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WHIPALA



SIGNIFICADO DE LOS COLORES DE LA WHIPALA


COLOR ROJO
Representa al planeta tierra (aka-pacha), es la expresión del hombre andino, en el desarrollo intelectual, es la filosofía cósmica en el pensamiento y el conocimiento de los AMAWTAS.

COLOR NARANJA
Representa la sociedad y la cultura, es la expresión de la cultura, también expresa la preservación y procreación de la especie humana, considerada como la más preciada riqueza patrimonial de la nación, es la salud y la medicina, la formación y la educación, la práctica cultural de la juventud dinámica.

COLOR AMARILLO
Representa la energía y fuerza (ch'ama-pacha), es la expresión de los principios morales del hombre andino, es la doctrina del Pacha-kama y Pacha-mama: la dualidad (chacha-warmi) son las leyes y normas, la práctica colectivista de hermandad y solidaridad humana.

COLOR BLANCO
Representa al tiempo y a la dialéctica (jaya-pacha), es la expresión del desarrollo y la transformación permanente del QULLANA MARKA sobre los Andes, el desarrollo de la ciencia y la tecnología, el arte, el trabajo intelectual y manual que genera la reciprocidad y armonía dentro la estructura comunitaria.

COLOR VERDE
Representa la economía y la producción andina, es el símbolo de las riquezas naturales, de la superficie y el subsuelo, representa, tierra y territorio, así mismo la producción agropecuaria, la flora y fauna, los yacimientos hidrológicos y mineralógicos.

COLOR AZUL
Representa al espacio cósmico, al infinito (araxa-pacha), es la expresión de los sistemas estelares del universo y los efectos naturales que se sienten sobre la tierra, es la astronomía y la física, la organización socio económica, político y cultural, es la ley de la gravedad, de las dimensiones y fenómenos naturales.

COLOR VIOLETA
Representa a la política y la ideología andina, es la expresión del poder comunitario y armónico de los Andes, el Instrumento del estado, como una instancia superior, lo que es la estructura del poder; las organizaciones, sociales, económicas y culturales y la administración del pueblo y del país.

Los colores se originan en el rayo solar al descomponerse del arco iris blanco (kutukutu), en siete colores del arco iris (kurmi), tomado como referencia por nuestros antepasados, para fijar la composición y estructura de nuestros emblemas, así mismo organizar la sociedad comunitaria y armónica de los andes.

La Wiphala es de propiedad de la nación originaria, es decir de los Qhishwa-Aymaras, Guaraníes y de todo el pueblo.

Para los aymara-quechua, la Wiphala es la expresión del pensamiento filosófico andino, en su contenido manifiesta el desarrollo de la ciencia, la tecnología y el arte; es también la expresión dialéctica del Pacha-kama y Pacha-mama, es la imagen de organización y armonía de hermandad y reciprocidad en los andes.

Por eso la Wiphala es sagrada, y nos corresponde difundir y defender la imagen, el significado de nuestro emblema, en toda el área andina, tanto en el Ecuador, en el Perú como en Bolivia y parte de Argentina y Chile, mostrar a los pueblos del mundo, nuestra identidad territorial, nacional y cultural.

Su manejo y uso debe ser permanente y consecuente, como en el pasado glorioso de nuestros abuelos y nuestra cultura.

Debemos utilizar en los actos ceremoniales, en las fiestas, en las marchas, en los juegos y competencias, en actos de conmemoración, en los encuentros de comunidades de ayllus y markas, en los trabajos agrícolas, la Wiphala debe estar presente en todo acontecimiento social y cultural, particularmente en las fechas memorables del QULLANA MARKA, y del Tawantinsuyu, como los comunarios viven identificados con nuestra esencia cultural. Por lo que la Wiphala debe estar flameando en todo lugar y en todo acontecimiento del diario vivir del hombre andino.

En el momento de izar la Wiphala, todos deben guardar silencio y al terminar alguien debe dar la voz de triunfo y de victoria del

JALLALLA QULLANA marka, JALLALLA pusintsuyu ó TAWANTINSUYU.
JALLALLA JILATANAKAS Y KULLAKANAKAS

jilata eliass

Referencia Bibliográfica:

- Crónica del buen gobierno Ediciön 1612 por ph. Waman Puma de A.
- Historia de Bolivia Ed. 1920 por Froilån Giebel.
- Exhibición de la wiphala 1945 La Paz.
- Wiphala, trabajo de investigación por Germán Ch. Wanka, 1985.
- Seminario cultural realizado en Oruro, participaron Dirigentes Comunarios, 1986.
- Símbolos andinos aportes de Investigación V. Hugo Cárdenas 1987.
- Seminario taller en Oruro, Identidad cultural, 1989.
- Revista Chasqui Ed. junio 1990 Edit. Luciérnaga.
- Investigación CULTURAL por Carlos Urquiso S.
- La wiphala Ed. Presencia por Alejandro Guisber. 14 julio 1991.


Fuente
Ser Indígena
Por Elías 19 agosto 2007

Imagen
ninaquilla.blogspot.com

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/04/wiphala.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/04/wiphala_06.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/01/amautas.html

WIPHALA


LA WIPHALA EN LAS ACTIVIDADES DEL HOMBRE ANDINO

De acuerdo a las costumbres y tradiciones andinas, siempre está izada en todos los acontecimientos sociales y culturales, por ejemplo, en los encuentros de comunarios del Ayllu, en los matrimonios de la comunidad, cuando nace un niño en la comunidad, cuando se realiza el corte de cabello de un niño (bautismo Andino), en los entierros, etc.

La WIPHALA también flamea en las fiestas solemnes, en los actos ceremoniales de la comunidad, en los actos cívicos de la MARKA (pueblo) en los juegos de WALLUNk’A (columbio) en los juegos de competencia ATIPASINA (ganarse), fechas históricas, en las K'ILLPA (día ceremonial del ganado), en la transmisión de mando de las autoridades en cada periodo.

También se utiliza en las danzas y bailes, como en la fiesta del ANATA ó PUJLLAY (juego): en los trabajos agrícolas sin ó con yuntas, a través del ayni, la mink'a, el chuqu y la mit'a.

Al concluir una obra, una construcción de una vivienda y en todo trabajo comunitario del Ayllu y Marka.

Fuente
Ser Indígena
Por Elías 19 agosto 2007

Imagen
enciclopedia.us.es

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/04/wiphala.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/10/chaya-y-pusllay.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/04/la-challa-y-el-principe-pujllay.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/05/la-chakana-inka.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/04/ayllu.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/05/ayni-minga-o-minka.

LA MULA DE SATANÁS

Antigua Iglesia San Francisco


En aquellos lejanos tiempos en que la ciudad de Loja se enmarcaba entre las calles que posteriormente se llamaron Bernardo Valdivieso, al oriente; Sucre, al occidente; Lourdes, al sur; e Imbabura , al norte, ocurrió un extraño suceso que conmovió a sus recatados moradores y se convirtió en el obligado tema de conversación de todos lo hogares lojanos que, ajenos a otra clase de diversiones, por las noches se reunían entre familiares y amigos para comentar los sucesos del día y rememorar las historias del pasado.

Estas conversaciones nocturnas se realizaban a la débil luz de una lámpara de aceite en las mejores casa o de una vela de cebo en las más humildes y realmente se justificaban esas obligadas horas de ocio porque con tan mala iluminación no era posible otra cosa. En cambio aquella semi oscuridad se convertía en el ambiente propicio para el cuento, el chisme y muy especialmente para las leyendas de brujas, demonios y aparecidos, entre las que se cuenta aquella conocida con diversos nombres tales como "El Manto Guadalupano", "El Herrero Tilicas" y la "Mula de Satanás". Todos tres nombres guardan relación con una tradición que nos han contado nuestros antepasados y es como sigue.

Por el año 1766, cuando era Corregidor y Justicia mayor de Loja Don Manuel Daza y Fuminaya, vino a esta ciudad procedente de la ciudad de México, un joven y apuesto mancebo de origen español quien, ante la sorpresa de todos y especialmente de las jóvenes casamenteras y de las maliciosas beatas, ingresó al convento de San Francisco y vistió los hábitos con el nombre de Fray Bartolomé.

Pero el demonio no tardó en hacerlo caer en la tentación y ésta se le presentó en la forma de una bella y joven mujer cuyo origen no se conocía y vivía arrimada a una anciana a quien llamaba tía. Por su aire desenvuelto y su acento costeño, algunos decían que la joven era de Portovelo, otros citaban a Macará o Zapotillo como su lugar de origen, pero lo cierto era que su belleza y la esbeltez de su cuerpo eran evidentes.

Fray Bartolomé se volvió loco por ella y muchas noches pasó desvelado pensando en la forma de escaparse del convento por las noches sin tener que saltar por las ventanas y las murallas como lo hiciera el famoso Padre Almeida en Quito.

En una fría mañana en que desde muy temprano el monje se paseaba por los corredores del Convento pues no había podido dormir y se aburría dándose vueltas en el duro lecho, vio entrar al herrero que la gente le apodaba "Tilicas" y que él aceptaba de buen grado cual si fuera su propio nombre.

El herrero Tilicas era un buen hombre de aproximadamente de 60 años de edad y, además de los servicios que prestaba en su propio oficio, realizaba la limpieza del jardín del Convento generalmente desde las cinco y media hasta las siete y media de la mañana, hora en la cual tomaba el frugal desayuno que le obsequiaban los legos de San Francisco y antes de las ocho ya estaba en su taller para atender a la escasa clientela que lo visitaba.

La limpieza del jardín la hacía el herrero Tilicas más por devoción que por interés, pues no recibía más pago que el desayuno, y como el padre Superior lo consideraba hombre de absoluta confianza le había dado una llave de la pequeña puerta del Convento por donde todos los días se repartía la comida a los pobres, a fin de que sacara una copia en su taller y pudiera entrar libremente a temprana hora de la mañana cuando aún no se habría la portería y los legos estaban ocupados en los menesteres de la iglesia.

Al ver entrar al herrero por esa puerta que quedaba al extremo norte de la calle Bolívar, casi formando esquina con la Imbabura, al monje se le abrieron los ojos y el entendimiento ante la posibilidad que rápidamente pudo vislumbrar. Disimuladamente se acercó al herrero y éste lo saludó:

Buenos días, Padre

Buenos días le contestó el religioso y enseguida preguntó:

¿Por qué viene al Convento tan de madrugada...?

Siempre vengo a esta misma hora porque a las siete y media ya tengo que "alzarme" y con la limpieza del jardín nunca hay tiempo de sobra.

Sí, claro, así es. Pero dígame: ¿Cómo pudo entrar por esa puerta...?

¡Ah! dijo con orgullo el herrero El Padre Superior me dio la llave de la puerta de los pobres para que yo hiciera una copia en mi taller y pudiera entrar de madrugada. Pero con el miedo de que pudiera perderse, hice dos y me salieron como anillo al dedo... La una la ando a llevar y la otra la guardo para cuando se me vaya a ofrecer.

Qué hábil y previsto es usted. Ya iré a su taller para pedirle que me haga unos pequeños trabajos que necesito.

Cuando Vuestra Reverencia lo desee. Estoy a sus órdenes.

Después de esta breve conversación, el religioso se fue a la sacristía y el herrero e improvisado jardinero prosiguió su camino.

Desde aquel día Fray Bartolomé se convirtió en un asiduo visitante del herrero Tilicas, quien tenía su taller en una tienda negra como el carbón que utilizaba para la fragua y que estaba situada en la calle que hoy se llama Imbabura, entre Bolívar y Sucre, a pocos pasos de la esquina trasera del Convento de San Francisco, en donde se encontraba la puerta de los pobres.

Para las primeras visitas del religiosos al herrero hubieron pequeños pretextos de una u otra cosa que el primero deseaba que hiciera el segundo.

Pero luego progresó tanto la amistad que ya no hubo necesidad de pretextos para que el monje llegara donde el herrero, ya sea al taller cuando estaba trabajando, o a la tienda contigua en donde tenía su vivienda, cuando eran horas de descanso.

Así llegó en día en que el fraile fue directamente al fondo del meollo, de esta manera.

Oye Tilicas: cierta vez me dijiste que habías hecho dos copias de la llave para entrar al Convento por la puerta de los pobres.

Si, es verdad y me resultaron perfectas. Entonces… ¿por qué no me das una para no tener que dar la vuelta por la portería y venir a visitarte con más frecuencia…?

¡Claro! ¿Por qué no voy a dársela si Vuestra Reverencia es uno de los dueños del Convento…? Déjeme buscarla y se la traigo enseguida.

Largos se le hicieron los minutos que tuvo que esperar hasta que regresara el herrero y casi no respiraba ni tragaba saliva como si ello pudiera estorbar para que Tilicas le trajera la llave que le abriría las puertas de la gloria terrena.

Pero no fue larga la espera porque el herrero sabía donde guardaba hasta el último clavo de su taller.

¡Aquí la tiene! le dijo al fraile, entregándole la llave.

¡Gracias! contestó el religioso escondiendo la emoción que aquello le causaba, y de regreso al convento convulsivamente apretaba contra su pecho la que era para él la llave del paraíso terrenal.

Desde entonces menudearon las visitas nocturnas de Fray Bartolomé a la hermosa joven que vivía a pocos metros del convento en una tienducha de mala muerte, al frente de la cual su propietaria expendía unos pocos víveres y tras del bastidor tenía su vivienda, típico modus vivendi de la gente del pueblo urbano. Pero la tienda tenía también un pequeño altillo o "mezanine" que anteriormente le servía a su dueña como sala de recibo, pero desde que llegó su sobrina se la cedió para que se instalara allí y como la grada o escalera empezaba justamente junto a al puerta de la tienda, por las noches la joven le quitaba la aldaba y el furtivo visitante llegaba directamente al entrepiso sin ser visto ni escuchado por la vieja que dormía a pierna suelta en la recámara de la tienda.

Casi un año duró el idilio de los dos amantes sin que nadie se percatara de lo que acontecía debido a la facilidad con que el fraile entraba y salía del Convento a altas horas de la noche sin ser visto por nadie debido a la cercanía del lugar de las citas. Y la pasión que se había encendido en el pecho de ambos se encontraba en su punto culminante cuando repentinamente un día la joven cayó gravemente enferma.

Vanos fueron todos los intentos que se hicieron para salvarle la vida.

La hermosa joven que fue el encanto y la admiración de tantos hombres y que especialmente a uno lo llevó al camino del pecado y de la perdición, definitivamente sucumbió a la muerte en un horrible día de invierno.

Trémulo de dolor Fray Bartolomé la acompañó en los momentos supremos de la muerte fingiendo ser un simple sacerdote que obraba en cumplimiento de su deber cuando en realidad desgarraba su corazón al ver extinguirse la vida de su amada. Cuando ella expiró y luego de que las vecinas la amortajaron con una blanca túnica en señal de que había muerto sin casarse, el mismo religioso colocó sobre sus hombros un hermoso paño guadalupano que había encargado a México y que le llegara justamente el día en que murió su bella amante. Luego clavaron la caja mortuoria y a la mañana siguiente la llevaron al cementerio y le dieron cristiana sepultura.

¡Tilicas ábreme la puerta!

¡Tilicas! ¿Que no me oyes que me abras la puerta?

Por las barbas de Satanás, Tilicas, ábreme la puerta.

Era un anoche horrible de relámpagos y truenos con una lluvia pertinaz que caía a chorros y el frío calaba hasta los huesos.

Malhumorado, Tilicas abrió la puerta contigua a la herrería y preguntó.

¿Quién diablos se atreve a importunar así a estas horas de la noche…?

Soy yo, Tilicas, necesito que me des herrando esta mula.

¿A estas horas y con este temporal…? ¡Estás loco!

Mira Tilicas: te voy a pagar bien y además no me voy a mover de aquí hasta que no me saques de este apuro.

Viendo la imposibilidad de resistir y también con el deseo de que pronto desaparezca de su vista ese hombre extraño a quien no recordaba haberlo conocido y que le infundía temor por su tez morena, su alto cuerpo embozado en una capa negra y su dentadura que parecía toda de oro y que brillaba en la obscuridad de la noche bajo el ala de su sombrero también de color negro, al fin le dijo:

Bueno, veamos lo que se puede hacer.

Mas al acercarse a la mula que no había estado quieta un solo momento, también le inspiró cierto temor y repugnancia que le obligaron a exclamar:

No puedo, la mula es chúcara y no tengo quien me ayude.

Yo te ayudo, Tilicas. No te preocupes. Ve a traer tu herramienta y aquí te sujeto la mula de modo que no se mueva.

Fue Tilicas a la herrería y trajo lo necesario para herrar a la mula, pero cuando le hundió el primer clavo en la pata del animal, al herrero le pareció escuchar como un lastimero quejido.

Como que se queja esta mula del diantre dijo asustado Tilicas.

¡Nada de que se queja ni qué ocho cuartos! replicó airado el extraño jinete, de modo que Tilicas apuró su trabajo y terminó lo antes posible.

Entonces el hombre de la capa negra le tiró una bolsa de cuero y le dijo:

Eso vale más que oro. Ve mañana donde tú amigo Fray Bartolomé y dile que por eso te dé el dinero que quieras.

Dicho lo cual montó su mula y partió a todo galope sacando chispas de las piedras de la calle y dejando en el ambiente un fuerte olor a azufre.

No bien amaneció fue el herrero donde Fray Bartolomé llevando el misterioso encargo y cuando el religioso abrió la bolsa de cuero y de allí sacó al paño guadalupano con que había amortajado a su amante, sufrió una impresión que casi lo mata.

A los pocos días pidió a sus superiores que lo trasladasen a un severo monasterio de Lima en donde vivió haciendo penitencia hasta su muerte.

Fuente:
Loja de Ayer; Relatos, Cuentos y Tradiciones de Teresa Mora de Valdivieso
Loja, Ecuador
http://www.vivaloja.com/content/view/244/54/
Imagen
flickr.com

EL CURA SIN CABEZA

Galería de Loja




En medio de la calma en que vivía la ciudad de Loja en aquella época en que aún no se conocía la luz eléctrica y las pocas callejas quedaban sumidas en la obscuridad a las siete de la noche, comenzó a suscitarse un hecho que aterrorizó a la escasa y recatada población de ese entonces.

Tan pronto en la iglesia mayor sonaban las doce campanadas que marcaban el filo de la media noche despertando a brujas y fantasmas, sobre el empedrado de la calle Bernardo Valdivieso se escuchaba el ruido producido por los cascos de un caballo que salía a todo galope desde un recodo de la Miguel Riofrío y luego se perdía por las calles periféricas de la ciudad que entonces eran apenas estrechos callejones.

Las personas que admiradas de la audacia del jinete que se atrevía a salir a esa hora de la noche se asomaban a sus puertas o balcones, sólo atinaban a ver un cuerpo con capa y sotana de cura pero... ¡sin cabeza!

A pesar de la rapidez con la cual cabalgaba el jinete, pero dada la circunstancia de que la escena se repetía diariamente, los curiosos aseguraban que debajo de la sotana habían visto los pies del jinete sobre los estribos e igualmente las manos que sobresalían del negro manto y sujetaban fuertemente las bridas, pero nadie vio jamás la cabeza porque definitivamente no la tenía. De allí que el "fantasma" fuera bautizado con el nombre de CURA SIN CABEZA y desde entonces no hubo en la ciudad un tema que gozara de mayor popularidad: los hombres muy valientes, por cierto aseguraban haberlo visto frente a frente, mientras que las mujeres se santiguaban cuando oían mencionar su nombre y para los niños no había mejor cosa que nombrar al "cura sin cabeza" para que se portasen bien e hiciesen lo que ordenaban los adultos.

Se hallaba en su punto culminante este reinado de terror impuesto por el "cura sin cabeza" cuando ocurrió algo inesperado.

Lo mejor de la sociedad lojana había concurrido a una fiesta que se dio en una elegante casa del barrio de San Agustín en donde los convidados comieron, bebieron y bailaron hasta momentos antes de la media noche, hora en la cual todos procuraron retornar apresuradamente a sus hogares precisamente por temor a un fatídico encuentro con el "cura sin cabeza", del que se decía que iniciaba su recorrido a esa hora.

Pero hubo la excepción y ella estuvo compuesta por un pequeño grupo de jóvenes que habían bebido más de la cuenta y se sintieron muy a tono como para encontrarse e inclusive desafiar al temido "Cura sin cabeza". Se quedaron en la fiesta y siguieron libando hasta que sonaron las doce campanadas de la medianoche y entonces salieron llenos de euforia para darle la cara al fantasma o lo que fuere, ya que estaban resueltos a enfrentarse hasta con el mismo diablo.

Pero les falló el cálculo del tiempo y cuando llegaron a la esquina de las calles Bernardo Valdivieso y Miguel Riofrío sólo vieron al extraño jinete que, con su caballo a todo galope, se perdió por el recodo de la calle 10 de Agosto.

Más no se dieron por vencidos y mejor fueron a proveerse de lo necesario para esperar el retorno del "cura sin cabeza", pues se comentaba que solía hacerlo cuando comenzaban a disiparse las sombras de la noche.

Provistos de una buena botella de licor para contrarrestar el frío de la noche y por qué no decirlo también el miedo que les inspiraba su temeraria aventura, los cuatro jóvenes fueron a apostarse a los dos costados de la calle Bernardo Valdivieso, entre Miguel Riofrío y Rocafuerte, y allí clavaron fuertes estacas entre las cuales templaron una cuerda de tal modo que, cuando llegara el caballo con su jinete, sólo pudiera pasar el primero por debajo y de la cuerda, mientras que el segundo sería derribado por la misma y allí lo atraparían los que para entonces ya estarían bastante borrachos.

Las primeras horas de la madrugada pasaron con relativa calma y el efecto del licor se traducía en bromas y risas, pero la situación se puso tensa cuando escucharon las campanas que anunciaban las 4 de la mañana y el jinete- fantasma no aparecía por ninguna parte.

Estaban a punto de abandonar su temeraria empresa cuando percibieron, a lo lejos, los cascos del caballo sobre el empedrado de la calle. Disimularon su presencia, a pesar de que no hacía falta debido a la obscuridad de la noche, y esperaron a que llegara el jinete y tropezara con la cuerda.

Tal como lo habían previsto, llegó el caballo a todo galope y al toparse el jinete con la cuerda, cayó al suelo y sobre él se abalanzaron los jóvenes y lo inmovilizaron a pesar de que estaban temblando por el miedo.

¡Habla! le ordenaron entonces ¡habla, ya seas de este mundo o del otro!

¡No me maten! gimió una voz y entonces los jóvenes pudieron comprobar que se trataba de un hombre de carne y hueso.

Una vez que le quitaron su extraño atuendo:

Una sotana de cura cosida de tal manera que el cuello le quedaba sobre la cabeza, dejando sólo unos agujeros para los ojos y otros a la altura de las manos, mientras que la capa le cubría hasta los pies, el hombre- fantasma quiso huir, pero los jóvenes lo sujetaron fuertemente y le prometieron dejarlo marchar solamente después de que le hubiera contado los motivos, las razones y la historia de su extraña actitud.

Se sentaron. Pues, sobre la acera de la parte posterior del convento de Santo Domingo y allí se descubrió el enigma.

Juan Fernando era hijo de españoles afincados en Lima, en donde había nacido y educado con gran esmero, pues su familia disponía de grandes recursos.

Desde niño tuvo la oportunidad de relacionarse con su prima María Rosa, hija de un hermano de su padre y dadas las circunstancias de que ambos eran hijos únicos, la soledad del uno se esfumaba con la presencia del otro y así aprendieron a amarse y necesitarse hasta el punto de que más tarde les fue imposible vivir separados y al cumplir su mayor edad resolvieron unirse en matrimonio.

Pero allí surgió el problema porque los padres de ambos jóvenes se opusieron rotundamente por razones de su parentesco carnal y en vista de que inclusive tenían elegidos a los consortes para sus respectivos hijos, aquel matrimonio resultaba imposible desde todo punto de vista.

Puesta la joven ante la disyuntiva de casarse inmediatamente con un rico pretendiente o entrar en un convento, ella optó por lo segundo, pero sus tercos padres no la dejaron en Lima sino que como castigo la desterraron a un convento de Loja, atenta la circunstancia de que en esta lejana ciudad vivían unos parientes de su madre.

Al despedirse de su amado, María Rosa le prometió que jamás profesaría y que solamente estaría esperándolo hasta que fuera a rescatarla; él por su parte, juró que así lo haría.

Poco tiempo después un apuesto joven se presentó en el Convento de Santo Domingo de la ciudad de Loja solicitando se lo admita primero como un huésped y después, si las circunstancias lo ameritaban, como un aspirante a la Orden. En su fuero interno había resuelto su cometido, pero sino lo conseguía, de verdad se convertiría en un Religioso pues en el mundo ya no había otra meta para su vida.

Como los documentos que trajo desde Lima eran excelentes, el Superior del Convento lo acogió de buen agrado y hasta comenzó a confiarle pequeñas tareas que lo ayudarían a ambientarse y a sentirse cómodo dentro de su nuevo lugar de residencia.

¡Qué lejos estaban los religiosos de imaginar que ese joven callado y austero que pasaba todo el día trabajando en el jardín o ayudando en los menesteres de la iglesia, era el mismo que por las noches se escapaba para ir a visitar a su amada que en igual situación se encontraba en otro convento de la ciudad.

Asimismo los cuatro jóvenes que lograron derribarlo de su caballo y lo tenían inmovilizado exigiéndole que les revelara la verdad, se hallaban bastante lejos de imaginar que ese hombre fuera el mismo que mantenía aterrorizado al vecindario como el supuesto "cura sin cabeza".

¡Por favor tengan piedad de mí! imploró el joven. Pero ante la imposibilidad de que lo liberasen sin revelar su identidad, comenzó así su extraña historia:

Soy forastero, vine desde Lima detrás de mi amada que fue desterrada a este lugar y condenada a vivir en un convento para que no se casara conmigo. Como no tenía amigos en esta ciudad, a uno de mis tíos que es fraile dominico en Lima, le pedí que me diera recomendaciones para hospedarme en el Convento de Santo Domingo de Loja. Conseguido esto, pensé que había culminado la primera parte de mi empresa.

¿Cuál fue la segunda? le interrogaron con curiosidad los captores.

Voy a contarles prometió el joven pero por lo menos suéltenme para poder hacerlo con relativa calma.

Ellos accedieron y el joven continuó: La segunda parte resultó aún más difícil y temeraria pero no había otra manera de cumplirla: como uno de los Padres Dominicos acudía todos los días a celebrar la misa de cinco de la mañana en la iglesia del convento donde se hospeda mi novia, me ofrecí para acompañarlo y servirle de acólito. De esta manera me puse de cuerpo entero ante los ojos de mi amada y así ella ya podía al menos abrigar una esperanza.

¿Qué hizo entonces? preguntó uno de los curiosos interlocutores.

Se las ingenió para conseguir que a ella también le permitieran ayudar en la sacristía, y en un momento de descuido de la Madre sacristana, me pasó un papelito que yo apreté desesperadamente entre mis dedos y solamente pude leerlo en el retiro de mi cuarto una vez que estuve de vuelta en el convento.

Allí me decía continuó el joven que a las doce de la noche me esperaría en la parte posterior del convento, lugar y hora donde yo esperaría su señal.

¿Salió ella a verte por la puerta de atrás del convento?

¡Imposible! Sólo pude escuchar su dulce e inconfundible voz que me decía que me amaba; y con grandes esfuerzos poco a poco hice un pequeño orificio en la pared, por donde ella deslizaba su fina y pálida mano que yo cubría de besos hasta que llegaba la hora de volver a separarnos.

Pero ¿por qué tenías que disfrazarte de "cura sin cabeza" para acudir a esas citas?

Porque era la única manera de alejar a los curiosos y tener la seguridad de que nadie nos molestaría. De otro modo habría sido imposible concertar esas peligrosas citas. El temor al fantasma era lo único que podía guardar nuestro secreto.

¿Y de dónde sacaste el caballo y los atuendos de cura?

El caballo lo tienen siempre a mona los padres Dominicos para cuando se presenta la necesidad de salir a los campos a confesar algún enfermo grave y pastorea en ese terreno vacío que da a la calle lateral, por donde hay una puerta grande que yo la dejo sin llave para poder salir y entrar sin desmontar del caballo. Lo demás fue fácil hacerlo con unos hábitos viejos que encontré en un baúl del convento y que seguramente pertenecieron a frailes ya fallecidos.

¡No hay duda de que eres bien osado! comentó uno de los captores.

No habían alternativas y el amor lo supera todo replicó el limeño.

¡Termina, termina! dijeron los otros estamos ansiosos por conocer el final y fíjate que ya amanece...

En todas las entrevistan nocturnas con mi amada planeábamos la fuga para el día siguiente después de la misa de cinco a la que yo concurría infaltablemente como sacristán del padre dominico, pero todos los días había algo que estorbaba nuestro plan y sobre todo ella no se arriesgaba a ponerlo en práctica.

Así han transcurrido varios meses que han sido para los dos un verdadero infierno de angustia ante el temor a ser descubiertos y esto al fin ha ocurrido ahora truncando nuestro sueño de manera definitiva terminó diciendo el joven con profunda tristeza.

¡No! contestaron a coro los cuatro jóvenes lojanos que para entonces se encontraban ya repuestos de tremenda borrachera.

¿No? repitió asombrado el limeño y luego preguntó: ¿No van a entregarme ustedes a las autoridades para que me encierren e la cárcel por lo que he hecho?

¡No! volvieron a repetir los cuatro y uno de ellos, interpretando el sentimiento generoso y hospitalario que es proverbial en los lojanos, agregó:

Te vamos a dar la ultima oportunidad de convertirte en el "cura sin cabeza" para que vayas esta noche a contarle a tu novia lo que ha ocurrido y prevenirla de que si mañana no se fuga contigo, se quedará para siempre en ese convento. Si ambos no aprovechan esta generosidad de nuestra parte, olvídate de que nos hemos visto porque si una noche más de la que te concedemos, te apareces por aquí como el "cura sin cabeza"... ¡Irás a parar en la cárcel con caballo y todo!

Tan hermoso le pareció lo que acababa de escuchar que casi no lo creía. Los abrazó a los cuatro muchachos como a los hermanos que nunca había tenido y corrió a preparar su huída.

Nunca se supo cómo y cuando lograron escapar los dos jóvenes peruanos, pero después de algún tiempo se recibió en el correo central una extraña postal que armó revuelo en el vecindario porque estaba dirigida:

"A los buenos amigos que me ayudaron a escapar y a conseguir mi felicidad"
f. El Cura sin Cabeza

Desde entonces se tejieron más historias alrededor del "cura sin cabeza", pero el único hecho inequívoco fue que nunca volvió a vérselo en las calles de Loja, y como la postal que se recibió en el correo provenía de Lima, comentábase que seguramente estaría haciendo de las suyas en la vecina República del Perú.


Fuente:
Loja de Ayer; Relatos, Cuentos y Tradiciones de Teresa Mora de Valdivieso;
Loja, Ecuador
http://www.vivaloja.com/content/view/255/54/

Imagen
http://www.lojanos.com/Joomlalojanos/index.php?option=com_content&view=article&id=63&Itemid=55

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/07/el-padre-sin-cabeza.html


"Los enamorados todo lo pueden"

¡Feliz día!

NOMBRES QUECHUAS


Niña quechua en Ollantaytambo.
Foto: V.F.H

NOMBRES QUECHUAS - FEMENINOS


A

ACHIKYAK. Luz, clara, luminosa.
ACHIK KILLA. Luna resplandeciente.
ACHIK YAKU. Agua clara, luminosa.
AKLLA. Elegida, escogida entre todas.
AKLLASQA. La elegida.
AKLLA SISA. Flor elegida.
AKLLA SUMAQ. Elegida por su belleza.
ALLIQORA. Hierba buena.
ASIRIQ. Sonriente, sonrisa.
AWQA SISA. Flor guerrera.

CH

CHAMI. Pequeña.
CHASKA. Estrella, lucero, Venus. La de cabellos largos y crespos.
CHIMPU. Aureola, nimbo. Marcada o señalada de colores.
CHIMPU KILLA. Luna de colores. Aureola de la luna.
CHIMPU KUSI. La de alegres colores.
CHIMPU SUMAQ. Bella por sus colores.
CHIMPU UKLLU. Madre aureolada.
CHIRAPAQ. Arco iris.
CHUYA YAKU. Agua cristalina.

H

HAWKA. Quieta. Tranquila y contenta, libre de preocupaciones.
HATUN MUSQUY. Gran sueño utópico.
HAYLLI / JAYLLI. Canto de triunfo, alegría por la victoria.
HUCHUY. Pequeña.
HUCHUY KILLA. Luna menguante. Pequeña luna.
HUCHUY QOLLA. Pequeña reina.
HUCHY ÑUSTA. Pequeña princesa.
HUCHUY SISA. Pequeña flor

I

ILLA / YLLA. Luz. Sagrada. La que trae ventura y suerte.
ILLARIY. Amanecer. Resplandeciente, fulgurante.
ILLARI SISA. Flor del amanecer.
ILLARI TIKA. Flor del amanecer.
IMA SUMAQ. ¡Que hermosa, que bella!
INKA SISA. Flor Inka.

K

KANTU /QANTU. Flor.
KARWASISA. Flor amarilla.
KHUYAQ / KHUYAK. Amante, amorosa.
KHUYANA. Amor, compasión, digna de ser amada.
KILLA. Luna.
KILLARI. Luz de Luna.
KILLA SISA. Flor de Luna.
KILLA SUMAQ. Hermosa y bella como la Luna.
KOLLA / QOLLA. Reina. Señora principal.
KOLLA KUSI. Reina alegre.
KOLLA SUMAQ. Bella reina.
KUKULI. Tórtola, paloma.
KUSI. Alegre, feliz, dichosa.
KUSI QOYLLUR. Estrella alegre.
KUSI RIMAQ. La de alegre hablar.
KUSI YAYA. La que hace feliz a su padre.
KUYAY. Amor.
KUYAYLLAPAQ. Encantadora.
KUYAYLLAPAQ SIPAS. Joven encantadora.

LL

LLAKSA. La que tiene el color del bronce.
LLASHAQ. Lenta, de peso, gordita.
LLIW / LLIU. Brillante, luminosa.
LLIWKILLA. Luna brillante, resplandeciente.
LLIWSISA. Flor brillante.

M

MAMA ACHIQ. Señora de la luz.
MAMA / MAMAQ. La que da origen, la que da vida, madre y señora.
MAMA KILLA. Madre luna.
MAMA KUKA. Madre coca sagrada.
MAMA QHAWA. Señora que vigila.
MAMA QOCHA. Madre mar, lago, laguna.
MAMA QURA. Señora hierba.
MAMA UKLLU. Señora y madre.
MAYSUMAQ. Muy bella, excelente.
MAYWA. Violeta, lila.
MAYWASIRI. La de risa cantarina como un río.
MISKI. Dulce.
MISKI PUÑUY. Dulce sueño.
MISKI SIMI. Voz dulce.
MISKI TAKI. Dulce canto.
MISKI WAYRA. Dulce brisa.

N / Ñ

NAYARAQ. La que tiene muchos deseos.
NINA. Fuego, candela; inquieta y vivaz como el fuego.
NINAPAKCHA. Cascada de fuego.
NINA PAKARI. Fuego del amanecer.
NINA SISA. Flor de fuego.
NINA TIKA. Flor de fuego.
NUNA. Alma, espíritu.
ÑUSTA. Princesa.
ÑUSTA WILLKA. Princesa sagrada.

P

PACHA. Tierra, mundo, universo.
PACHAMAMA. Madre tierra. Madre naturaleza.
PACHA KUSI. La que alegra el mundo con su presencia.
PAQARI / PAKARI. Amanecer.
PARA SISA. Flor de lluvia.
PARWA. Flor.
PHAQCHA. Cascada, catarata.
PHUYU. Nube.
PHUYUQHAWA. La que mira las nubes.
PUKYU. Manantial.
PURUN WAYTA. Flor silvestre.
PUQUY. Creciente, madura.
PUQUYKILLA. Luna creciente. Nacida en mes de lluvias

Q

QHAWAQ. La que vigila, centinela.
QHISPI SISA. Flor de libertad. Flor resplandeciente como el diamante.
QIKYU SISA. Flor que crece entre las grietas de las rocas.
QUCHA / QOCHA. Mar, lago, laguna.
QOCHA MAMA. Madre mar, lago.
QURA. Hierba.
QURI / QORI. Oro, dorada.
QORI CHULLPI. Dorada como el maíz.
QORI SISA. Flor de oro, flor dorada.
QORI TIKA. Flor de oro, flor dorada.
QORI QOYLLUR. Estrella dorada, estrella de oro.
QURI UKLLU. Señora dorada, señora del oro.
QORI URMAQ. La que a su paso va derramando oro.
QORI WAYRA. Viento de oro.
QOLLQI. Plata, plateada.
QUYLLUR / QOYLLUR. Estrella, estrella del amanecer.
QOYLLUR RITI. Estrella de la nieve.

R

RAWRA. Calurosa, ardiente. Fuego, candela.
RAWRA UKLLU. Señora ardiente.
RIMAQ. Elocuente, habladora.

S

SACHA SISA. Flor silvestre.
SAMI. Afortunada, venturosa, exitosa, feliz y dichosa.
SHULLA. Rocío.
SIPAS. Joven. Muchacha.
SISA. Flor.
SUMAQ. Hermosa, bella, agradable.
SUMAQ ÑAWI. De ojos lindos.
SUMAQ SIPAS. Joven bella.
SUMAQ QOLLA. Bella Reina.
SUMAQ ÑUSTA. Bella Princesa.
SUMAQ WAYTA. Bella flor.
SUMAQ URPI. Paloma bella.
SUMAQ TIKA. Flor bella.
SUYAY. Esperanza.

T

TAKI. Canto. Canción, música, baile.
TAKI ILLARIQ. Canción del amanecer.
TAKI ONQOY. Canto agitador, revolucionario.
THANI. Sana.
TIKA / TTIKA. Flor. Pluma, plumaje.

U

UKLLO. Señora, dama.
UMIÑA. Esmeralda.
URPI. Paloma. Amada.
URPI KUSI. Palomita alegre.
URPILLAY. Mi palomita. Mi amada.
URPI YANAY. Mi palomita negra. Mi amada palomita.
URPI YURAQ. Palomita blanca.

W

WAYANAY. Golondrina, ave, pájaro.
WAYLLA. Hierba verde, grama.
WAYRA. Aire, brisa, viento; veloz como el viento.
WAYTA. Flor. Pluma. Adornada.
WAYTACHA. Florcita.
WAYTA MAYU. Flor del río.
WILLKA. Sagrada.

Y

YACHAY. Sabiduría.
YACHAQ MAMA. Madre sabia.
YACHAQ QOLLA. Reina sabia.
YACHAQ ÑUSTA. Princesa sabia.
YAKU. Agua.
YAKUY. Mi agua.
YAKU MAMA. Madre agua.
YAKU SISA. Flor de agua.
YANA. Amada. Morena, negra.
YANA KOYA. Reina morena, negra.
YANAQOYLLUR. Estrellita negra.
YANAWAYTA. Flor negra. Pluma negra.
YANAY. Mi amada. Mi morenita.
YURI / YORI. Amanecer. La que amanece, despierta a la vida.
YURIANA. Alborada, aurora.
YURAQ. Blanca.


Fuente
Fundacion Ecos de la Patria Grande

Imagen
arqueologiadelperu.com.ar

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/02/nombres-quechuas.html

NOMBRES QUECHUAS

Mujer quechua con su niño.

NOMBRES QUECHUAS – MASCULINOS

A

ALLIN SONQO. De buen corazón. Bondadoso.
AMARU. Dios de la Sabiduría. Serpiente mítica.
AMARU KANCHA. Dios resplandeciente.
AMARU TUPAQ. Dios majestuoso. Serpiente Gloriosa.
AMARU YUPANKI. Dios Memorable. El que honra al Amaru.
ANKU WILLKA. Resistente y sagrado.
ANTI NINAN. Fuego cobrizo.
ANYAY PUMA. El que ruge y se enfada como el puma
APU / APO. Dios, Señor, Jefe.
APU INKA. Dios Inka.
APU RIMAQ. Dios que habla, señor elocuente, hablador.
APU YAYA. Dios padre.
APU YURAQ. Jefe blanco.
ATAWALPA. Creador de fortuna. Ave de la fortuna.
ATAW ANKA. Águila afortunada
ATIQ / ATIK. Vencedor
ATUQ / ATOQ. Astuto como el zorro. Lobo.
ATOQ WAMAN. El que posee el poder del halcón y la astucia del zorro.
AWQA / AUK’A. Guerrero, salvaje, enemigo.
AWKI / AUKI. Señor, príncipe.
AWKI PUMA. Príncipe fuerte como el puma.
AWKI TUPAQ. Príncipe glorioso.
AWKI YUPANKI. El que honra a los señores.
AYAR. Santo. Ser virtuoso y casto.

CH

CHUKI WAMAN. Halcón danzante. Halcón dorado, de oro.
CHUKI WILLKA. Danzante sagrado. Lanza de los Dioses.
CHUNNI. Silencioso, tranquilo.
CHULLA SONQO. Corazón único.
CHUYA. Claro como el agua, puro.

H

HAKAN. Brillante, esplendoroso.
HAKAN PUMA. Puma brillante.
HATUN TUPAQ. Magnífico, grande y majestuoso.
HATUN ÑAN. Camino grande. Camino glorioso.
HATUN SONQO. Corazón grande y noble.
HUK SONQO. Fiel. El que tiene un solo corazón.
HUMALLIQ EL. Que manda. Líder.

I

ILLAYUQ / ILLAYUK. Luminoso. Afortunado, tocado por los Dioses.
ILLATEQSI. Luz eterna. Origen de la luz.
INKA, INQA, INGA. Señor, Rey, Jefe.
INKAURQU / INKAURKO. Dios Inka. Señor de los cerros.
INTI / TAYTA INTI. Sol. Padre Sol.
INTIAWKI. Príncipe Sol.
INTIPA CHURIN. Hijo o hija del Sol.
INTI ILLAPHA. Rayo de Sol.
INTI WAMAN. Halcón del Sol.

K

KINTI / KENTI. Picaflor.
KILLAPA WAWAN. Hijo o hija de la luna.
KICHWA SAMIN. El que trae la fortuna y la alegría al pueblo Quechua.
KUNTURI. Cóndor tierno.
KUNTUR KANKI. ¡Eres un cóndor! El que tiene todas las virtudes del cóndor.
KUNTUR PUMA. Poderoso como el puma y el cóndor.
KUNTURUMI. Cóndor de piedra.
KUNTUR WARI. Indomable y salvaje como la vicuña y el cóndor.
KUSI. Alegre, dichoso y próspero.
KUSIÑAWI. Risueño, de ojos alegres.
KUSI PUMA / KUSIPOMA. Puma alegre.
KUSI WALLPA. Gallo alegre. Creador de alegrías.
KUSI WAMAN. Halcón alegre.
KUSI YUPANKI. Honrado y dichoso.
KUYUCHIQ. El que se mueve, inquieto.

LL

LLIPIAK / LLIPIAQ. Rayo, brillante, resplandeciente.
LLIPIPIQ. Brillante, luminoso.
LLUQI / LLOQE. Zurdo, del lado izquierdo.
LLUQI YUPANKI. Zurdo memorable.

M

MALLQU / MALLKU. Tierno, dócil. Águila tierna.
MALLKU AMARU. Dios mítico tierno.
MANKU. Rey, señor.
MANKU QHAPAQ. Justo señor. Rey correcto.
MAYTA QHAPAQ. ¡Oh señor, dónde estás!
MUSUQ ÑAN. Camino nuevo.

N / Ñ

NINAN. Fuego, candela, inquieto y vivaz como el fuego.
NINANKUYUCHI. Inquieto y vivaz como el fuego.
NINAWARI. Vicuña de fuego, el que tiene la fogosidad de la vicuña.
NINAWILLKA. Fuego sagrado.
ÑAWPAQ. El primero, principal, primigenio, anterior a todos.
ÑAWI SUMAQ. Ojos lindos.

P

PACHAKUTEK. El que cambia el mundo. Aquel con quien comienza una nueva era.
PAWQAR / PAUKAR. De gran finura, excelente. Flor. Gorrión.
PAWQAR TUPAK. Majestuoso y excelente.
PICHIW / PICHIU. Ave tierno.
PIKI CHAKI. Patas de pulga, pies ligeros.
PIWI. Hijo primogénito.
PUMA / POMA. Fuerte y poderoso, Puma.
PUMA QHAWA. El que vigila con el sigilo de un puma.
PUMA SONQO. Corazón valeroso, corazón de puma.
PUMA WARI. Indomable como la vicuña y fuerte como el puma.
PUMA WILLKA. Sagrado como el puma.
PUMA YAWRI. Puma cobrizo.
PURIQ / PURIK. Caminante, incansable.
PUSAQ / PUSARIQ. Líder, dirigente, el que guía por buen camino.

Q

QHAPAQ / KHAPAJ. Señor. Grande, poderoso, justo, correcto.
QHAPAQ WARI. Señor bondadoso e indomable como la vicuña.
QHAPAQ YUPANKI. El que honra a su señor. Señor memorable.
QHARI. Hombre, varón. Fuerte y valeroso.
QHAWAQ / QHAWAK. Centinela, el que vigila.
QHISPI / QHISPE. Libre, liberado. Joya, resplandeciente como el diamante.
QHISPI YUPANKI. El que honra su libertad.
QULLANA / QOLLANA. El mayor, el excelente.
QUÑI / QONI. Cálido. Afectuoso.
QURI / QORI. Oro, dorado.
QORI LAMBRAS. Aliso de oro.
QORI LAZO. Soga de oro. Látigo dorado.
QORI ÑAWI. El que tiene ojos y belleza del oro.
QORI POMA. Puma de oro.
QORI WAMAN. Halcón dorado.
QULLQI / QOLLQE. Plata, plateado.

R

RAWRAQ / RAWRAK. Ardiente, fogoso.
RAYMI. Fiesta, celebración.
RIMAQ / RIMAK. Hablador, elocuente. Orador.
RUMI. Piedra, roca, fuerte y eterno como la roca.
RUMI MAKI. El de mano fuerte, mano de piedra.
RUMI ÑAWI. El de fuerte mirada, ojos de piedra.
RUMI SONQO. Corazón duro, corazón de piedra.

S

SAMIN / SAMI. Afortunado, venturoso, exitoso, feliz y dichoso.
SAPAN. Único, principal.
SAYRI. Príncipe, el que siempre da ayuda a quien lo pide.
SAYRI TUPAQ. Príncipe glorioso.
SINCHI. Jefe, caudillo. Fuerte, valeroso, esforzado.
SINCHI PUMA. Jefe fuerte y valeroso como un puma.
SINCHI ROKA. Príncipe fuerte entre los fuertes.
SUMAQ. Hermoso, bello.
SUMAQ INKA. Hermoso y bello el Inka.

T

TAKIRIQ. El que crea música y danzas.
TUPAQ KUSI. Alegre y majestuoso.
TUPAQ / TUPAK. Título honorífico. Real, majestuoso, glorioso, noble, honorable.
TUPAK AMARU. Dios glorioso. Serpiente glorioso.
TUPAK KATARI. Glorioso Revolucionario.
TUPAK QHAPAQ. Señor Glorioso.
TUPAQ YUPANKI. Memorable y glorioso señor.
TAWA QHAPAQ. Señor de las cuatros regiones. El cuarto señor.

U

UKUMARI. El que tiene la fuerza del oso.
ULLANTAY / OLLANTAY. El señor que ve todo.
UNAY. Anterior, remoto, primigenio.
USQO WILLKA. Sagrado gato montés.

W

WAMAN. Halcón.
WAMAN CHAWA. Cruel como un halcón.
WAMAN CHURI. Hijo del halcón.
WAMAN ACHACHI. Aquel de antepasados valerosos como el halcón.
WAMAN PUMA. Fuerte y poderoso como un puma y un halcón.
WAMAN TUPAQ. Glorioso halcón.
WAMAN QHAPAQ. Señor halcón.
WANKA. Roca, peña.
WARI. Indomable, fiero. Encantado. Protegido de los Dioses. Vicuña.
WARIRUNA. Hombre indomable y autóctono.
WASKAR. El señor de las cadenas.
WAYAW. Sauce real.
WAYNA. Joven, mozo. Amigo.
WAYNA QHAPAQ. Joven señor.
WAYNA RIMAQ. Joven hablador.
WAYRA. Viento, veloz como el viento.
WILLAQ / WILLAK. Mensajero. El que avisa.
WILLKA. Sagrado.
WILLKA WAMAN. Halcón sagrado.
WIRAQOCHA. Energía vital del mar. Dios. Señor.

Y

YAKU. Agua.
YAKU MISKI. Agua dulce.
YAKU CHUYA. Agua cristalino.
YAWRI / YAURI. Cobre. Lanza, aguja.
YAWAR. Sangre.
YAWAR PUMA. Sangre de puma.
YAWAR WAQAQ. El que llora sangre.
YUPANKI. Memorable. El que honra a sus ancestros.
YURAQ / YURAK. Blanco. Puro.


Fuente
Fundacion Ecos de la Patria Grande

Imagen
wiki.sumaqperu.com

UNA CITA EN EL CEMENTERIO

Mural de un instituto en Loja, Ecuador

En aquella lejana época de nuestra recatada ciudad colonial cuando todos temblaban ante la sola idea de muertos resucitados, diablos y fantasmas, no faltó un joven que debido a que mucho había viajado y mucho había leído tenía pleno convencimiento de que no había nada más allá de la muerte y todo lo demás sólo era un invento de la imaginación popular.

Y era el caso que ese joven, llamado Gustavo, no solamente se guardaba para si tales ideas sino que trataba de inculcarlas en la mente de los demás y especialmente de la gente joven que frecuentaba con él los altos círculos sociales. De allí que no resultase raro que durante las noches después de libar algunas copas en una cantina o luego de una reunión de amigos en una casa particular Gustavo siempre invitaba a sus acompañantes a dar una vuelta por el cementerio para demostrarles así que no había razón para tener miedo a los muertos porque ellos nunca se levantan de sus tumbas ni tampoco era verdad que el diablo anduviera merodeando por allí.

Para no dar la impresión de cobardes los amigos de Gustavo aceptaban tan extrañas invitaciones, pero siempre lo hacían en grupo a fin de infundirse unos a otros el valor necesario para ir tranquilamente a pasear delante o dentro del cementerio a altas horas de la noche

En ese estado de cosas transcurrieron algunos meses desde que llegó a Loja aquel joven que había viajado a Paris en sus años de adolescente acompañando a un familiar que fue a patentar un instrumento musical y luego de que le robaron el invento no quiso regresar inmediatamente para eludir la mofa de la gente y se quedó allá ingeniándose de la mejor manera no solamente para sobrevivir sino para viajar y conseguir una sólida auto educación. Por eso tenía una conversación amena, finos modales y en general un aire de seguridad y aplomo que terminó por convencer a sus amigos y llego el día en que ellos también iban con relativa naturalidad a pasear delante del cementerio e inclusive entraban a visitar las tumbas a petición del excéntrico joven que no creía en el más allá.

De allí que cierto día sus amigos resolvieron gastarle una pesada broma a quien proclamaba que no tenía miedo a los muertos y aseguraba que no había nada después de la muerte: le propusieron a Gustavo que visitara el cementerio a las doce de la noche (24hs) cuando ya no hubiera peligro de testigos inoportunos y removiera la tierra que cubría la tumba de un hombre muerto en pecado dos días antes y de quien se decía que no estaba dentro del ataúd porque el diablo se lo había llevado en alma y cuerpo aprovechando de un descuido de los familiares que lo dejaron solo durante la velación y por eso tuvieron que meter unos adobes dentro de la caja mortuoria para fingir la ceremonia del entierro.

Esas son pamplinas decía Gustavo con desprecio y agregaba: ¡Son verdaderas farsas para engañar al pueblo! ¡Son ardides para obligar a la gente ingenua que se porte bien ante el temor al diablo, al infierno y todas esas payasadas que sólo sirven para subyugar las conciencias!

Pues bien un día dijeron sus amigos ha llegado el momento de que nos demuestres con hechos lo que afirmas con tanto convencimiento…

Está bien digan ustedes lo que debo hacer y tengan la seguridad de que lo haré.

Dicen que aquel hombre muerto hace dos días en pecado mortal pues fue asesinado al sorprenderlo en flagrante adulterio se lo llevó el diablo en alma y cuerpo la misma noche del velorio aprovechando el descuido de familiares y amigos que dejaron solo al cadáver en horas de la madrugada.

Eso no es verdad ¡Son mentiras inventadas para amedrentar a la gente!

Pues bien eso es lo que queremos que nos demuestres tú.

Está bien, ya lo dije antes. Ahora digan ustedes qué es lo que debo hacer.

Verás dicen que aquel muerto fue reemplazado por unos adobes que pusieron en el ataúd, de modo que tú irás mañana al cementerio a las doce de la noche y luego de abrir la tumba y la caja mortuoria, comprobarás si el muerto se encuentra allí o no.

¡Perfectamente comprendido! No tengo el menor recelo y peor aún miedo de hacerlo. Pero... ¿Cómo podrán ustedes comprobar si he cumplido la tarea que me han señalado y se he constatado la presencia del muerto dentro del ataúd? Pues podría simplemente hacer acto de presencia en el cementerio y luego venir a decirles a ustedes que allí está, como puedo asegurarlo de antemano, pero en realidad a mi me interesa demostrarlo y a ustedes también.

Pues claro de otra manera no tendría valor.

Así que tú no irás solo, sino acompañado por uno de nosotros, quien comprobará todo lo que tú hagas y especialmente si encuentras o no al muerto dentro del ataúd.

¡Aceptado! Elijan ustedes al que me acompañará y mañana nos encontraremos a las doce de la noche en la puerta del cementerio.

De acuerdo al plan que se habían trazado los amigos de Gustavo, el compañero elegido fue Carlos y acto seguido se despidieron no sin antes fijar el lugar y la hora en que se reunirían al día siguiente antes de acudir a la cita en el cementerio.

Después de medio día el cielo comenzó a cubrirse de negros nubarrones y luego empezó a caer una ligera llovizna que se mantuvo toda la tarde e inclusive la noche. Por eso la difícil tarea que se habían impuesto aquellos jóvenes para comprobar hasta donde llegaba el desprecio de uno de ellos hacia los tradicionales temores a los muertos, al diablo y a los fantasmas, se ponía mucho más trágica de lo previsto. Sin embargo nadie podía volverse atrás: el retado se mantenía más firme que nunca frente al desafío y a los retadores aunque sea temblando de miedo no les quedaba otro remedio que seguir adelante.

Con excepción de Gustavo, el grupo de amigos se reunió a las siete de la noche en una cantina del barrio de San Agustín y comenzaron a libar apresuradamente no sólo para entrar en calor debido a la crudeza del frío que les llegaba hasta los huesos sino para infundirse el coraje que tanto necesitaban para llevar a efecto aquel siniestro plan. Carlos se mostraba más nervioso que todos los demás y trataba de beber más de lo acostumbrado, pero sus amigos lo detenían diciéndole:

Cálmate si no quieres echarlo todo a perder ¡Nadie te obligó a nada! tú mismo nos pediste que te eligiéramos para acompañar al fanfarrón de Gustavo y verle la cara que pondrá al momento preciso… Así que no vengas ahora a ponerte nervioso ni mucho menos… ¡Deja que él lo haga todo y al último…, bueno… ya tú sabes!

Embozados en largas capas que les llegaban hasta los tobillos y que por su gran amplitud podían cruzárselas sobre un hombro escondiendo buena parte del rostro, a las doce de la noche llegó el grupo de amigos a la puerta del cementerio y allí encontraron a Gustavo, quién ya había estad esperándolos. De acuerdo a la usanza de la época, Gustavo también llevaba amplia capa negra sobre su traje gris e igualmente se la había cruzado sobre el hombro para ocultar la parte inferior del rostro, mientras que la superior estaba semi oculta bajo el ala de su fino sombrero de fieltro. Debajo de la capa había llevado ocultos una pala y un azadón, herramientas indispensables para cumplir su cometido.

¡Manos a la obra! dijo Gustavo lleno de entusiasmo, tan pronto se acercó en grupo de amigos.

¡A la carga! respondieron ellos con fingida alegría y lo empujaron a Carlos para que se sitúe junto a Gustavo, luego de lo cual se internaron en el cementerio los dos osados jóvenes mientras que los demás permanecieron en la puerta, atentos y vigilantes.

Habiendo localizado con anticipación la tumba deseada, no les fue difícil reconocerla en la obscuridad, de modo que rápidamente Gustavo retiró la tosca cruz de madera y comenzó a cavar la tierra mientras Carlos permanecía a su lado haciendo grandes esfuerzos para que no le castañetearan los dientes más por el miedo que por el frío de la noche

¡Ayúdame a sacar la tierra con la pala mientras yo sigo cavando con el azadón! Le pidió Gustavo.

¡Está bien! contestó Carlos y ambos comenzaron a trabajar frenéticamente de modo que pronto dieron con el pobre cajón de madera que había estado a escaso medio metro de profundidad.

Muy seguro de lo que hacía Gustavo levantó la tapa del ataúd y efectivamente allí estaba el muerto, tal como lo había previsto. Una sonrisa de satisfacción iluminó su rostro y le dijo a Carlos.

¿Te fijas…? Quizá ahora se convenzan de que no hay diablo y los muertos jamás se mueven de donde los dejan.

Lleno de orgullo por haber ganado la apuesta volvió a clavar la tapa del ataúd y él sólo manejó la pala para devolver la removida tierra al puesto en que estuvo antes. Sólo al momento de colocar la cruz de madera en su sitio, rápidamente se agacho Carlos y pidió que le permita hacerlo.

Siguiendo el plan previsto por el grupo de amigos y aprovechando que se hallaban de rodillas en el piso. Carlos enredó la punta de la capa de Gustavo en el extremo inferior de la cruz y así la clavó en la tierra de modo que cuando se pusieron de pie Gustavo sintió que le halaban la capa desde el fondo de la tumba y dando un terrible alarido cayó al piso arrojando espuma por la boca.

Al oír el grito de Gustavo soltaron la carcajada los amigos que se hallaban en la puerta del cementerio y corrieron adentro para celebrar con risas el éxito de su plan, pero fue terrible su sorpresa cuando encontraron exánime a Gustavo mientras que Carlos no atinaba a hablar ni a dar un solo paso.

A los dos amigos tuvieron que sacarlos en brazos y correr donde un médico que felizmente pudo salvarlos, a Carlos con menos dificultad que a Gustavo, pues éste último se lesionó seriamente el corazón y fue tal el impacto que este acontecimiento causó en su ánimo que nunca más volvió a reír y peor aún a mofarse del generalizado temor a los muertos, al diablo y a los fantasmas.


Fuente: Loja de Ayer; Relatos, Cuentos y Tradiciones de Teresa Mora de Valdivieso.
Loja, Ecuador
http://www.vivaloja.com/content/view/255/54/
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fluyendofluyelafluidez.blogspot.com