circulares de tamaño decreciente unidas unas a otras.

Está formada por una cabeza, que es una cometa plana en forma de arco con una inmensa cola de gran longitud que recuerda a esos reptiles.

Las cometas chinas eran inicialmente empleadas por los chinos con propósitos militares.

Liu Pang, fundador de la dinastía Han (206 a.C. - 221 d.C.), añadió creatividad e este objetivo. Volaba sus cometas provistas de cascabeles sobre los campamentos de los enemigos al llegar la noche, y éstos huían despavoridos sin adivinar de dónde procedían los ruidos.

Hasta tal punto ha sido popular el arte de volar cometas en Taiwán que durante la ocupación japonesa (1895-1945) estuvo absolutamente prohibido.

Los japoneses sospechaban que las cometas eran utilizadas para enviar señales cifradas, y cada vez que veían a un niño volando una cometa la confiscaban.

No imaginaban los aguerridos soldados que lo único que conseguían era cortar las alas de la ilusión de aquellos pequeños creadores.


Fuente
http://cometas.supaw.com
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weblog.educ.ar

LA LUNA

Copa vino de la luna
Staio Lukov Garnoev (Bulgaria)
Pintura (2008)

Según una creencia tradicional búlgara, en tiempos remotos la Luna y las estrellas brillaban tan
cerca de la tierra, que uno podía alcanzarlas con la mano. De noche la gente cogía una estrella del firmamento para que alumbrara su hogar. Sin embargo, un gitano quiso llevarse a su choza a la propia Luna.

Entonces la deidad se molestó y subió todos los astros muy alto en el firmamento.

La gente, sin embargo, siguió llamando a la luna Vela, y las fases de la Luna, Vela Nueva, o sea, Luna Nueva, Vela Llena, o sea, Luna Llena y Vela Vieja, o sea, luna en su fase final.

Esta comparación no encierra falta de respeto por los astros. Todo lo contrario: la luz de la luna se relaciona con el fuego divino. El disco de la luna llena se concebía como la imagen de Dios, a quien la gente imaginaba como un abuelito viejo, mientras que la luna nueva era llamada El Abuelo Nuevo.

Para los ancestros el cuarto menguante de la Luna semejaba una hoz y la expresión La hoz de la Luna sigue empleándose en nuestros días. Las dos puntas de la "hoz" se suelen llamar "las astas" de la Luna.

El calendario lunar tradicional del pueblo de Bulgaria señala como la más favorable, la fase de la luna nueva.

Antaño La Vela Nueva era recibida con bendiciones y su aparición se celebraba con alegres canciones y danzas joro. Uno de los votos que en ese momento solía hacer la gente era:

"Tal como la Luna sestó llenándose, llénense de dinero las carteras".

Por eso todos procuraban recibir la Vela Nueva con una moneda en la mano. Los niños daban tres brincos sucesivos y se deseaban:

"Alta la Luna, más alto sea yo".

Los curanderos esperaban la luna nueva para algunas de sus prácticas curativas.

Las mozas por su parte creían que si en la noche de luna nueva colocaban una piedrecilla debajo de su almohada, verían en sueños a su futuro marido.

El período de la Vela Nueva se consideraba muy propicio para noviazgos y esponsales.

La Luna con frecuencia es signo de misterio y conjura. Con la enunciación "Salió la Luna" comienza, por ejemplo, una hermosa canción tradicional que narra cómo el enamorado incita a su amada a que se fuguen y vayan juntos al mercado para que él le compre los tradicionales tres trajes (uno para todos los días y dos para Semana Santa), con lo cual no quedarían barreras y ambos podrían anunciar públicamente su próximo casamiento.

Hay un cuento tradicional que narra el encuentro de dos enamorados tras una larga separación.

Tan largo conversaron los dos que la Luna joven fue llenándose, y la ramita de cornejo en las manos del enamorado floreció, echó hojitas verdes y dio frutos.

En otra canción la cita amorosa comienza al ponerse el Sol. Luego sale la Luna… se pone… Vuelve a salir, pero los dos enamorados siguen y siguen conversando, totalmente embelesados.

Otra canción popular habla del encuentro de una moza con un grupo de mozos en el bosque. Todos ellos deciden hermanarse con ella, esto es tratarla como a una hermana, menos el mayor, quien ruega al Sol:
Apresúrate a ponerte, Sol, y que salga la Luna, para que pueda echar mi cabeza a descansar en el regazo de esta bella muchacha.

Es aún más clara la plegaria del mozo en otra canción.

El ruega a la rubia Dragana, cuya faz se confunde con la Luna, que corra a la llanura para recoger dos ramos de flores y haga con ellos una magia, que consiste en mojar los ramos de vino y rociar con ellos al Sol y a la Luna, para que ambos se apaguen, el tiempo deje de correr y los dos enamorados puedan permanecer unidos sin fin.

Fuente
http://bnr.bg/sites/es
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artelista.com

TOMÁS BERENNIKOV




Una vez vivía en una aldea un pobre campesino llamado Tomás Berennikov, muy suelto de lengua y fanfarrón como nadie; a feo no todos le ganaban y en cuanto a trabajador, nadie tenía que envidiarle. Un día fue al campo a labrar, pero el trabajo era duro y su yegua, floja y escuálida, apenas podía con el arado. El labrador se desanimó y fue a sentarse a una piedra para dar rienda suelta a sus tristes pesares. Inmediatamente acudieron verdaderos enjambres de tábanos y mosquitos que volaron como una nube sobre su infeliz jamelgo acribillándolo a picaduras. Tomás cogió un haz de ramas secas y lo sacudió contra su pobre bestia para librarla de aquellos insectos que se la comían viva. Los tábanos y los mosquitos cayeron en gran número. Tomás quiso saber a cuántos había matado y contó ocho tábanos, pero no pudo contar los mosquitos. Puso una cara de satisfacción y se dijo:

"¡Acabo de hacer algo grande! ¡He matado ocho tábanos de un solo golpe y los mosquitos son incontables! ¿Quién dirá que no soy un gran guerrero? ¿Que no soy un héroe? No aro más en el campo. Lucharé. ¡Soy un héroe y como tal buscaré fortuna!"

Arrojó la hoz, se ciñó la alforja y colgó de su cinto la guadaña, y de esta guisa, montó su escuálida yegua y salió por el mundo en busca de aventuras.

Mucho tiempo hacía que cabalgaban cuando llegó a un poste donde habían inscrito sus nombres muchos héroes que por allí pasaron. No quiso ser menos y escribió con yeso en el mismo poste:

"El valiente Tomás Berennikov que mató de un golpe a ocho de los grandes e incontables de los pequeños, ha pasado por aquí".

Escrito esto, siguió caminando.

No se había alejado media legua, cuando dos jóvenes y fornidos campeones acertaron a pasar por allí galopando en sus cabalgaduras, leyeron la inscripción y se dijeron el uno al otro:

- ¿Quién será este héroe desconocido? Nadie nos ha hablado de su brioso corcel ni nos ha dado noticias de sus caballerescas hazañas.
Picaron espuelas y no tardaron en dar alcance a Tomás, a cuya vista quedaron sorprendidos.

- ¿Pero qué caballo monta ese hombre? -exclamaron.- ¡Si no es más que un rocín trasijado! ¡Eso quiere decir que su fuerza no estriba en su cabalgadura sino en el mismo héroe!

Se acercaron, pues, a Tomás y lo saludaron en tono humilde y de sumisión:

- ¡La paz sea contigo, buen hombre!

Tomás los miró por encima del hombro y, sin mover la cabeza, preguntó:

- ¿Quiénes sois vosotros?

- Ilia Muromets y Alesha Popovich, que desean ser tus compañeros.

- Bien; si tal es vuestro deseo, seguidme.

Llegaron a los dominios del vecino Zar y se dirigieron al vedado real, donde levantaron sus tiendas para descansar mientras dejaban que sus caballos paciesen libremente. El Zar mandó a cien caballeros de su guardia con la orden de expulsar a los forasteros de su vedado.

Ilia Muromets y Alesha Popovich dijeron a Tomás:

- ¿Quieres salir tú contra ellos o quieres enviarnos a nosotros?

- ¡Sí, claro! ¿Pensáis que voy a ensuciarme las manos luchando contra esa basura? Anda tú, Ilia Muromets y dales una lección de tu valor.

Ilia Muromets montó su brioso corcel y cargó contra la caballería del Zar como un halcón contra una bandada de palomas y los exterminó sin dejar a uno solo con vida. Enfurecido el Zar, reunió todos los soldados de la ciudad, infantería y caballería, y ordenó a sus capitanes que expulsaran de su vedado a los forasteros sin contemplación alguna.

El ejército del Zar avanzaba al son de trompetas y levantando nubes de polvo. Ilia Muromets y Alesha Popovich se acercaron a Tomás y le dijeron:

- ¿Quieres salir tú contra el enemigo o quieres mandar a uno de nosotros?

Tomás que estaba acostado de un lado, ni siquiera se volvió para decir:

- ¿Os figuráis que yo puedo ir a golpes con esa gentuza, que voy a manchar mis heroicas manos con semejante porquería? ¡Nunca! Ve tú, Alesha Popovich, y enséñales nuestro estilo en la pelea, y yo miraré desde aquí y veré si tienes el valor que aparentas.

Alesha cayó como un huracán sobre las huestes del Zar, blandiendo la maza y gritando con su voz de clarín entre el retronar de su armadura:

- ¡Os mataré y os despedazaré a todos sin piedad!

Empezó a derribar jinetes a mazazos y los capitanes advirtieron enseguida que todos volvían grupas ante aquel guerrero, e impotentes para impedirlo, mandaron tocar retirada y buscaron refugio en la ciudad, para dirigir luego al vencedor el siguiente mensaje: "Dinos, poderoso e invencible campeón, cómo hemos de llamarte y dinos también el nombre de tu padre para que podamos honrarlo. ¿Qué tributo exiges de nosotros para que no nos molestes más y dejes en paz nuestra tierra?"

- ¡No es a mí a quien debéis rendir tributo! ¬contestó Alesha.- No soy más que un subordinado. Hago lo que me manda mi hermano mayor, el famoso campeón Tomás Berennikov. Con él habéis de tratar. Os perdonará si quiere, pero si no, arrasará vuestro reino y os someterá a cautiverio.

El Zar oyó estas palabras y envió a Tomás los más ricos regalos y una embajada de las más distinguidas personalidades de la corte, encargados de decirle: "Te rogamos, famoso campeón Tomás Berennikov, que vengas a visitarnos, que habites en nuestra corte real y nos prestes tu ayuda en la guerra contra el Emperador de la China. ¡Oh, héroe! Si logras derrotar al innumerable ejército chino, te daré a mi propia hija por esposa, y después de mi muerte, serás dueño de todos mis dominios".

Tomás puso una cara muy larga y dijo:

- ¿Pero qué pasa aquí? Bueno, poco me importa. Después de todo me parece que puedo aceptar.

Montó en su rocín, ordenó a los dos jóvenes que lo siguieran y se dirigió como huésped al palacio del Zar.

Aun no había saboreado del todo Tomás los exquisitos manjares de la mesa del Zar, aun no había tenido tiempo para descansar, cuando llegó la amenazadora embajada del Emperador de la China, exigiendo que todo el reino lo reconociera como a su señor feudatario y el Zar le mandase su única hija.

- Decid a vuestro Emperador -replicó el Zar- que ya no le temo, que ahora tengo la protección y ayuda del famoso campeón Tomás Berennikov, capaz de matar a ocho de un golpe y un sinnúmero de los pequeños. Si están cansados de la vida vuestro Emperador y vuestros hermanos chinos, invadid mis dominios y tendréis un recuerdo de Tomás Berennikov.

Dos días después, la ciudad del Zar estaba sitiada por un ejército chino innumerable, y el Emperador de la China le mandó decir:

- Tengo un campeón invencible que no se conoce igual en el mundo; manda contra él a tu Tomás. Si tu héroe gana, me someteré y te pagaré un tributo de todo mi imperio, pero si gana el mío, has de darme tu hija y pagarme un tributo de todo tu reino.

A Tomás Berennikov le había llegado el turno de demostrar su valor y sus dos jóvenes compañeros le dijeron:

- Poderoso campeón y hermano mayor nuestro, ¿cómo podrás luchar con ese chino sin armadura? Toma nuestra mejor armadura y nuestro mejor caballo.

A lo que contestó Tomás Berennikov:

- ¿Por qué decís eso? ¿Queréis que me esconda de ese cabezudo en una armadura? Un brazo me basta para acabar con él de un golpe.

¿No dijisteis vosotros mismos, al verme por vez primera, que no había que mirar al caballo sino al guerrero?

Pero Tomás pensaba para su sayo: "¡En buen avispero me he metido! ¡Bueno, que me mate si quiere el chino; no estoy dispuesto a que nadie se burle de mí en este negocio!" Entonces le trajeron su yegua, montó a manera de campesino y salió al campo a trote ligero.

El Emperador de la China había armado a su campeón como una fortaleza; la armadura que le dio pesaba cuatrocientas ochenta libras, le enseñó el manejo de todas las armas, puso en sus manos una maza de guerra que pesaba ochenta libras, y le dijo antes de despedirlo:

- Atiende lo que he de decirte y no olvides mis palabras. Cuando un campeón ruso no puede vencer por la fuerza, recurre a la astucia; si no estás en astucia más fuerte que él, ten cuidado y haz todo lo que haga el ruso.

Los dos campeones salieron a campo abierto el uno contra el otro, y Tomás vio al chino que avanzaba contra él enorme como una montaña y con la cabeza grande como un tonel, cubierto en su armadura como una tortuga en su concha, de modo que apenas podía moverse. Tomás recurrió enseguida a una estratagema. Se apeó de la yegua y sentándose en una piedra se puso a afilar su guadaña. Al ver esto el chino, saltó de su caballo, lo ató a un árbol y se puso a amolar su hacha contra una piedra también. Cuando Tomás hubo acabado de afilar su guadaña, se acercó al chino y lo dijo:

- Los dos somos poderosos y valientes campeones y hemos salido el uno contra el otro en singular combate; pero antes de asestarnos el primer golpe hemos de manifestarnos un respeto mutuo y saludarnos según la costumbre del país.

Dicho esto se inclinó profundamente ante el chino.

- ¡Ah, ah! -pensó éste.- He aquí una astucia magistral; pero no le valdrá porque me inclinaré aun más profundamente que él.

Y si el ruso se había inclinado hasta la cintura, el chino se inclinó hasta el suelo. Pero antes que pudiera levantarse con lo mucho que le pesaba la armadura, Tomás corrió a su lado y de dos tajos le cortó la cabeza. Inmediatamente saltó sobre el brioso caballo del chino, se agarró como Dios le dio a entender y le sacudió los ijares con su rama de abedul, tratando de coger las riendas, sin acordarse de que el caballo estaba atado a un árbol. Apenas el fogoso animal sintió el peso de un jinete empezó a tirar y a forcejear hasta que arrancó el árbol de cuajo, y emprendió veloz carrera hacia el ejército chino, arrastrando el corpulento árbol como si se tratase de una pluma.

Tomás Berennikov estaba horrorizado y se puso a gritar: "¡Socorro! ¡Socorro!" Pero el ejército chino empezó a temblar como si se les echase encima un alud, y se figuraron que les gritaba: "¡Ya podéis correr! ¡Ya podéis correr!", y pusieron pies en polvorosa sin mirar atrás. Pero el veloz caballo los alcanzó y se abrió paso entre ellos, derribando con el árbol a cuantos encontraba al paso y cambiando a cada momento de dirección, dejando así el campo sembrado de soldados.

Los chinos juraron que no volverían nunca más a luchar con aquel hombre terrible, resolución que fue una suerte para Tomás. Volvió a la ciudad a caballo en su rocín y encontró a toda la corte llena de admiración por su valor, por su fuerza y por su victoria.

- ¿Qué quieres de mí, -le preguntó el Zar,- la mitad de mis riquezas de oro y mi hija por añadidura, o la mitad de mi glorioso reino?

- Bueno, aceptaré la mitad de tu reino si quieres, pero no me enfadaré si me das la mano de tu hija y la mitad de tu tesoro como dote. Pero una cosa te pido: cuando me case invita a la boda a mis dos jóvenes compañeros Ilia Muromets y Alesha Popovich.

Y Tomás se casó con la sin par Zarevna, y celebraron la boda con tales banquetes y festejos, que a los convidados les ardía la cabeza dos semanas después.

Yo también estuve allí y bebí hidromiel y cerveza y me hicieron ricos presentes y el cuento ha terminado.

Alekandr Nikoalevich Afanasiev, folclorista ruso del siglo XIX.
Fuente:
http://jk-cuentos-populares.blogspot.com/2010/05/verlioka-cuento-ruso.html

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naufrago.lacoctelera.net

LA ISLA DEL TABACO





Una pareja de edad avanzada tenía un solo hijo, hermoso y alegre llamado Curisihuari. Un día, mientras la madre tejía una hamaca, el pequeño se colgó de la cuerda suspendida y la estiró. La mujer, enojada, lo empujó y el niño se echó a llorar.

La madre no le hizo caso y continuó su quehacer. El padre también oyó el llanto del niño, pero tampoco le hizo caso. Entonces Curisihuari, ofendido, se alejó del hogar.

Se había puesto el sol, y el niño no volvía. Los padres comenzaron a preocuparse.

-Vayamos a buscarlo –dijo el padre-; es tan pequeño que seguramente se ha perdido.

-La culpa es mía –agregó la medre-; con mi hosquedad lo he alejado de mi lado.

Durante un buen rato los dos esposos buscaron por la selva, y cuando ya era una noche oscura, por fin lo encontraron. Esta jugando tranquilamente con otro niño.

-¡Curisihuari! –exclamó la madre.

Al oír la voz, los padres del otro niño salieron de la cabaña e invitaron a entrar a los dos desconocidos.

La invitación fue aceptada, y los cuatro se pusieron a conversar animadamente.

-Es tarde –dijo finalmente el padre de Curisihuari-; volvamos a nuestra choza con el niño.

Salieron los cuatro y advirtieron que los pequeños habían desaparecido.

-¡Curisihuari! –llamó desesperadamente la madre.

-¡Maturahuari! –gritó la otra madre.

Empezó la búsqueda de los niños.

Pasó la noche, y al salir el sol las dos madres exclamaron al unísono:

-¡Allí están!

Efectivamente, los pequeños estaban jugando tranquilamente con otro niño. No parecían cansados; por el contrario, correteaban alegremente.

A las exclamaciones de las dos mujeres acudieron los padres del tercer niño, y todos iniciaron una agradable conversación. Cuando se volvieron en busca de las tres criaturas, éstos habían desaparecido.

-¡Cahuaihuari! –gritó la tercera madre-. ¿Dónde te has escondido?

Ahora eran seis los que buscaban a los niños. La búsqueda duró mucho tiempo. La segunda madre y la tercera la abandonaron, pero la primera pareja siguió buscando.

-Buscaremos también a vuestros hijos y os los traeremos –dijeron a las otras dos parejas.

Aquella búsqueda duró mucho tiempo. Parecía que los tres niños habían desaparecido para siempre.

Pasaron muchos años. Una mañana los dos progenitores, ya viejos, paseaban a la orilla del mar, cuando vieron que de las ondas salían tres bellos jovencitos que jugaban alegremente. Éstos se dirigieron hacia los dos ancianos con expresiones sonrientes.

La mujer reconoció inmediatamente a su hijo a pesar de los años transcurridos.

-¡Curisihuari! ¡Hijo mío! ¡Por fin te encontramos!

-Sí –contestó el muchacho-, soy Curisihuari. Mis amigos son Maturahuari y Cahuaihuari. Quisiéramos volver a nuestros hogares, pero ahora nosotros vivimos en el mundo de los dioses; no podemos volver a andar entre los hombres.

-¿Nunca más podremos volver a veros?

-Sí, podéis vernos quemando hojas de tabaco. Cada vez que lo hagáis, aparecerán nuestras figuras.

En el mismo instante los tres jóvenes volvieron a sumergirse en las ondas marinas.

Con el alma desolada, los dos ancianos volvieron a su choza.

-¡Hojas de tabaco!... –repetía el hombre-. ¿Qué será eso? ¿Dónde podré encontrar esa planta?

-Probemos quemando hojas de todos los vegetales. Alguna será la indicada –respondió la vieja.

El anciano siguió el consejo de su mujer. Recogió hojas de papaya, de algodón y de otros muchos vegetales, y las quemó. El humo de aquellas hojas no trajo a los jovencitos.

Los vecinos sentían compasión por aquellos dos ancianos, dedicados a hacer humareda con cuantas hojas encontraban.

Finalmente, el viejo fue a buscar a un hombre que tenía fama de conocer el nombre de todas las plantas existentes.

-Mi hijo me habló de hojas de tabaco –dijo cuando llegó a la choza del hombre sabio-. ¿Podrías indicarme cuál es esa planta?

-Sí –respondió el hombre-; Curisihuari tiene razón. La planta del tabaco existe, pero crece solamente en la isla de las Mujeres. A nadie permiten desembarcar en sus costas.

-¿Qué puedo hacer?

-Podrías mandar allá algún pájaro, y tal vez éste lograra traer en su pico alguna ramita de tabaco con semillas...

El hombre agradeció el consejo del viejo, pero siguió con la desolación en el alma. No era sencillo adiestrar un ave que fuera a la isla de las Mujeres y trajera una rama de una planta desconocida. Sin embargo, a poco andar se encontró con una garza que entendió el pedido y partió enseguida hacia la isla.

Pasaron algunos días y como la garza no volvía el hombre se convenció de que toda espera sería vana.

Todos se enteraron del motivo que llevaba al pobre viejo a quemar hojas. Un día un joven se presentó con una grulla y dijo al atribulado anciano:

-Es posible que la garza no sea suficientemente robusta como para llegar hasta la isla de las Mujeres. Mi grulla, en cambio, puede volar siete días seguidos sin cansarse.

El hombre agradeció, conmovido, y ayudó a la grulla a posarse sobre un escarpado escollo, junto al mar. Luego volvió a su choza lleno de esperanza. Ahora tenía una posibilidad.

Esa misma tarde un colibrí se acercó a la grulla y le preguntó qué hacía allí, sobre aquel escollo.

-Estoy descansando antes de emprender un largo vuelo. Mañana iré a la isla de las Mujeres y, si puedo, traeré una rama con semillas de tabaco.

-¡Ah, qué imprudencia! ¿No sabes que las guardianas de esa isla matan a flechazos a toda ave que se atreve a acercarse?

-Lo sé; pero he prometido aventurarme y mantendré mi promesa.

-Entonces yo iré contigo. Tal vez pueda serte útil.

No había salido el sol aún cuando el colibrí inició el vuelo. La grulla todavía dormía. Cuando se despertó emprendió el vuelo. En la mitad del viaje alcanzó al colibrí, pero vio que éste luchaba con las olas del mar. El pobre pajarito, cansado, no podía sostenerse en el aire. La grulla descendió y lo colocó suavemente sobre un ala.

Cuando llegaron a destino el colibrí dijo:

-Tú debes continuar el vuelo en torno a la isla, sin descender demasiado, pero llamando la atención de las guardianas. Mientras tanto, yo entraré en la plantación de tabaco y me procuraré una rama con semillas.

Cuando las guardianas de la isla vieron a la grulla prepararon sus arcos. La siguieron atentamente con la vista esperando que bajase para herirla. Entretanto, el colibrí arrancó una rama de tabaco con semillas.

Cuando el pajarito se posó de nuevo sobre una de las alas de la grulla inició el vuelo de retorno.

Es de imaginarse la felicidad del anciano padre cuando por fin tuvo en sus manos la semilla de tabaco. La echó en los surcos y atendió delicadamente el pequeño cultivo.

Cuando las plantas echaron hojas, éstas fueron arrancadas y secadas al sol. Luego el hombre las quemó y, en medio del humo, lleno de emoción, llamó a su hijo.

Curisihuari, Maturahuari y Cahuaihuari enseñaron a los hombres muchas cosas respecto al tabaco y fueron los protectores de las plantaciones.

“Ésta es la verdadera historia del tabaco”, dicen los indígenas de la ex Guayana venezolana, y todos los niños escuchan atentamente esta narración, que pasa de boca en boca y de generación en generación.

Fuente
http://www.bibliotecasvirtuales.com/

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tuxalapa.blogspot.com

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/03/mil-grullas-por-japon.html

EL CRISTO DE LA VEGA

Cristo de la Vega (Antigua Basílica de Santa Leocadia) a principios de siglo.
Foto hacia 1925 por Thomas


Había en Toledo dos amantes: Diego Martínez e Inés de Vargas. Habían mantenido relaciones prematrimoniales y ella, ante el conocimiento que de tal hecho tenía su padre, exige a su joven enamorado que reponga su honor contrayendo matrimonio. Él le contesta que debe partir para Flandes, pero que a su vuelta, dentro de un mes, la llevará a los altares.

Inés, no muy segura de las intenciones del mozo, le pide que se lo jure. Diego se resiste hasta que ella consigue llevarlo ante la imagen del Cristo de la Vega y que en voz alta y tocando sus pies jure que al volver de la guerra la desposará. “Pasó un día y otro día, un mes y otro mes y un año pasado había, mas de Flandes no volvía Diego, que a Flandes partió".

Mientras, Inés se marchitaba de tanto llorar, ahogándose en su desesperanza y desconsuelo, desesperando sin acabar de esperar, aguardando en vano la vuelta del galán. Todos los días rezaba ante el Cristo, testigo de su juramento, pidiendo la vuelta de Diego, pues en nadie más encontraba apoyo y consuelo.

Dos años pasaron y las guerras en Flandes acabaron; pero Diego no volvía. Sin embargo, Inés nunca desesperó, siempre aguardaba con fe y paciencia la vuelta de su amado para que le devolviera la honra que con él se había llevado. Todos los días acudía al Miradero en espera de ver aparecer al que a Flandes partió. Uno de esos días, después de haber pasado tres años, vio a lo lejos un tropel de hombres que se acercaba a las murallas de la ciudad y se encaminaba hacia la puerta del Cambrón. El corazón le palpitaba con fuerza a causa de la zozobra que la embargaba mientras se iba acercando a la puerta.

Al tiempo que a ella llegó, la atravesaba el grupo de jinetes. Un vuelco le dio el corazón cuando reconoció a Diego, pues él era el caballero que, acompañado de siete lanceros y diez peones, encabezaba el grupo. Dio un grito, en el que se mezclaba el dolor y la alegría, llamándole; pero el joven la rechazó aparentando no conocerla y, mientras ella caía desmayada, él, con palabras y gesto despectivos, dio espuelas a su caballo y se perdió por las estrechas y oscuras callejuelas de Toledo.

¿Qué había hecho cambiar a Diego Martínez? Posiblemente fuera su encumbramiento, pues de simple soldado, fue ascendido a capitán y a su vuelta el rey le nombró caballero y lo tomó a su servicio. El orgullo le había transformado y le había hecho olvidar su juramento de amor, negando en todas partes que él prometiera casamiento a esa mujer. "¡Tanto mudan a los hombres fortuna, poder y tiempo!».

Inés no cesaba de acudir ante Diego, unas veces con ruegos, otras con amenazas y muchas más con llanto; pero el corazón del joven capitán de lanceros era una dura piedra y continuamente la rechazaba. En su desesperación, sólo vio un camino para salir de la situación en que se encontraba, aunque podía ser un peligro, pues era dar a luz pública su conflicto y deshonor; pero en realidad las murmuraciones en la ciudad no cesaban y todo el mundo hablaba de su caso.

Tomada la decisión acudió al Gobernador de Toledo, que a la sazón lo era don Pedro Ruiz de Alarcón, y le pidió justicia. Después de escuchar sus quejas, el viejo dignatario le pidió algún testigo que corroborase su afirmación, mas ella ninguno tenía.

Don Pedro hizo acudir ante su tribunal a Diego Martínez y al preguntarle, éste negó haber jurado casamiento a Inés. Ella porfiaba y él negaba. No había testigos y nada podía hacer el gobernador. Era la palabra de uno contra la del otro.

En el momento en que Diego iba a marcharse con gesto altanero, satisfecho después de que don Pedro le diera permiso para ello, Inés pidió que lo detuvieran, pues recordaba tener un testigo. Cuando la joven dijo quién era ese testigo, todos quedaron paralizados por el asombro. El silencio se hizo profundo en el tribunal y, tras un momento de vacilación y de una breve consulta de don Pedro con los jueces que le acompañaban en la administración de justicia, decidió acudir al Cristo de la Vega a pedirle declaración.

Al caer el sol se acercaron todos a la vega donde se halla la ermita. Un confuso tropel de gente acompañaba al cortejo, pues la noticia del suceso se había extendido como la pólvora por la ciudad. Delante iban don Pedro Ruiz de Alarcón, don Iván de Vargas, su hija Inés, los escribanos, los corchetes, los guardias, monjes, hidalgos y el pueblo llano.

“Otra turba de curiosos en la vega aguarda", entre los que se encontraba Diego Martínez “en apostura bizarra". Entraron todos en el claustro, "encendieron ante el Cristo cuatro cirios y una lámpara" y se postraron de hinojos a rezar en voz baja.

A continuación un notario se adelantó hacia la imagen y teniendo a los dos jóvenes a ambos lados, en voz alta, después de leer "la acusación entablada” demandó a Jesucristo como testigo:

"¿Juráis ser cierto que un día, a vuestras divinas plantas, juró a Inés Diego Martínez por su mujer desposarla?" Tras unos instantes de expectación y silencio, el Cristo bajó su mano derecha, desclavándola del madero y poniéndola sobre los autos, abrió los labios y exclamó:

-Sí, juro». Ante este hecho prodigioso ambos jóvenes renunciaron a las vanidades de este mundo y entraron en sendos conventos.

José Zorrilla

Fuente:
http://sapiens.ya.com

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flickr.com

BENTEN Y EL REY SERPIENTE




(Mito japonés)

Prestad atención, porque esto es cierto:

Debajo de las aguas viven las criaturas serpiente. En su castillo de cristal y coral gobierna Ryu-wo, el rey dragón. Aunque su corona está decorada con un áspid, tiene un cuerpo humano. Es noble y sabio, guardián de la religión sintoísta. Sus seguidores son serpientes, peces y demás criaturas submarinas. Muchos de estos seguidores son gentes que han llegado por casualidad al caer al mar y han preferido permanecer en su corte, transformados.

En la costa japonesa del Pacífico, cerca de Kamakura, hay un gran templo similar al del rey dragón, que conmemora la unión de la diosa del amor Benten con un rey serpiente que residía en un estanque cerca de la playa de Enoshima.

Cuentan que este rey serpiente atacaba las aldeas y devoraba a sus pobladores en varios kilómetros a la redonda. Benten no soportaba observar tanta destrucción, por lo que provocó un terremoto que hizo salir de su guarida al rey serpiente.

A diferencia de Ryu-wo, él era horroroso y feo, con escamas y la lengua bífida de las serpientes. Benten se sintió profundamente asqueada, pero el rey serpiente le habló con palabras tan dulces, de tal modo que su corazón se rindió y se casó con él, haciéndole jurar que acabaría con su reinado de terror.

Solamente las palabras convencen a Benten, pues es la diosa de la elocuencia, además de la música. Siempre lleva su biwa, un instrumento de cuerda que recuerda a un laúd. A veces se aparece a los grandes músicos que tocan con ardor.

Benten viste largas túnicas de colores y una piedra preciosa en su corona. Se la venera en lugares hermosos a lo largo de la costa. Cuando se necesita dinero es a ella a quien se reza, ya que otorga riquezas a aquellos que elevan súplicas bien razonadas.

Fuente:
http://biblion-thekes.blogspot.com

LA MULA DE SATANÁS

Antigua Iglesia San Francisco


En aquellos lejanos tiempos en que la ciudad de Loja se enmarcaba entre las calles que posteriormente se llamaron Bernardo Valdivieso, al oriente; Sucre, al occidente; Lourdes, al sur; e Imbabura , al norte, ocurrió un extraño suceso que conmovió a sus recatados moradores y se convirtió en el obligado tema de conversación de todos lo hogares lojanos que, ajenos a otra clase de diversiones, por las noches se reunían entre familiares y amigos para comentar los sucesos del día y rememorar las historias del pasado.

Estas conversaciones nocturnas se realizaban a la débil luz de una lámpara de aceite en las mejores casa o de una vela de cebo en las más humildes y realmente se justificaban esas obligadas horas de ocio porque con tan mala iluminación no era posible otra cosa. En cambio aquella semi oscuridad se convertía en el ambiente propicio para el cuento, el chisme y muy especialmente para las leyendas de brujas, demonios y aparecidos, entre las que se cuenta aquella conocida con diversos nombres tales como "El Manto Guadalupano", "El Herrero Tilicas" y la "Mula de Satanás". Todos tres nombres guardan relación con una tradición que nos han contado nuestros antepasados y es como sigue.

Por el año 1766, cuando era Corregidor y Justicia mayor de Loja Don Manuel Daza y Fuminaya, vino a esta ciudad procedente de la ciudad de México, un joven y apuesto mancebo de origen español quien, ante la sorpresa de todos y especialmente de las jóvenes casamenteras y de las maliciosas beatas, ingresó al convento de San Francisco y vistió los hábitos con el nombre de Fray Bartolomé.

Pero el demonio no tardó en hacerlo caer en la tentación y ésta se le presentó en la forma de una bella y joven mujer cuyo origen no se conocía y vivía arrimada a una anciana a quien llamaba tía. Por su aire desenvuelto y su acento costeño, algunos decían que la joven era de Portovelo, otros citaban a Macará o Zapotillo como su lugar de origen, pero lo cierto era que su belleza y la esbeltez de su cuerpo eran evidentes.

Fray Bartolomé se volvió loco por ella y muchas noches pasó desvelado pensando en la forma de escaparse del convento por las noches sin tener que saltar por las ventanas y las murallas como lo hiciera el famoso Padre Almeida en Quito.

En una fría mañana en que desde muy temprano el monje se paseaba por los corredores del Convento pues no había podido dormir y se aburría dándose vueltas en el duro lecho, vio entrar al herrero que la gente le apodaba "Tilicas" y que él aceptaba de buen grado cual si fuera su propio nombre.

El herrero Tilicas era un buen hombre de aproximadamente de 60 años de edad y, además de los servicios que prestaba en su propio oficio, realizaba la limpieza del jardín del Convento generalmente desde las cinco y media hasta las siete y media de la mañana, hora en la cual tomaba el frugal desayuno que le obsequiaban los legos de San Francisco y antes de las ocho ya estaba en su taller para atender a la escasa clientela que lo visitaba.

La limpieza del jardín la hacía el herrero Tilicas más por devoción que por interés, pues no recibía más pago que el desayuno, y como el padre Superior lo consideraba hombre de absoluta confianza le había dado una llave de la pequeña puerta del Convento por donde todos los días se repartía la comida a los pobres, a fin de que sacara una copia en su taller y pudiera entrar libremente a temprana hora de la mañana cuando aún no se habría la portería y los legos estaban ocupados en los menesteres de la iglesia.

Al ver entrar al herrero por esa puerta que quedaba al extremo norte de la calle Bolívar, casi formando esquina con la Imbabura, al monje se le abrieron los ojos y el entendimiento ante la posibilidad que rápidamente pudo vislumbrar. Disimuladamente se acercó al herrero y éste lo saludó:

Buenos días, Padre

Buenos días le contestó el religioso y enseguida preguntó:

¿Por qué viene al Convento tan de madrugada...?

Siempre vengo a esta misma hora porque a las siete y media ya tengo que "alzarme" y con la limpieza del jardín nunca hay tiempo de sobra.

Sí, claro, así es. Pero dígame: ¿Cómo pudo entrar por esa puerta...?

¡Ah! dijo con orgullo el herrero El Padre Superior me dio la llave de la puerta de los pobres para que yo hiciera una copia en mi taller y pudiera entrar de madrugada. Pero con el miedo de que pudiera perderse, hice dos y me salieron como anillo al dedo... La una la ando a llevar y la otra la guardo para cuando se me vaya a ofrecer.

Qué hábil y previsto es usted. Ya iré a su taller para pedirle que me haga unos pequeños trabajos que necesito.

Cuando Vuestra Reverencia lo desee. Estoy a sus órdenes.

Después de esta breve conversación, el religioso se fue a la sacristía y el herrero e improvisado jardinero prosiguió su camino.

Desde aquel día Fray Bartolomé se convirtió en un asiduo visitante del herrero Tilicas, quien tenía su taller en una tienda negra como el carbón que utilizaba para la fragua y que estaba situada en la calle que hoy se llama Imbabura, entre Bolívar y Sucre, a pocos pasos de la esquina trasera del Convento de San Francisco, en donde se encontraba la puerta de los pobres.

Para las primeras visitas del religiosos al herrero hubieron pequeños pretextos de una u otra cosa que el primero deseaba que hiciera el segundo.

Pero luego progresó tanto la amistad que ya no hubo necesidad de pretextos para que el monje llegara donde el herrero, ya sea al taller cuando estaba trabajando, o a la tienda contigua en donde tenía su vivienda, cuando eran horas de descanso.

Así llegó en día en que el fraile fue directamente al fondo del meollo, de esta manera.

Oye Tilicas: cierta vez me dijiste que habías hecho dos copias de la llave para entrar al Convento por la puerta de los pobres.

Si, es verdad y me resultaron perfectas. Entonces… ¿por qué no me das una para no tener que dar la vuelta por la portería y venir a visitarte con más frecuencia…?

¡Claro! ¿Por qué no voy a dársela si Vuestra Reverencia es uno de los dueños del Convento…? Déjeme buscarla y se la traigo enseguida.

Largos se le hicieron los minutos que tuvo que esperar hasta que regresara el herrero y casi no respiraba ni tragaba saliva como si ello pudiera estorbar para que Tilicas le trajera la llave que le abriría las puertas de la gloria terrena.

Pero no fue larga la espera porque el herrero sabía donde guardaba hasta el último clavo de su taller.

¡Aquí la tiene! le dijo al fraile, entregándole la llave.

¡Gracias! contestó el religioso escondiendo la emoción que aquello le causaba, y de regreso al convento convulsivamente apretaba contra su pecho la que era para él la llave del paraíso terrenal.

Desde entonces menudearon las visitas nocturnas de Fray Bartolomé a la hermosa joven que vivía a pocos metros del convento en una tienducha de mala muerte, al frente de la cual su propietaria expendía unos pocos víveres y tras del bastidor tenía su vivienda, típico modus vivendi de la gente del pueblo urbano. Pero la tienda tenía también un pequeño altillo o "mezanine" que anteriormente le servía a su dueña como sala de recibo, pero desde que llegó su sobrina se la cedió para que se instalara allí y como la grada o escalera empezaba justamente junto a al puerta de la tienda, por las noches la joven le quitaba la aldaba y el furtivo visitante llegaba directamente al entrepiso sin ser visto ni escuchado por la vieja que dormía a pierna suelta en la recámara de la tienda.

Casi un año duró el idilio de los dos amantes sin que nadie se percatara de lo que acontecía debido a la facilidad con que el fraile entraba y salía del Convento a altas horas de la noche sin ser visto por nadie debido a la cercanía del lugar de las citas. Y la pasión que se había encendido en el pecho de ambos se encontraba en su punto culminante cuando repentinamente un día la joven cayó gravemente enferma.

Vanos fueron todos los intentos que se hicieron para salvarle la vida.

La hermosa joven que fue el encanto y la admiración de tantos hombres y que especialmente a uno lo llevó al camino del pecado y de la perdición, definitivamente sucumbió a la muerte en un horrible día de invierno.

Trémulo de dolor Fray Bartolomé la acompañó en los momentos supremos de la muerte fingiendo ser un simple sacerdote que obraba en cumplimiento de su deber cuando en realidad desgarraba su corazón al ver extinguirse la vida de su amada. Cuando ella expiró y luego de que las vecinas la amortajaron con una blanca túnica en señal de que había muerto sin casarse, el mismo religioso colocó sobre sus hombros un hermoso paño guadalupano que había encargado a México y que le llegara justamente el día en que murió su bella amante. Luego clavaron la caja mortuoria y a la mañana siguiente la llevaron al cementerio y le dieron cristiana sepultura.

¡Tilicas ábreme la puerta!

¡Tilicas! ¿Que no me oyes que me abras la puerta?

Por las barbas de Satanás, Tilicas, ábreme la puerta.

Era un anoche horrible de relámpagos y truenos con una lluvia pertinaz que caía a chorros y el frío calaba hasta los huesos.

Malhumorado, Tilicas abrió la puerta contigua a la herrería y preguntó.

¿Quién diablos se atreve a importunar así a estas horas de la noche…?

Soy yo, Tilicas, necesito que me des herrando esta mula.

¿A estas horas y con este temporal…? ¡Estás loco!

Mira Tilicas: te voy a pagar bien y además no me voy a mover de aquí hasta que no me saques de este apuro.

Viendo la imposibilidad de resistir y también con el deseo de que pronto desaparezca de su vista ese hombre extraño a quien no recordaba haberlo conocido y que le infundía temor por su tez morena, su alto cuerpo embozado en una capa negra y su dentadura que parecía toda de oro y que brillaba en la obscuridad de la noche bajo el ala de su sombrero también de color negro, al fin le dijo:

Bueno, veamos lo que se puede hacer.

Mas al acercarse a la mula que no había estado quieta un solo momento, también le inspiró cierto temor y repugnancia que le obligaron a exclamar:

No puedo, la mula es chúcara y no tengo quien me ayude.

Yo te ayudo, Tilicas. No te preocupes. Ve a traer tu herramienta y aquí te sujeto la mula de modo que no se mueva.

Fue Tilicas a la herrería y trajo lo necesario para herrar a la mula, pero cuando le hundió el primer clavo en la pata del animal, al herrero le pareció escuchar como un lastimero quejido.

Como que se queja esta mula del diantre dijo asustado Tilicas.

¡Nada de que se queja ni qué ocho cuartos! replicó airado el extraño jinete, de modo que Tilicas apuró su trabajo y terminó lo antes posible.

Entonces el hombre de la capa negra le tiró una bolsa de cuero y le dijo:

Eso vale más que oro. Ve mañana donde tú amigo Fray Bartolomé y dile que por eso te dé el dinero que quieras.

Dicho lo cual montó su mula y partió a todo galope sacando chispas de las piedras de la calle y dejando en el ambiente un fuerte olor a azufre.

No bien amaneció fue el herrero donde Fray Bartolomé llevando el misterioso encargo y cuando el religioso abrió la bolsa de cuero y de allí sacó al paño guadalupano con que había amortajado a su amante, sufrió una impresión que casi lo mata.

A los pocos días pidió a sus superiores que lo trasladasen a un severo monasterio de Lima en donde vivió haciendo penitencia hasta su muerte.

Fuente:
Loja de Ayer; Relatos, Cuentos y Tradiciones de Teresa Mora de Valdivieso
Loja, Ecuador
http://www.vivaloja.com/content/view/244/54/
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