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SOBRE LA CREACIÓN TEHUELCHE

Región Araucanía
Chile-Argentina


En la antiquísima cosmogonía tehuelche se cuenta que "El que siempre existió" vivía rodeado por densas y oscuras neblinas allí donde se juntan el cielo y el mar, hasta que un día, pensando en su terrible soledad, lloró y lloró por un tiempo incontable... y así sus lagrimas formaron a Arrok, el mar primitivo...

El eterno Kóoch al advertirlo dejó de llorar, y suspiró...

Y su suspiro fue el principio del viento...

Entonces Kóoch quiso contemplar la creación: se alejó en el espacio, alzó su mano y de ella brotó una enorme chispa luminosa que rasgó las tinieblas. Había nacido el Sol.

Con él la sagrada creación tuvo la primera luz y el primer fuego, y con él nacieron las nubes...

Y los tres elementos del espacio armonizaron entonces sus fuerzas para admirar y proteger a la tierra de la vida perecedera que Kóoch había hecho surgir de las aguas primeras.

Andando el tiempo Elal, el héroe-dios, el nacido de la Nube cautiva y el cruel gigante Nóshtex, creó a los Chónek (hombres) de la raza tehuelche en las tierras del Chaltén... y fue su organizador, protector y guía.

Y entre otras muchas cosas, como Elal viera que sus criaturas tenían frío y oscuridad, cuando el Sol no estaba en el Cielo, les enseño a hacer fuego, el mismo que les permitiera vencer a la nieve y al frío en las laderas del Chaltén, el que brota cuando golpean ciertas piedras...

Dicen que a partir de entonces los tehuelches ya no temieron a la oscuridad ni a las heladas porque eran dueños del secreto del fuego, y el fuego era sagrado para ellos porque se los había dado su padre creador...

Este es un hermoso mito del ciclo de Elal, el progenitor de los tehuelches... Claro que las otras razas del cono sur de América han explicado a su modo el origen del fuego, el preciado elemento que aseguró la vida de las culturas aborígenes patagonienses...

Una antigua leyenda cuenta que los mapuches no conocían el fuego, pero que lo aprendieron de los niños, más exactamente de dos hermanitos que se desafiaron para quien hacías girar más rápidamente un palito en un nido de pasto seco...

¡Y el resultado fue que casi queman todo con su juego inocente!

Parece ser que el gran incendio devoró los bosques y corrió los animales hasta atraparlos...

De este modo los indios se quedaron sin caza.

¿Cómo harías para sobrevivir sin un alimento tan importante?... Pero los ancianos de la tribu dijeron que la carne de esos animales quemados no podía ser impura porque el fuego venía del Dios Padre... Y comieron así carne asada y la hallaron sabrosa... Tanto que, a partir de entonces, también los mapuches quisieron hacer fuego y conservarlo... porque les permitía no sólo cocinar sus alimentos sino disfrutar de su luz y su calor, todos reunidos en torno de la llama que era como el Sol.

Como todos los pueblos primitivos, los que habitaban las mágicas tierras de la Araucanía lograron encender el fuego por fricción de un palo sobre un lecho de yesca, o por percusión de piedras de pedernal hasta que el saltar de la chispa hace arder la hierba seca...

Y si resultaba laborioso encenderlo, aún más difícil era conservarlo...

¿Cómo lograr que no lo apagaran los vientos que trae y lleva Elëngansen?

¿Cómo protegerlo de enviado de Gualichú que intentaría robarlo?

¿Cómo entretenerlo para que no se cansara de arder y se fuera de nuevo...?

Por eso los tehuelches lo encerraban en vasijas de barro, y le prodigaron alimento y cuidados. Las mujeres eran las que se ocupaban del fuego, y cuando lo necesitaban secaban brasitas y con ellas encendían nuevos fuegos...

Pero, ¡ay si se apagaba el fuego! Muchos relatos cuentan de los terribles castigos para la mujer que se dormía o se olvidaba...

Es que fueron tiempos muy duros y los hombres no podían permitirse perder el sagrado tesoro.

Porque era un don de Dios, el fuego volvía a Dios a través de ceremonias donde ofrendaban al Supremo, en el pillan quitral, animales o frutos de la tierra, o bien objetos culturales de manufactura indígena.

También celebraron con homenajes y regalos el fuego de Pillán, el fuego de lo más hondo de la tierra que escupen las bocas enojadas o dolientes volcanes.

¿Acaso Pillán, el que vive arriba de las montañas, no comanda las terribles tormentas de fuego del Cielo y de la Tierra? ¿Sus rayos no destruyen y queman el corazón de la vida? Por eso lo respetan y veneran, para que no se enoje y traiga el fuego que devora...

Y sacralizaron el cherufe, el fuego celeste de los aerolitos que caen y que misteriosamente se vuelven piedra colorada y ya nunca más arden... Aunque: ¿qué habrá pasado con el fuego?, ¿estará sólo dormido o se habrá ido como los innombrables al más allá?

Y hasta honran mudamente a los fuegos fríos de las lejanas estrellas, porque los viejos de los loncos dicen que allí viven los espíritus de los antepasados, las almas de los que se fueron, y desde arriba contemplan sus parientes con el permiso del Elal...

Es creencia aborigen del Sur de América, que viven desde hace incontables lunas, entidades mágicas en relación con fuegos malditos... como los de Anchimallén araucano, el duende enano que sirve a los brujos del diablo, el que roba para "el daño", el que ciega con su presencia por que la lucen la que se transforma es maligna... cuando su radiación brillante y fugaz aparece en los campos o en las montañas o en las ramas de los árboles o en los techos de las rucas... el indio tiembla porque significa la muerte para alguien: ¿a quién se llevará esta vez la luz mala?

Dicen en voz baja que los anchimallenes son criaturas que los brujos alimentan con las míticas leche, sangre y miel, y que quién posea uno multiplicará su hacienda y tendrá protegidos sus ganados...

Hay quién paga mucho al brujo para tener un niño anchimallén, y también quien lo roba, y hasta quien lo seduce para sus propios huertos, observando bien cuál es el alimento que le gusta más y poniéndola su alcance en abundancia en determinados lugares del campo... y es fama entonces que "por goloso pierde la vida" el anchimallen, pues los astutos hechiceros, sus verdaderos dueños, siempre se enteran, ¡y lo castigan con la muerte por su negligencia!...

Claro que la memoria de los mapuches siempre ha tenido un lugar para el ideal luminoso de la mítica Antú Malguén. Es la joven, y bella amada de Antü (el sol), la que parece flotar, delicada y frágil, junto al estanque de las totoras, allá en la cumbre del Domuyo. Dicen que cantan melodías que son como suspiros de la brisa mientras peina sus largos cabellos rubios con peine de oro reluciente... ¿Por qué a veces su canto es un lamento y otra una risa feliz?

Nadie lo sabe, pero la fina voz que parece agua y que parece viento rueda ladera abajo por las rocas del volcán divino.

Sólo unos pocos osados que burlaron al toro y al potro del Domuyo han logrado ver Antü Malguén en la cima sagrada. Para unos huye disuelta en llama de cherufe al sentirse sorprendida, para otros se sumerge veloz en las aguas porque es la sirena Coñi Lafquén (hija del lago)... pero ni unos ni otros han podido olvidar el hechizo fascinador de la doncella de oro luz. Tal vez se deba a que Antü Malguén se funden el fuego de la creación: el Sol.

Por eso mientras viva en el gran volcán andino y peine sus fantásticos cabellos los fuegos de las tribus milenarias no se apagarán, y los viejos continuarán contando y recordando su historia y las historias de todos los mitos, nacidos al calor de la llama que un día les regalara Elal...

VOCABULARIO

ANCHIMALLÈN: Duende de la mitología mapuche. Es enano, no tiene tripas y exhibe una cola luminosa.
CHALTEN: Montaña azul.
CHERUFE: Nombre de un monstruo gigantesco y antropófago que habita en las montañas y es capaz de provocar terremotos y erupciones.
DOMUYO: El que rezonga y tiembla.
ELAL: Personaje central de la mitología tehuelche. Hijo del gigante Nóshtex y de una Nube, es el héroe creador y educador de los tehuelches.
KÒOCH: El creador, en la mitología tehuelche.
NÒSHTEX: En la mitología tehuelche, uno de los gigantes que habitaban en la isla creado por KÔOCH. Rapto a una Nube, en quien engendro a ELAL, luego la asesino y persiguió a ELAL hasta la Patagonia.
PILLÀN: Según los mapuches, espíritu protector o vengador que habita generalmente en un volcán.

Fuente:

LA LEYENDA
Editora/Redactora: Cintia Vanesa Días.
Revista de cultura y humanidades
Editada en Buenos Aires, Argentina Diseño web Zen|Soluciones - ©2001-2004
Todos los derechos reservados - Se agradece la difusión del material, citando la fuente

Imagen
temuco.olx.cl

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/03/kooch-el-creador-de-la-patagonia.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/02/elal-y-sus-inventos.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/08/trentrn-y-caicai.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/01/el-terrible-cherufe.html

MUSICA MAPUCHE-Pewen sagrado pewen-1er lugar Festival La Union 2000



Canción mapuche de CECIL GONZALEZ ganadora del Primer Festival Nacional de La Union, interpretada por Susana Abgélica y Los Peñis. PEWÉN SAGRADO PEWÉN
Letra y Música: Cecil Gonzalez


En la inapire mapu, Wenumapu te creó,
pa alimentar al pewenche, que por ti un día nació.
Allí estás madre araucaria, nuestro sagrado pewén,
bella, altiva, milenaria, como mi Dios Ngenechén.
Pewén, pewén.

A mi pueblo das la vida, fósil viviente ejemplar,
y en la más alta mawida nos das esperanza y paz.
Compañera indisoluble, con mis peñis noble y leal,
eres savia del pewenche, que por siglos te va a honrar.
Pewén, pewén.

Estribillo:
Pewén sagrado pewén
del pewenche el aliwen.
Grande como Ngenechén.

A la entrada del otoño hay que irse a cosechar
pues los menu ya están listos pa bajarlos con aupal,
habrá que hacer una ruca pa pasar la temporá,
irán con sus pichi wentru, que también van a ayudar.
Pewén,pewén.

Después de largas semanas ya están listos pa bajar
con sus carretas cargadas de piñones pal hogar;
tendrán para hacer su harina, sus catutos y su muday;
y habrá que esperar otro año pa volver a cosechar.
Pewén, Pewén.

Estribillo: Pewén sagrado...

GLOSARIO:

Inapire Mapu: Precordillera, hábitat de la araucaria.
Wenumapu: Creador de la tierra
Pewenche: Gente del pewen
Pewen: Araucaria
Mawida: Area boscosa cordillerana
Aliwen: El gran árbol
Menu: Cabezas que contienen el piñón
Aupal: Garrochas para coschar piñones
Pichi wentru: Niños pewenches
Piñón: Fruto de la araucaria. Gran fuente proteica.
Catuto: Masa de piñón cocido
Muday: Bebida de piñón fermentado.



ÁRBOLES SAGRADOS
PILLÁN MAMUL MO

Allá en el principio de los tiempos, cuando los hombres peleaban su lugar y su predominio sobre las otras criaturas en su mundo recién salido de las manos sagradas de futa chao, el Dios Padre resolvió darles un guía... Ese guía saldría de ellos mismos, sería llamado Chamán y encaminaría su pueblo por la vida…

La antigua historia no se detiene, y cuenta también el viaje al más allá del "elegido". Así sabemos del vuelo mágico hacia el Centro del Mundo, donde hunde sus raíces el legendario Árbol Cósmico. Allí el que será chamán deberá subir los tapty (peldaños del árbol chamánico) y se detendrá para venerar en su camino a la Luna y Sol...y también dormirá un largo sueño en sus ramas, como huevo empollando por el Ave sagrada, hasta que esté formado y listo para la misión Divina.

Muchas culturas del Tierra hablan del Árbol Divino. ¿Una misteriosa coincidencia más?... Lo diferente es la especie, aunque se mantiene la constante sagrada.
Entre los yakutes es un abeto gigante, en cambio una hermosa leyenda urankhaia, la de los trágicos amores de bo-khan, el primer chamán, y una doncella celeste, cuenta que el fruto del amor humano- divino fué un niño que su madre despechada abandonó bajo un árbol para que éste lo nutriera con su savia. Ese árbol era un álamo, y de él se dice que desciende la raza de los chamanes...

Seguramente este sea el origen del porqué el chamán asiático sube los siete peldaños simbólicos en un altar hecho con madera de álamo...

Sin embargo entre los Araucanos y Mapuches de la Patagonia el árbol sagrado por excelencia es el folle o canelo, en el que cuentan se siente Nguenechen, el dios de las raza indígena...

Los indios respetuosos del mito milenario saben que bajo su sombra no se puede mentir o hacer promesas vanas... porque la amenaza de castigo es terrible para el transgresor, y también han aprendido que con el run run (giro en círculos), y una varita de canelo anuda un hilo se ahuyenta a huecuvú, el maligno.

Más todavía: en el sur de Chile el cultrún propiciador y también el rehue (o altar ceremonial), con sus siete escalones por donde sube la machi, están hechos con las madera del canelo sagrado para que la hechicera logre el máximo de inspiración divina.

Los mapuches de la argentina austral, en cambio, quizás porque el canelo allí no es especie arbórea sino arbustiva, lo han desplazado como madera para el altar de las ceremonia; en su lugar emplean doce cañas de colihue, que sólo por esta razón adquieren un toque mágico… el que se extiende inclusive a las cañas cuando llevan en alto las banderas de cada lonco (tribu) en las fiestas rituales.

Dicen que en la flora austral cada especie tiene un espíritu guardián que reside en ella y la protege… Por eso el aborigen, antes de cortar la más pequeña rama o recoger un fruto, deberá pedir permiso a su invisible "señor".

Los dueños de los árboles más venerados y propiciados con ofrendas materiales son los del canelo, del maitén, del boldo, y… del pehuén. Cada uno tiene su rango divino, y el aura mítica lo envuelve a los ojos azorados del indígena…

Su antigua creencia le explica que el Dios vive en el maitén, y que por eso su porte elegante y su follaje brillante. Al mismo tiempo se siente protegido por él… sino ¿cómo abría, sin el maitén, para contrarrestar los efectos de las plantas demoníacas o malignas?

La tradición le ha enseñado que el sagrado boldo es una del las apariencias del Am o "alma externada" de los que han ido poco tiempo, y por eso los respeta y cuida… Si el árbol crece sano y en abundancia: ¿qué mejor garantía para la abundancia en las cosechas y en los ganados? Es más, la leyenda afirma que quien consuma su fruto vivirá larga vida, sobre todo si recoge el medio de una noche obscura y tormentosa… Eso sí: luego de permiso al "dueño" y de obsequiarlo con el consabido tributo.

El pehuén, en especial, recibe el cariño y la veneración de los antiguos habitantes del sur, sobre todo en Neuquén. Lo sienten tan profundamente propio que lo han elegido como un emblema, y se llaman así mismo los "pehuenches". E incluso como los hijos suyos buscan para el casamiento la bendición del mítico pehuén, la que les asegurará una unión buena y fecunda. Y es forma que lo consigue… si el primer encuentro ente los esposos se realizan bajo las ramas protectoras de la especie sagrada.

Entre todos los pehuénes el Picún Chao del cajón del manzano es el pino santo por excelencia… ¿Cómo no homenajearlo y congregarse en trono a él si el milagro lo ha marcado visiblemente? Es que una tormenta perdida en el tiempo del Hachadel temible Pillán araucano, el rayo lo abatió… pero resurgió de sus cenizas en un retoño vigoroso, símbolo del triunfo de la vida sobre la muerte. Por eso, en las festividades principales, promesantes de distintos puntos de la Patagonia peregrinan hasta el Picún Chao y no le dejan su ofrenda incompleto silencio, respetuosos del portento de este misterio de la naturaleza.

En la memoria colectiva de las comunidades aborígenes vive el recuerdo de las sacralidad del coíhue, o el alerce… o del seco y retorcido algarrobo del gualicho. Muchos ya han olvidado los porqué o las causas primera del mito, pero de generación en generación los patagonienses han cuidado celosamente la preservación del culto a los árboles y su presencia mágica.

Para el blanco una planta es… una planta. De ella podrá obtener utilidades varias, pero seguirá siendo sólo un vegetal. Para el indio, en cambio, una planta es vida espiritual también, y le reconocen no sólo usos sino sobre todo virtudes. Por eso hablarán de plantas divinas, diabólicas o mágicas... y con cada una trabarán relaciones especiales.

Los viejos muy viejos han enseñado a los jóvenes a distinguir a las plantas diabólicas como el litre y el latué en Chile, o el parasitario quintral, el que busca el trueno, en las laderas y largos cordilleranos de la argentina austral. A ellas le quemarán como leña para extirpar al demonio, pero se persignarán al tocarla, y escaparán del humo maléfico que suele traer erupciones y conjuntivitis a los incautos. Y si solamente pasarán a su lado durante un viaje si no deberán olvidar el conjuro: "-yo soy el litre y tú Juan (dice el indio Juan)" de modo que el árbol se equivoque y descargue su veneno sobre sí mismo. Claro que otras culturas de la región son más expeditivas: prefieren el método directo del azote… y castigan al maligno con las ramas divinas del maqui, del natre o del maitén.

Verdaderos especialistas en plantas mágicas son los dunguves, los adivinos y curanderos del amor, los que dominan los secretos estimulantes, propiciadores y afrodisíacos del pailahua, el llaquén o paramel, el mellico lahuén... y otras plantas hueñan hue para el deseo. ¿Cómo no recurrir al pailahue si se quiere recuperar el amor del hombre infiel? ¿O al nüume lahuén para obtener el amor? ¿O al latué que debita o a nula la personalidad… con cuidado en no excederse en las dósis por que la muerte puede llevarse a la persona deseada?

El conocimiento del reino vegetal no puede descuidar los usos y peligros de plantas venenosas de probada eficacia como los hongos, el pichoga, el chamico y el colliguay, aprenden la historia de caiquenito distraído, el que se quedó, en las tierras templadas del norte cuando su tribu retornaba a los pagos sureños. Dicen que su madre lo fué a buscar y lo entregó a un genio de la naturaleza para que le diera el correctivo más eficaz… Y el indiecito se convirtió en calafate, la planta del fruto penitente que si se come atrae irresistiblemente al sur.

Y así coinciden la leyenda del origen de la violeta amarilla o pilún dewu, la creación del Gran Pillán araucano, que empezó con el otro viviente bello y resistente de esta flores, el otro oro mineral que ambicionaba para su ruca divina y que tan generosamente le entegará Lil, el rico sin alegría…

O la leyenda de la ñaculahuén, la hierba sagrada que cura las úlceras… y que recuerda el entrañable amor del bravo Cacique Loncopán y de Pilmaiquén, la enamorada esposa que diera su vida y sus fuerzas para que Loncopán sanara el terrible mal que lo llevaba a la muerte…

O la leyenda de la mutisia, o la leyenda del pehuén… ¡Y de tantas otras leyendas y mitos!

Los indios de las tierras patagónicas saben que un mismo hilo sagrado une a Ngen Lemú, a los árboles sagrados, las plantas mágicas o diabólicas, o las hierbas medicinales o alucinógenas y a la flora de leyendas y tradiciones… Y lo preservan y lo respetan, enseñando a sus descendientes hacerlo también. Porque en el más austral rincón del planeta la llama divina no se apagado…

Quizás se deba a que las culturas aborígenes no han echado al olvido la única gran verdad, el misterio de los misterios: la Vida. Y la celebran…

Fuente
Una Vieja Leyenda
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/02/uamenk-el-chaman.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/01/el-camaruco.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/05/los-caballos-blancos.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/08/el-pehuen.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/08/nquilli.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/08/trentrn-y-caicai.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/04/nanculahuen.html

UÁMENK - EL CHAMÁN

Machis hacia 1903.

Machi, persona que tiene la función de autoridad religiosa, consejera y protectora del pueblo mapuche.

Eogativa mapuche Lago Calafquen 1996 Angelita Huenuman Victor Jara


Rogativa mapuche, Lago Calafquen 1996, tomadas por Victor Calzadillas con autorizacion del Lonko convocante.


UÁMENK - EL CHAMÁN

Segunda parte: El vuelo sagrado…

En el enclave de América, allí donde los vientos tienen fuerza cósmica y cantan mitos y leyendas olvidadas huecuvú, el espíritu maligno que trae consigo la enfermedad y la muerte, devora en fiebres a su nueva víctima.

Superstición y sabiduría, el veredicto es el mismo: solo la machi puede enfrentarlo y vencerlo…

Con la hechicera sagrada llegan la esperanza de la salud y la vida. Ella sabe su oficio: primero diagnosticar, luego curar… en el peutucutrán inicial (diagnóstico) podrá en contacto el cuerpo del enfermo con el de un cordero o lechón, para que el mal se transfiera al animal. Así, cuando lo sacrifique y examine sus vísceras, ¡verá el daño y su diagnóstico no fallará!

De a cuerdo con tan preciosos datos optará por el lahuentrún o cura mágica a base de hierbas, raíces u otros remedios de la naturaleza, o por el machitún ceremonia curativa en la que compromete toda su ciencia y su ser mismo.

En el machitún, sea diurno o nocturno, superstición y magia se dan la mano y retroalimentan… ¿Acaso no existen por y para el otro?

Cuando la ceremonia es diurna participan muchos parientes, amigos y vecinos. Por eso tal vez es tan sonoro y dinámico el rito: la machi bate su sagrado cultrún y danza y canta su machi ül (canción de la machi), en tanto que dos pihuichenes o niños santos ejecuten un ahuín o vueltas a caballo, en círculos alrededor de la ruca donde yace el enfermo atormentado. El misterio atrapa a todos y cada uno de los presentes: la médica hechicera, casi en trance aspira y exhala el hálito del caballo blanco y del alazán, y se restriega contra los pechos sudorosos de los animales del rito, implora, corre… ¿es que ve a huecuvú y lo persigue?..., ¡¿cómo saberlo si solo ella puede penetrar en las sombras?!

Pero el machitún nocturno es todavía más solemne y misterioso.

Quizás por el encierro, por la hora, por la visión del enfermo que atrapó el maligno…

Todo se conjuga para que esta sea una experiencia única:

¡La del trance sagrado o alto vuelo!

El ritmo antiguo de su cultrún sagrado guía a la intermediaria entre el hombre y el Dios, y por la escala mágica haciende los peldaños de éxtasis: el perimontún, o aparición de visiones, el kuimínkelen o caída en trance, y el péuma o arrobamiento extático –místico…

Solo así brilla la revelación curativa y traba lucha sin cuartel con huecuvú o la enfermedad…

Su manifestación más palpable son las extrañas palabras y sonidos que brotan de la garganta de la machi… ¿que dice? ¿Porqué nos eriza la piel su lenguaje incoherente?...

Solamente el nguempin, el dueño de la palabra, puede interpretar la vieja lengua sagrada… y la acompaña, para que en el viaje de regreso la machi no olvide los mensajes de la "otra orilla".

Después, la espera… si triunfa la salud, la machi agiganta su prestigio… si triunfa la enfermedad y la muerte: ¡es que Nguenechen así lo quiso!... ¿será por esto que el circuito mágico sigue rondando por la Patagonia después de tantas lunas?

Como centro de la convocatoria sobrenatural la mujer chamán no sólo cura, sino que también acompaña a las almas de su pueblo al "Reino de la Sombra", para servir de mediadora entre ellas y sus dioses celestes o infernales, grandes o pequeños… por eso dicen que es la gran especialista de almas: vela por ellas, encarnada o desencarnada, y las ve, conoce su forma fantástica y accede a la visión de su destino…

Tan fuerte es el poder de las relaciones chamánicas con el más allá y tan vivo su reconocimiento en las sierras australes que en 1960, cuando terremotos y temibles maremotos azotaron el cordón meridional de Chile, en la costera reducción indígena de collileufú, al sur de Puerto Saavedra, ruego, ceremonia, rituales y sacrificios humanos propiciatorios a cargo de estos mágicos guardianes del equilibrio material y espiritual…

¡Y el orden volvió!

¿Fué por obra de la naturaleza misma o por la meditación de las machis? Es otra pregunta sin respuesta…

En sus prácticas el chamán o la machi acceden al trance extático por autosugestión, heterosugestión, y muy frecuentemente por el uso de plantas alucigénas que se considera sagradas. Así por medio del michay, o el peyote, o el molle entre otras, el chamán americano concentra su poder, visita el otro mundo, y adquiere un nuevo y quizás más verdadero sentido de lo real.

La ingestión de las sustancias alucinógenas es variada: puede fumarse, inhalarse, beberse, o masticarse. Lo seguro es el desencadenamiento natural dentro del estado misionario…

Bajo el efecto de las drogas alucinógenas la machi entra en estados alterados de su consciencia. ¿Que ve en su éxtasis? ¿Que se imprime en su cerebro durante el vuelo mítico? Seguramente revelaciones de sonidos, formas y colores, y corporizaciones no habituales… cuyos símbolos reproducirá luego en los extraños dibujos y pintura de las cuevas, ornamentos, y objetos del rito.

No olvidemos que el chamán es un verdadero artista del misterio… ¡y así están los elementos luminosos geométricos que desvela a los estudiosos: puntos, estrellas líneas paralelas o en zig zag espirales, triángulos, círculos concéntricos, enrejados, hexágonos...! ¡Y también las alucinaciones figurativas que hablan de su cultura la caza, las danzas, la vida doméstica…!

Vemos, si, pero no vemos, porque pese a nuestra ciencia y a los siglos de información que acumulamos, aún no sabemos el porqué de la reiteración de los motivos pintados en culturas y sociedades muy distintas unas de otras… Y sobre todo no alcanzamos "el desciframiento" de tales plasmaciones chamánicas. No todavía…

Creo desde muy atrás en el tiempo van al pasado prehistórico de los pueblos que habitaron el suelo americano, existió la relación de las manifestaciones artísticas indígenas con el chamanismo y con el uso de alucinógenos... ¿fuente de inspiración?

¿Aguzamiento vidente de la memoria colectiva de la raza que no quería morir?

¡Quien sabe!

Pero así están las evidencias en el arte rupestre pagoniense, con las magníficas huellas en el Alero del Chamán, en las cuevas de comayo, y también en el sagrado Cerro Yanquenao, el del círculo basáltico sagrado con la roca piramidal en el centro, el de la tumba revelada…

Mucho se ha dicho y se seguirá diciendo con códigos humanos y el chamán y su dominio de la naturaleza, de si mismo, y del vuelo sin fronteras de su mente… Pero el código chamánico o mágico de las cuevas, de sus tailes de su trance visionario aún es un secreto… que custodian y preservan celosamente los oficiantes de los sagrados…

EL AUN

Ritual funerario de los mapuches que se realizaba antes de la sepultura del cadáver. De acuerdo a la importancia del fallecido variaba la importancia del rito. Su objeto era el de alejar a los malos espíritus que pudieran llevarse el alma.

Según Aída Kurteff el ritual consistía en "realizar carreras a rienda suelta alrededor de la persona fallecida, danzar y entonar ciertas salmodias en prueba de la más alta distinción que podía brindársele al ser amado que dejaba esta vida".

"El AUN -continúa diciendo la Kurteff- también tenía el propósito de espantar la sombra de los CALCU o brujos que merodeaban por los cementerios para apoderarse del ALHUE, el fantasma del muerto, y poder utilizarlo en sus hechizos. Algunos hombres estaban a cargo de cubrir de lajas y mantas el fondo de la huesa donde se apoyaría el cadáver, y una vez colocado en su lugar, los deudos comían y bebían poniendo en la sepultura parte de los víveres para que el AM o alma participe del ritual."

"También se sepultaban junto al muerto todas sus pertenencias más preciadas, así como vasijas con granos de cereal que servirían al AM de alimento mientras no abandonase los despojos para dirigirse al RANGUIÑHUENU, el medio cielo, pues aseguraban que tras el firmamento visible había otro mundo, y esto que los humanos alcanzaban a ver es tan sólo la mitad del cielo, estando reservada la otra mitad al HUENU, cielo o más allá donde habría de ser recibido el ALHUE del difunto".

HUECUVÚ

Genio del mal que interviene en la vida del hombre destruyendo lo que este construye y enfermándolo para que no le sea posible trabajar.

Dicen que este genio supedita su acción al Pillañ y que a veces adopta la forma humana o de cualquier animal, procediendo a quemar la leña de canelo para que el hombre se vaya del lugar.

También llaman Huecuvú a ciertos valles donde proliferan hierbas dañinas, existiendo una enfermedad nerviosa y fatal en los equinos a la que denominan huecú, producida por la ingestión del coirón blanco, que a dado motivo a estudios especiales.

En los pasos cordilleranos se suele encontrar una gran cantidad de animales muertos y osamentas, lo que es atribuido por los indígenas exclusivamente a la obra del Huecuvú.

NGUILLATÚN

La ceremonia. El ritual religioso más importante de la cultura mapuche-huilliche que dejó de practicarse en Chiloé durante la Colonia. Fue restituido -casi como símbolo- por el movimiento de la mapuchería, en algunas comunidades isleñas.

(Se forma un círculo con estaquillas, en un sitio prominente. La entrada única de este patriarcal se orienta hacia el O. y es un arco ornamental similar a los que se entrecruzan al interior, con flores y ramas de laurel. En dirección al E. se plantan tres arbolitos.

El maestro de ceremonia, con un báculo, inicia una procesión por fuera del sitio sacro, acompañado de su escolta que porta una bandera de paz y dos ramos de laurel y seguido de todos los participantes, entonando una canción de paz. El recorrido continúa por dentro, sin zapatos ni objetos metálicos y cantando o rezando temas religiosos, en `idioma'.

En este recinto se inmolará también al animal; con su sangre se hacen cruces en la frente y se fleta a las personas enfermas. El cadáver del ternero de más de dos años es retirado para ser carneado; se regresará sólo las menudencias para ser quemadas. En todo momento se ofrenda a Chau-Dios y se le rocía chicha o se entrega alimentos al Abuelito Huentreao, a Blanca Flor y al Inca Atahualpa que están simbolizados por los tres arbolitos de laurel que fueron plantados al interior.

Una vez que se han consumido los animales sacrificados, fuera del patriarcal, se baila el circular. Luego viene la fiesta.)

(Versión de Carlos Lincomán, cacique general de Chiloé).
Una Vieja Leyenda

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Wikipedia


http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/02/uamenk-el-chaman.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/08/nquilli.html



http://www.youtube.com/watch?v=rmwnXBKnYig

Alineación al centro

UÁMENK - EL CHAMÁN



EL CHAMÁN

PRIMERA PARTE: EL PRIMER SUEÑO...

En las altas cumbres de los Montos Altai, entre el Irtish y el lago Baiakal, nació en un tiempo sin tiempo el chamanismo. Así lo bautizaron en tungús y así ha perdurado en muchos pueblos…

Es arte y ciencia de brujos, o hechiceros, o magos, o inspirados. Consiste por excelencia en el dominio voluntario de las técnicas del éxtasis, o sea: del vuelo mágico con el alma… Esto le permite servir de puente entre el aquí y el más allá… y con tales características se a expandido por los cuatro puntos cardinales.

Andando, andando, penetra en América posiblemente por el helado estrecho de Bering y pronto se irradia por todo el continente… y quizás así llega un día a la Patagonia, hoy unos de los últimos reductos de los misterios chamánicos.

Hay Chamanes o machis de la cordillera andina, en las mesetas y en las costas australes. Saben su ciencia milenaria, y la ejercen con gestos burlón hacia los médicos blancos formados entre libros y aparatos: -¿Qué saben ellos de sacar afueras espíritus malignos, o de curar enfermedades del gualicho o del mal de ojo, o de brujerías, o de empachos...?

Debemos tener algo muy en claro: ser machi no es para cualquiera.

Existe culturas en las que se "hereda" esa condición de padres a hijos, y otras en las que el clan o la tribu designan al que será niño sagrado. Y hay también quienes buscan voluntariamente la condición chamánica… y estos son los menos considerados, ¡porque es elección de los dioses y no se aprende de los hombres!...

Pero en estas regiones en extremo sur de América "se nace" machi, aunque la persona lo ignore durante muchos soles y lunas… Lo sabrá cuando sea el tiempo, y porque Nguenechen lo quiere.

¿Algo "especial" marca que será después porta voz de los misterios?

En el epicentro asiático lo diferente solía ser afeminamiento, o la ambigüedad sexual. Sin embargo entre los araucanos lo es la constitución enfermiza o débil, el estómago delicado, la propensión a sufrir desvanecimientos, las formaciones, e incluso las reacciones epilépticas… aunque no excluye lo afeminado en los llamados berbaches… en realidad lo dominante es el espacio y el tiempo es la manifestación nerviosa morbosa… que es sólo "signo de la elección divina", porque los cierto es que el chamán, una vez consagrado, se cura a sí mismo y cura a los demás… ¿no es acaso un médico sagrado?

¡Claro que no basta con la "rareza" si no hay iluminación reveladora!: en algún momento el elegido pasa de la ignorancia al conocimiento… dicen que a acausa de un accidente, caída peligrosa, la mordedura de una serpiente, una enfermedad mortal… Entonces, la inconsciencia del cuerpo y la mente, entre las tinieblas florece el sueño revelador, el perimontum: un espíritu protector, o algún antepasado, o ¡hasta el propio Nguenechen, el gran dios de Araucanía!, informa que será chamán su condición de mediador mágico y le ordena: ¡hazte machi!

El despertar no será signo del conocimiento de un largo camino imposible de eludir… ¿acaso puede escaparse de los que todos lo saben y todo lo pueden?

Por eso, para formarse el elegido busca a un guía experimentado, al padre -chamán o a la madre- Machi… y con ellos se iniciará en la ciencia perdida en el tiempo que solo pasa de hechicero a hechicero.

En realidad, en la doble instrucción chamánica que recibe, tiene los mejores maestros.

¿No son espíritus superiores los que lo forman en orden extático, a través de sueños y trances hipnóticos "reveladores" del misterio, de las formas y nombres de las entendidas sobrenaturales, del secreto de las fuerzas cósmicas?

Dicen que si las iluminaciones proceden de espíritus del cielo será un chamán -blanco, y si lo instruyen criaturas del infierno, chamán- negro…

A su vez, los ancianos maestros chamánicos le transmitirán las disciplinas que guardan la tradición: las técnicas sagradas, mitologías y genealogía del clan, los cantos y leyendas, la obscura lengua del trance… y también las propiedades curativas del las plantas, animales y minerales.

La divina instrucción lo dá todo, pero exige "la prueba": aislamiento, soledad, largos ayunos agobiantes, torturas, mutilaciones reales o simbólicas… Soportará lo posible y lo imposible: que le horaden la lengua, que le claven espinas… ¡y aún mucho más! y así pasará meses, y quizás años… hasta que esté listo.

No obstante el sufrimiento solo no es suficiente… Porque la prueba máxima en el trance mágico es la experiencia del descuartizamiento y la muerte, el ascenso al Cielo y el descenso al los Infiernos…

Para darle "fuerza" y prepararlo es que han introducido en el cuerpo en trance, real o mágicamente, piedras de secreto poder, flechas espinas o cristales de roca… y aguarda…

La experiencia iniciática en la Patagonia tiene como ámbito la caverna, el reducto que adornan cabezas de animales, objetos rituales y pinturas chamánicas como el laberinto no son sino símbolos concretos del tránsito hacia el otro mundo, del descenso a las regiones de ultratumba. Allí, en ese círculo cerrado y secreto, de dolor, de misterio y de vuelo mágico, si soporta la reducción al esqueleto podrá renovar su cuerpo y resucitar a la vida…

¡O no será nada!

Finalmente, cuando la agonía se vuelve triunfo, toda la comunidad se viste de fiesta: hay nuevo guardián del equilibrio Tierra

- Cielo, ¡hay un chamán!

Ahora puede obtener lo que quiera de las fuerzas sobrenaturales invocadas, sean estas ánimas, espíritus tutelares de la Naturaleza,… o demonios…

Pero ¿es que acaso no lo pueden poseer y hacerle daño?

Los que saben afirman que un verdadero chamán es también un espíritu superior, y que por eso lo respeta el círculo de las sombras…

Al chamán lo distinguirá en adelante un importante atuendo ceremonial, que por lo general consiste en un gran tocado en su cabeza, pinturas corporales que reproducen signos mágicos y una vestimenta en la que no faltan el rayo que indica el origen celeste de sus poderes, ni las plumas represtativas de su vuelo, ni las bolsitas de cuero con sustancias, sagradas, ni el hacha o las placas consagratorias. Así se los ha visto en los rituales y así aparece en las pinturas rupestres…

La machi de la Patagonia, en cambio, es más sencilla en su atuendo: su túnica larga, el manto tradicional sujeto con el tupu de plata, y abalorios distintivos de su rango. Claro que mantiene su cabeza cubierta: dicen que para ocultar y preservar el anullo precioso ubicado en el centro craneano, por donde recibe la iluminadora energía cósmica…

Los colores sagrados que ponen su sello en todo portavoz del misterio son el azul, el blanco y el amarillo.

¿Por qué justamente los tres?
¿Que fuerzas simbolizan?
¿Representan acaso los grados de la prueba iniciática del trance?

Tal vez signifiquen, el cielo, la pureza, la tierra…

Lo extraño es que también se repiten en otras muchas culturas de Oriente Y occidente.

¿Hay aquí otra llave al misterio universal?

No lo sabemos. Pero en tanto la machi hechicera usa esa segunda y mágica piel cromática, bata su cultrún resonador y su canto profundo rebote en las aristas del recinto cerrado o se eleve en el aire, todo estará bien sobre la tierra y los hombres.

Y cuando la rogativa chamánica sea necesaria, cuando lo requieran los rituales curativos del machitún o ellahuentún, la machi volará alto hasta el sitio donde se baten las luces y las sombras, y allí peleará por los suyos. Cuando regrese volverá con el orden en las manos… y todo recomenzará.

Quizás sea por ella que no se extingue la raza del sur…

Este es otro de los misterios que silba el viento del Elëngasem.

Continúa...
Fuente
Una Vieja Leyenda


Imagen
dearpatagonia.com

EL CAMARUCO



MUSICA MAPUCHE - Mi abuelo Painén - Festival en la Patagonia
Canción pehuenche de CECIL GONZALEZ premiada en XXII Festival en la Patagonia, Punta Arenas 1999, interpretada por Susana Angélica y los Peñis.



Camarricún

Pillán Lelfön, la sagrada pampa de Pillán, con su cortejo de cerros erguidos, y su seno ralo y alucinante barrido por los vientos legendarios de la Patagonia... se estremece bajo el abrazo solar. Ya ha sentido el galope de caballadas sobre su inmenso cultrún terroso y ha visto reunirse al cacique de ojos agudos y a sus capitanejos...

Pero: ¿por qué?, ¿para qué?... antü, el sol, el que todo lo ve desde su altura celeste, acaba de contarle con su caricia de fuego que volverá a ser centro del camaruco ritual, de la máxima rogativa indígena al divino Nguenechén…

La tribu arde en preparativos. Pillán Lelfön aguarda... Su corazón mineral empieza a cantar los taieles que una y otra vez repitieron las voces de los hijos de la tierra en los nguillatunes (rogativas)

Y llegan las vísperas, y la pampa mítica aprisiona con fuerza el gran mástil donde ondeará la bandera celeste y blanca, la que copia el cielo... y suenan las trutrucas, y empiezan a acercarse las familias de otras tribus vecinas e invitados y armar sus toldos…

¡Será una gran fiesta, a no dudarlo!

¡La fiesta de las razas australes! Empieza a despuntar la aurora del primer día del camaruco... ¿que siente ahora la Pillán Lelfön?

Sonidos de tempraneras trutrucas, rumores propios del ensillado de caballos, voces todavía adormiladas.

Se preparan con emoción inquieta las clafú malén, las de colores sagrados y sus hermosos trampú (prendedor) de plata…

Y también los pihuichenes, los niños santos cuya pureza será el mejor camino para la rogativa del Padre Grande. Por eso, para sus servicios estarán las clafú malén, y para ellos se prepararán los caballos ceremoniales.

Un pihuichén montará sobre el magnífico alazán pintado con rayas blancas en representación de las nubes y otro pihuichén jineteará el blanco con rayas azules, como reflejo del cielo ¿se mimetizarán así con las alturas?

¿Correrán de este modo los espíritus de los animales por las pampas de Futa Chao para llevar el ruego y la ofrenda de los pueblos del sur?

Tal vez... porque los colores sagrados: el azul, blanco, el amarillo del sol..., y a veces también el rojo estarán en los rostros y cuerpos de los cuatro niños santos y los bailarines ceremoniales, y el azul y el amarillo distinguirán las banderas que portarán en sus astas de caña los pihuechenes…

De pronto la pampa tensa su superfice terrosa porque principia el ritual: suena grave el cultrún en manos de machi sagrada, y el taiel brota de los labios como un lamento aborígen hecho ayer en palabras.. Los jinetes encabezados por los niños santos llevan lo necesario para armar el rehue o altar junto al mastil: el palo santo, las veinte cañas colíhue, las ramas del manzano y pino…, e incluso los dos corderos para el sacrificio…

Al pié del altar, las tinajas con el muday para Dios y los platos de madera para las ofrendas…

Y los jinetes ya girarán a su ahúin cuatro vueltas sagradas en la Pillán Lelfön, y marchan al oriente para invocar el sagrado silencio a futa chao y también para espantar con gritos el maléfico gualichú que siempre ronda, esperando…

Por tres veces se repetirá el movimiento… mientras las mujeres en torno al mástil cantan su taiel al ritmo sonoro del cultrún chamánico…

Por el oriente viene el día, por el oriente sale el sol... Quizás porque allí viene la vida tocada por la gracia de Dios, a oriente miran el camaruco, y hacia el oriente elevan sus ofrendas y rogativas. Por eso, con el oriente en sus rostros, los mapuches oran arrodillados ante el altar por un "buen cielo, buena cosecha, fuerza, hacienda, trabajo, buena y larga vida"… y luego, de pié y con las manos hacia arriba, gritan por cuatro veces empujando la oración hacia los cielos, la oración que regala el sagrado muday…

Y harán otra vez igual…

Y la tercera, y la ofrenda ya no será de muday sino de tabaco, para que el humo lleve en su vuelo alto a nguenechén y la inquietud de las plegarias…

Cuando el primero de los hombres y despues las mujeres se harán completado el mismo triple ofertorio… la pampa de Pillán suspira hondo, porque es la hora del sacrificio de la vida, el momento culminante, el del ofrecimiento…

La sangre se derramará entre rezos sobre la madre tierra y el altar… porque la vida se alimenta de la vida, y los corazones penderán de las ramas del manzano sacralizado el entorno.

En tanto la pampa bebe… y acuna sueños para el mañana que convoca la Araucanía.

Poco a poco se entrelazan los sonidos de la pifïlcas, las trutrucas y cultún, y también los cascabeles de los pihuichenes, (niños santos), para alegrar en lo alto al Padre Celeste, y para guiar el pürrún (danzas) y los taieles de hombres y mujeres.

Y porque la danza descifra laberintos mágicos y porque los pies y el desplazamiento cadencioso son otro modo de oración, no faltero, con sus purrufes bailarines ataviados con plumas y sus movimientos imitando del andar y cabeceo del tero, ni el choique purrún (danza del chiqué o avestruz), en que los bailarines emplumados son expresión de esta ave desde que rompe el huevo hasta que corre libre por los campos.

Es más: no pueden faltar, porque, sin los totémicos tero y choiques ¿cómo harían los hijos de la patagonia para vivir?

Desde el principio de los tiempos que recuerdan, tero y avestruz han sido la fuerza de la razas del sur… saben que imitando sus ritmos llevan consigo esa fuerza, y son gratos al Gran Padre Creador… Y se vuelven tero y choique míticos a traves del baile.

Todos bailan sobre la pampa sacral de pillán, porque el nguempín hace de maestro de ceremonia y anima a la partición de hombres y mujeres y los pies marcan los antiguos ritmos a una y otra vez.

Así, ahuín y pürrún se repetirán desde la salida del sol hasta el ocaso…

Y la última danza como la oscuridad vuelva fantástico los sonidos de las pifïlcas, el cultrún, los cascabeles y las trutrucas harán mover a los bailarines y a las mismas llamas de los fogones una estraña y poderosa danza del fuego.

Depués el nguempín se volverá dueño de la palabra y sus parlamentos agitarán mentes y corazones bajo las estrellas… y cuando vengan los breves sueños de las fiestas seguramente los mapuches sonarán con danzas y espíritus y taielles y sacrificios…

Sol y Luna caminarán otra vuelta sobre el Pillán Lelfön y habrá renovado ahuines, runes y ofertorios… y la fé sencilla de las tribus repitirá sus ritos añejos consagrados por la tradición.

Y al andar otra vuelta el Sol del tercer día de rogativas, en la ofrenda dos corderos y un carnero... pero luego la bendición del muday sobre los animales el carnero será dejado en libertad para que segure la fecundidad en el ganado, y la carne y los huesos de los mansos corderos alimentarán el pillán quitral (fuegos sagrados)… mientras las clafú malén con un paño azul empujan el fuego y el humo hacia las alturas para que el cielo conozca el fervor de este holocausto, y el canto religioso pide a futa chao acepte el sacrificio de sus criaturas, y todos deben del muday del nguillantún que ha robustecido la relación Hombre-Dios…

Ahora la pampa sagrada se abre, dos sendas invisibles pero certeras para guiar a un grupo detrás de pihuichén de la bandera amarilla, y a otro, detrás del niño santo de la bandera azul. Los unos plantarán en el cerro alto los palos como brazos implorando a Dios su bendición sobre la tierra y sus ganados… Los otros, junto al cacique y con los corazones del sacrificio, entregarán a las aguas del menuco que copia el cielo la ofrenda de la vida y milla kalkín, el espiritu del agua, recibirá en su seno y asegurará la vida y la fecundidad para los pueblos del sur bravío.

Cuando se levanten los toldos y se quiten las cañas y bajen el mástil la bandera azul y blanca, que es como, el corazón del camaruco como los hombres retornarán a sus rucas y encenderán la esperanza de nuevos nguillantunes…

Caerán las sobras y pillan de lelfön volverá a su sueño de los muchos soles y muchas lunas, pero sus arenas guardarán el latido del gran camaruco, aborígen, y acunarán los ecos de los taieles y de la antigua oración por el "buen cielo, buena cosecha, fuerza, hacienda, trabajo, buena y larga vida…" Sabe que un buen día las nuevas jineteadas y rumores se instalarán sobre ellas… y todo recomenzará…

Porque en el oscuro rincón de la patagonia los mitos y leyendas no son tales: son la Vida misma… y son fervor y fé de los hombres que no han obligado las remotas sendas sagradas del misterio. Porque allí que en el camaruco estan nguechen y el gualicho, la legendaria machi intersesora, los frutos de la tierra y el trabajo del hombre, las mágicas piedras, las plantas y animales de secreto poder, los fuegos del pillán quitral y el agua que es cielo, la muerte para la vida, la fiesta y sus rumores humanos y divinos…

Mientras se celebren los ritos la mítica tierra del sur de América y sus aborígenes seguirán de pie. Serán invencibles como la Vida… aquella que brotó de las manos creadoras del divino Futa Chao en la noche de los tiempos…

¡¡No dejemos que se apaguen sus claras antorchas!!

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Alineación al centro

EL TERRIBLE CHERUFE



Esta historia comienza con la desgracia de una joven mapuche, que fue vendida como esposa a un brujo viejo y sucio, cuya barba maloliente le colgaba sobre su vientre enorme. La muchacha lloraba desesperada, maldecía su suerte y rogaba a su familia que no la obligara a irse. Pero el trato estaba hecho, no había mas remedio que despedirse y seguir a tan repugnante marido por el camino que llevaba a las montañas.

Ya habían dejado atrás su ruca cuando la muchacha hizo el último intento por salvarse. Como caminaba detrás del brujo y era ágil como un huemul, no le fue difícil correr hasta un cañadón cercano y esconderse entre los matorrales. Temblando, oía las furiosas amenazas de su dueño, que gritaba buscándola por todas partes. Ella hubiera querido encogerse, hacerse chiquita como un escarabajo y desaparecer debajo de la tierra. Entonces se acurruco rodeándose las piernas con las manos, apoyo la cabeza sobre sus rodillas y se envolvió en su pobre mantón. Así la descubrió uno de sus hermanos, que en secreto la había seguido.

- No llores mas, hermanita, mira lo que te traje – le dijo en un susurro mientras le acariciaba la cabeza. Le entrego dieciocho plumas blancas de piuquén y agrego -: No son solo un recuerdo. Cuando me necesites, mándame una de estas plumas. Yo sabré reunirme con vos.

- Pero yo no quiero irme – contesto llorando la muchacha.

- A casa no podes volver – dijo el hermano- anda ahora con el brujo, llévate a Trewul y ten confianza en mí, no voy a abandonarte.

Y así fue como el brujo, la joven y el perro retomaron el camino hacia el oeste.

El brujo iba montado en una cabra y la muchacha lo seguía como podía, por una senda que se volvía cada vez mas empinada.

- ¿A donde vamos? – pregunto ella.

- A cazar un guanaco – contesto el brujo.

Pero la muchacha no sabia que estaban subiendo por la ladera de un volcán, en cuyo cráter vivía el espantoso Cherufe.

Tan cruel como poderoso, el Cherufe era el Señor de esa montaña.

Desde arriba dominaba cielo y tierra: amenazaba con relámpagos y truenos, lanzaba rayos que incendiaban los bosques o enviaba destructoras oleadas de lava. Había una sola y atroz manera de tenerlo conforme: entregarle periódicamente una muchacha, para que se comiera su carne tierna. Después se entretenía con un juego macabro: incendiaba las cabezas y las arrojaba por la pendiente. Así llegaban al pie de la montaña, donde la gente del valle recibía espantada esa confirmación terrible.

Cuando ya estaban muy alto, el brujo dijo a su esposa:

- Descansa un poco que ya vuelvo – y fue a entrevistarse con el Cherufe. Pero la muchacha lo siguió, silenciosa, y los escucho tramitar el nuevo acuerdo: el brujo recibiría enormes poderes a cambio de su joven y hermosa mujer.

Entonces la muchacha llamo a Trewul y le entrego una de las dieciocho plumas de piequén.

- ¡¡Rápido, rápido!! – le dijo susurrando – ¡¡que no sé si me salvo!!

Y el perro tomo delicadamente la pluma entre los dientes y se fue corriendo montaña abajo, como una pequeña piedra que rodara, como una mancha más en el paisaje.

Más rápido de lo que puede creerse, el hermano estuvo junto a la prisionera. Ella le contó precipitadamente lo que había oído y el joven decidió seguir al brujo.

Cuando se encaminaba seguido de su perro hacia la que supuso la cueva del Cherufe, vio que la custodiaba un nahuel, alerta. Pero Trewul supo tomar al puma por sorpresa y lo dejo fuera de combate.
Libre el paso, el muchacho pudo acercarse al lugar de la entrevista. Escondido detrás de unas rocas se asomo a la gruta, en donde negociaban los dos monstruos, sentados entre los restos de las muchachas muertas. Entonces el muchacho se retiro rápidamente, para sorprender al brujo, que ya se despedía. Dejó que, montado en su cabra, bajara unos metros en dirección a donde había dejado a su hermana, y cuando paso bajo su escondite empujo sobre el, enormes rocas que lo sepultaron.

Enseguida retrocedió para buscar al Cherufe y lo enfrento con su cuchillo.

Entonces el Señor del volcán ataco con sus armas: los relámpagos iluminaron el cielo, la montaña tembló y se partió en enormes grietas. Al borde de una de ellas gesticulaba enfurecido el Cherufe, cuando, en un instante, perdió el equilibrio y su cuerpo de gigante cayo al precipicio, hundiéndose para siempre entre las rocas.

Buscando un camino entre las grietas, las rocas partidas y el polvo, bajaron la montaña los dos hermanos y una corte de muchachas liberadas. Todos los mapuches del valle los esperaban y no hubo quien no vivara al salvador de las muchachas, al pacificador de la montaña, que llevaba en su vincha, como una corona nevada, las dieciocho plumas blancas de piuquén.

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EL SACRIFICIO QUE APAGO EL LANIN

El Lanín es un Estratovolcán. De una altura de 3.776 metros sobre el nivel del mar, no registra actividad desde el siglo XVIII, no obstante este Estratovolcán se encuentra incluido en el cinturón de fuego del Pacífico.
Se encuentra en el límite entre Argentina y Chile.
Vista desde el Lago Huechulafquen (Argentina).



Dicen los mapuches que cada montaña tiene su dueño, su Pillan, un espíritu que guarda sus tesoros y la protege de los grandes abusos.

El Pillan vive en la cumbre desierta hasta donde nadie se aventura, pero baja para recorrer sus caminos, cuidar los animales del bosque y asomarse a la orilla de los lagos o a la puerta de los valles, donde termina su reino. Cuando el Pillan se enoja, un viento amenazante comienza a agitar las copas de los arboles, expulsando el silencio y reuniendo las nubes. Cuando castiga, provoca tormentas, derrumbes, erupciones... Y, calmar la ira de un Pillan a veces exige sacrificios inolvidables.

La tribu del cacique Huanquimil vivía hace mucho tiempo en el valle de Mamuil Malal, contra la ladera norte del Lanin, donde los pehuelches se levantan enhiestos y oscuros como centinelas, donde crecen los amankays como una sorpresa repetida y corren las maras entre la espesura.

Una vez, un grupo de muchachos recorría el bosque buscando caza, siguiendo las huellas de un huemul. Decididos, con el carcaj y el cuchillo bajo el manto de lana y seguidos por los perros, iban subiendo la ladera.

- Seguro que se fue para el torrente – dijo uno – allí lo atraparemos–
Y sin mas palabras marcharon, optimistas, siempre hacia arriba, siguiendo la rastrillada que circunda la montaña.

Sus pasos se hicieron sigilosos al acercarse a la cascada. Era un arroyito, apenas un hilo de agua que bajaba desde la cumbre, donde piedras o ramas caídas formaban aquí y allá pequeños estanques, donde el bosque perdía toda rudeza, tapizado de musgo y adornado de flores.

Ocultos y en silencio, esperaron al huemul. Después de un rato que pareció muy largo, el animal llego al claro y se puso a beber delicadamente el agua transparente. Los muchachos apuntaron sus flechas, pero los perros, inquietos se les adelantaron y espantaron al ciervo, que se escapo rápidamente ladera arriba, buscando el refugio de los arboles.

Y comenzó la persecución. Los perros olfateaban la huella y corrían, erizados, mientras los cazadores se separaban, subiendo por distintas sendas, para acorralar a la presa. A veces el huemul se detenía y luego, asustado, volvía a escaparse, siempre trepando montaña arriba, su única vía libre.

Ya estaban muy alto cuando lo atraparon, cuando arrinconaron contra las grandes peñas al animal ya sin resuello. Así pudieron clavarle sus cuchillos, temblando ellos también, sin aliento para gritar el triunfo, con el corazón batiendo como el parche de un Kultrun y las pantorrillas dolorosas.

Una vez recuperados, miraron a su alrededor antes de comenzar el descenso. No conocían ese sitio, nunca habían subido tan alto por las laderas del Lanin, y el paisaje había perdido su aspecto familiar. Ya no había árboles, con hongos sembrados a sus pies; ya no se veían mas pájaros ni flores; aquí y allá se encontraban los huesos blancos de algún animal muerto; el suelo rocoso no se escondía bajo la alfombra de hojas, de frutos, de ramitas... se desnudaba, barrido por un viento helado que no tenia ya donde enredarse. La montaña entera parecía depurarse en silencio y blancura.

Cierto desasosiego los hizo interrumpir el descanso y desear estar de vuelta en su ruca, con el fuego encendido y el olor del asado deshaciéndose en humo... Entonces se levantaron y comenzaron el descenso, arrastrando el cadáver montaña abajo.

Antes de que el cuerpo del huemul fuera desollado y su carne deshuesada y salada, el volcán empezó a humear, amenazante. Y esa misma noche, acostados, todos sintieron en sus cuerpos el temblor de la montaña y escucharon el retumbar se sus entrañas.

Así comenzaron días de angustia para la gente de Huanquimil.

El humo nubló el cielo y no se vio mas la luz del sol, la tierra caliente temblaba bajo los pies de los mapuches, una lluvia de cenizas caía sobre los sembrados. De nada sirvieron las rogativas, las ofrendas...

¿Como podría aplacarse la furia del Pillan?

La machi recurrió a las cortezas de Coihue, pero las escrituras resultaron ambiguas. Entonces se recluyo dos días para meditar, aislada en una grieta, envuelta en su grueso manto y alimentándose solo de tallos de niolkin.

Volvió de su retiro ensombrecida por la revelación: solo una ofrenda calmaría al Pillan, y pedía el mayor tesoro de Huanquimil, su hija Huilefún.

- Debe llevarla arriba el más joven y valiente de los Koná - agrego la machi.

¡Cómo lloraron los huanquimiles! Pobre Huilefún, ¡tan hermosa, que no terminaría de crecer!

- ¡No puede ser, no puede ser!! – gritaba su madre, desesperada.

Pero el feroz sacrificio debía cumplirse.

Hermanas y primas vistieron y arreglaron a Huilefún, que, callada, las dejaba hacer.

Ellas le trenzaron el pelo, la arroparon en un manto nuevo y se lo sujetaron con un broche de Llanka. Así se presento ante todos los que se habían reunido para despedirla, mirando con ojos tristes a los muchachos, pensando si seria este o aquel el encargado de acompañarla arriba.

Se adelanto Quechuán y dijo:

- Yo te llevo, Huilefún. Y llego el momento de la despedida.

El sonar de los Kultrunes ahogo el sollozo de Huanquimil; su mujer, con el cabello cortado, corrió hasta Huilefún para darle el último abrazo y prenderle en el pecho su mechón de duelo.

Después Quechuán le dio la mano a la muchacha y se los vio desaparecer y aparecer alternativamente, camino arriba, hasta que sus siluetas se perdieron en la montaña encapotada de humo y de cenizas.

Quechuán y Huilefún subieron sin hablar la cuesta del Lanin. Les faltaba el aliento por el esfuerzo y de a ratos se sentaban a descansar sobre las rocas. A medida que subían el calor se hacia insoportable, y tenían que taparse la cara con el manto para no respirar el aire cargado de ceniza.

Cuando Huilefún no pudo más, Quechuán la sentó sobre sus hombros. Así llegaron hasta el borde del cráter.

- Ya podes volverte, Quechuán – dijo muy bajito Huilefún.

Quechuán bajo a la muchacha pero no la soltó. La rodeo con sus brazos y le dijo:

- Yo me quedo con vos – y beso los labios calientes de Huilefún.

Se sentaron juntos, abrazados debajo de sus mantos, que habían unido. Hasta que algo los cubrió de improviso, una sombra en medio de las sombras. Eran las alas de un cóndor, que, poderoso, se abalanzo sobre la pareja y arranco a Huilefún de los brazos de Quechuán. Aprisionándola con sus garras la levanto en el aire, sobrevoló la cima y la dejo caer en la boca humeante del cráter.

Mientras Quechuán corría cuesta abajo, un aire húmedo y frío invadió la montaña, al tiempo que caían los primeros copos. Fue la nevada más grande de que se tenga memoria, duro tantos días que ya nadie recuerda cuantos. Constante, blanca, mansamente, la nieve cayó sobre el cráter sepultando para siempre su fuego milenario, enfrío la montaña para salvarla del incendio y cubrió la tierra mapuche con su blanco mantel protector.

Cubierto de nubes o reluciendo al sol, el viejo Lanin es la montaña más importante de Neuquén. Su cúpula asimétrica, siempre brillante de nieve, atrae de inmediato la mirada y nadie la deja atrás sin darse vuelta para verlo por última vez. Sereno, inconmovible, se yergue por sobre el esplendor de bosques de suelo ceniciento y lagos de playas oscuras, vagos recuerdos de antiguos incendios.

Imagen
mundonahuilen.blogspot.com

Fuente:
http://es.wikipedia.org/wiki/Volc%C3%A1n_Lan%C3%ADn

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http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/12/calcura.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/11/el-pehuen-errante.html